domingo, 4 de diciembre de 2022

De la memoria y el olvido ... planificado

DE LA TRASCENDENTE NACIONALIZACIÓN DE LA INDUSTRIA PETROLERA (BREVE EJERCICIO HISTÓRICO)

Luis Barragán

El petróleo, su industrialización y comercialización, ocupa una buena parte de nuestra trama histórica y, pronto, arribará a su centenario el reventón del pozo Barroso II (o R4), auspiciando la explotación comercial del campo La Rosa ubicado en el ahora municipio Cabimas del estado Zulia. Quizá porque versamos sobre materia tan trillada, no nos percatamos ni valoramos la nacionalización del petróleo en Venezuela por carecer de un adecuado marco histórico, conformes con la literatura de divulgación, frecuentemente imprecisa, por ejemplo  [Wikipedia]: en todo caso, ella puede dar cuenta de una exitosa y pacífica nacionalización de compararla con la realizada por otros países.

1.-        Independencia venezolana

En términos estrictamente históricos, Germán Carrera Damas concibe sendas categorías de análisis que permiten un apropiado abordaje de los hechos de corta, mediana y, decisivamente,  de larga duración, estableciendo una relación dialéctica de continuidad y ruptura. Por ello, destaca la denominada larga marcha hacia la democracia como un propósito constante desde que iniciamos nuestra vida republicana, “adecuado para identificar la tendencia evolutiva global de la sociedad republicana venezolana”, correlativa a los 200 años de lucha contra el despotismo; no obstante, confundida la independencia con la libertad, añadida la República, el autor nos previene respecto al ocultamiento de regímenes ferozmente dictatoriales en nombre de la independencia [CARRERA DAMAS, 2016: 62, 75, 108 s.].

            Ahora bien, en los orígenes de la nacionalidad, puede definirse la independencia como una ruptura con el orden colonial, ignorando nuestra historiografía la “condición genuinamente monárquica colonial de las sociedades entonces colombianas”, rota en el caso venezolano hacia 1845;  un  “procedimiento para alcanzar, por medio de las armas, la facultad de dictar leyes, basadas en el ejercicio de la Soberanía popular, cuya observación habría de conducir, erradicando el despotismo, al disfrute de la Libertad y lo garantizasen”; una equiparación de la soberanía popular y disfrute de la libertad; un quiebre del poder interno de la sociedad colonial; una distinción crítica de estos elementos, y un propósito cada vez más actual a juzgar por las palabras del insigne historiador, pronunciadas en un significativo acto protagonizado en la Universidad Central de Venezuela: una casa de estudios autónoma “autónoma, libre y democrática, en una Venezuela independiente, libre y democrática”.  [CARRERA DAMAS, 2016: 29, 62, 94, 126, 134, 159, 169, 179 ss., 189, 204].  Recientemente, en un par de sesiones virtuales (29 de octubre y 26 de noviembre de 2022), el autor no sólo actualizó la noción de libertad,  sino que lanzó una pregunta trastocada en un desafío: ¿por qué la exitosa y pacífica nacionalización venezolana del petróleo jamás la celebramos, integrándose al calendario de nuestras conmemoraciones?

            Luce obvio que no significó un profundo trauma para el país, como ocurrió en otras latitudes; la ruptura también fue con un orden neocolonial, como también se le consideró por entonces; reafirmó el ejercicio de nuestra soberanía nacional institucionalmente tramitada, añadido el libre debate parlamentario y de opinión pública; y, en la larga marcha hacia la democracia, ésta se mostró eficaz para elevar los niveles de vida de la población. Y, resumiendo las consideraciones hechas con su “Petróleo, modernidad y democracia” (Fundación Rómulo Betancourt, Caracas, 2006), Carrera Damas está no sólo consciente del “trastorno de la explotación internacional del petróleo desencadenado por la Revolución Rusa y complementado por la Revolución Mexicana”, sino del rompimiento mismo con una poderosa visión pseudoeconomicista y literaria, como de la intensa prédica leninista en torno al anti-imperialismo, hablándose de la Venezuela y de la democracia petroleras, todo un exabrupto, [CARRERA DAMAS, 2016: 20, 46].

            Próximo a cumplirse el centenario del reventón de Los Barrosos 2 (SIC), el 14 de diciembre de 2022, el reputado experto petrolero Gustavo Coronel estimó: “Junto con nuestra independencia, sellada en 1821 en Carabobo y la llegada a la presidencia del primer venezolano elegido por votación universal, directa y secreta, Rómulo Gallegos en 1947, este evento forma una de las trilogías más importantes de nuestra historia”  [CORONEL, 2022].  Coincidimos con los señalamientos que hace en torno a la actual destrucción de la industria, aunque en el ámbito estrictamente histórico e historiográfico, desde la perspectiva de Carrera Damas, observamos: la inalterable nota escolar, porque aprendimos desde la más remota aula que la batalla de Carabobo “selló” la independencia venezolana, cuando realmente liberó a la República de Colombia para propiciar importantes consecuencias continentales; reconoce la importancia de los eventos de 1945 que desembocaron en la elección del presidente Gallegos, equiparándolos con los reventones petroleros (por cierto, otro célebre, Zumaque I, o, MG-1, acaeció el 31 de julio de 1914); inferimos que la larga marcha hacia la democracia incluye el propósito de elevar nuestras condiciones de vida y, así, la nacionalización del petróleo consumada el 1° de enero de 1976, no sólo permitió cotas superiores, sino – expresamente señalado por Carrera Damas en sus recientes conferencias -  una nacionalización hecha sin sangre, exitosa y  merecedora de una conmemoración anual, porque reforzó nuestra independencia. Entonces, nos ha interpelado, ¿por qué no conmemoramos dicha nacionalización?

2.-        Motivación política

La pacífica nacionalización del petróleo, dictada en 1975 la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos, y materializada en 1976,  sin lugar a dudas fue una exitosa experiencia en la que nos permitimos destacar: un amplísimo debate  nacional en torno a la iniciativa, aunque la por entonces mayoría oficialista en el parlamento zanjó la diferencia sustancial a favor de las empresas mixtas; quedó constituida PDVSA, conformada por un extraordinario equipo gerencial y especializado que desarrolló la nacionalización y, años más tarde, la internacionalización de nuestra industria; la polémica política se sirvió, en el parlamento y, en general, en la opinión pública, de sendos estereotipos que distorsionaron los problemas que también presentaba la empresa, agudizados en el presente siglo.  Lo cierto es que el proceso nacionalizador fue, desde el principio, exitoso: “En menos de 25 años PDVSA pasó a ser la segunda mayor empresa petrolera del mundo de acuerdo con Petroleum Intelligence Weekly y figuraba en la revista Fortune en el número 42 entre las mayores empresas de cualquier tipo en el mundo y como la mayor empresa de cualquier tipo de Latinoamérica” [TORO HARDY, 2014].

            Respecto a las realidades y sus estereotipos,  quedó configurada una tecnocracia petrolera que hizo ver a la empresa petrolera como una blindada e inexpugnable caja negra, olvidando la necesidad de realizar determinados ajustes, correcciones o reformas; deliberado olvido que luego facilitó la ultrapartidización y quiebra práctica de la firma; la conformación de una palpable tecnocracia militar que asumió el control del país hasta descomponerse, militarizándolo, obvió  los planes petroleros de largo plazo que nos permitirían producir alrededor de seis millones de barriles diarios.  Hoy, somos un pobre país, cien años después  de Barroso I, y, aunque representantes de la oposición y el gobierno hace poco se reunieron en México, la incorporación y producción de Chevron (200 mil barriles diarios), “serán una triste limosna” [CORONEL, 2022], 

            Ya, tempranamente, un autor libre de toda sospecha, laureado por Casa Las Américas de Cuba,  como Malavé Mata, advirtió la realidad de nuestra principal industria resumida en un párrafo memorable, porque ya no se sabía si “(PDVSA) es un ente petrolero que ejecuta proyectos sociales o si es un organismo de competencia social que se dedica a la producción del petróleo” [MALAVÉ MATA, 2006: 177]. Demasiado evidente que el régimen prevaleciente en Venezuela quebró a una potencia petrolera, muy antes inimaginable.

            Sectores de la izquierda marxista consagraron la idea de una falsa nacionalización y, aun siendo exitosa, el extremadamente rutinario trámite y proceso (aprobación legislativa, discusión pública de la medida, seguimiento sin cortapisas por la prensa, rendición de cuentas), hizo perder el dato de una iniciativa tan acertada y excepcional.  No aprendimos a calibrarla e, igualmente, a celebrarla.

3.-        Conclusiones

El proceso y la nacionalización misma de la industria petrolera, constituyó un hito demasiado relevante en nuestra larga marcha hacia la democracia, sinónimo también de una elevación de nuestras condiciones de vida. Quizá por la normalidad de un trámite que supuso una fuerte y abierta discusión pública de la medida, además, sometida a la aprobación legislativa, pero seguramente por los prejuicios alimentados por la izquierda marxista,  subestimamos la fecha de la nacionalización, nunca la conmemoramos, a pesar de profundizar en nuestra independencia.

            En el presente siglo, la industria prácticamente está quebrada, pero lejos de amilanarlos, necesitamos reanudar esa larga marcha. Y hacer pertinente lo referido por Carrera Damas, más de una década atrás: “… La vocación democrática socialmente arraigada y la consolidación de la descentralización político-administrativa me autorizan a reiterar lo que he venido sosteniendo: la sociedad venezolana será, en el término de dos generaciones, una genuina sociedad democrática y, por lo mismo, una sociedad de ciudadanos en la cual habrá culminado nuestra lucha de 200 años contra el despotismo. Y hay un indicio que me hace pensar que esta predicción tiene algún fundamento: la juventud; los muchachos que hoy tienen 20 años de edad tenían 10 cuando esta indigestión de la democracia comenzó. ¿Dónde aprendieron democracia estos muchachos? Porque han vivido en esta atmósfera antidemocrática todo el tiempo y, sin embargo, han demostrado una lucidez y una tenacidad impresionantes. Bueno, esa es la mejor garantía, para mí, de que la posibilidad de que la sociedad venezolana se convierta en una sociedad genuinamente democrática está dentro de una línea de desarrollo histórico que nada podrá detener” [BASTIDAS, 2010].

Referencias:

BASTIDAS, Gloria M. (2010) Entrevista a Germán Carrera Damas. El Nacional, Caraca, 31/10; en: https://lbarragan.blogspot.com/2010/10/desacorazandonos.html.

CARRERA DAMAS, Germán (2016) “Continuidad y ruptura en la historia contemporánea de Venezuela”. Fundación Rómulo Betancourt, Caracas.

CORONEL, Gustavo (2022) “100 años de petróleo venezolano: del gran regalo a la triste limosna”, 27/11, en: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2022/11/100-anos-de-petroleo-venezolano-del.html.

MALAVÉ MATA, Héctor (2006) “La trama estéril del petróleo. Petróleo y economía en el septenio perdido de Hugo Chávez”. Rayuela Taller de Ediciones, Caracas.

TORO HARDY, José (2014) “Auge y caída de PDVSA”. El Universal, Caracas, 09/09; en: https://lbarragan.blogspot.com/2014/09/crisis-en-el-califato-de-zumaque.html.

WIKIPEDIA: Barroso II, en: https://es.wikipedia.org/wiki/Barroso_II; Nacionalización del petróleo: https://es.wikipedia.org/wiki/Nacionalización_del_petróleo; Petróleos de Venezuela: https://es.wikipedia.org/wiki/Petróleos_de_Venezuela.

04/11/2022:

http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/38454-de-la-trascendente-nacionalizacion-de-la-industria-petrolera-

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