DE LA TRASCENDENTE NACIONALIZACIÓN DE LA INDUSTRIA PETROLERA (BREVE EJERCICIO HISTÓRICO)
Luis Barragán
El petróleo,
su industrialización y comercialización, ocupa una buena parte de nuestra trama
histórica y, pronto, arribará a su centenario el reventón del pozo Barroso II
(o R4), auspiciando la explotación comercial del campo La Rosa ubicado en el
ahora municipio Cabimas del estado Zulia. Quizá porque versamos sobre materia
tan trillada, no nos percatamos ni valoramos la nacionalización del petróleo en
Venezuela por carecer de un adecuado marco histórico, conformes con la
literatura de divulgación, frecuentemente imprecisa, por ejemplo [Wikipedia]: en todo caso, ella puede dar
cuenta de una exitosa y pacífica nacionalización de compararla con la realizada
por otros países.
1.- Independencia venezolana
En términos
estrictamente históricos, Germán Carrera Damas concibe sendas categorías de
análisis que permiten un apropiado abordaje de los hechos de corta, mediana y,
decisivamente, de larga duración,
estableciendo una relación dialéctica de continuidad y ruptura. Por ello,
destaca la denominada larga marcha hacia la democracia como un propósito
constante desde que iniciamos nuestra vida republicana, “adecuado para
identificar la tendencia evolutiva global de la sociedad republicana
venezolana”, correlativa a los 200 años de lucha contra el despotismo; no obstante,
confundida la independencia con la libertad, añadida la República, el autor nos
previene respecto al ocultamiento de regímenes ferozmente dictatoriales en
nombre de la independencia [CARRERA DAMAS, 2016: 62, 75, 108 s.].
Ahora bien, en los orígenes de la
nacionalidad, puede definirse la independencia como una ruptura con el orden
colonial, ignorando nuestra historiografía la “condición genuinamente
monárquica colonial de las sociedades entonces colombianas”, rota en el caso
venezolano hacia 1845; un “procedimiento para alcanzar, por medio de
las armas, la facultad de dictar leyes, basadas en el ejercicio de la Soberanía
popular, cuya observación habría de conducir, erradicando el despotismo, al
disfrute de la Libertad y lo garantizasen”; una equiparación de la soberanía
popular y disfrute de la libertad; un quiebre del poder interno de la sociedad
colonial; una distinción crítica de estos elementos, y un propósito cada vez
más actual a juzgar por las palabras del insigne historiador, pronunciadas en un
significativo acto protagonizado en la Universidad Central de Venezuela: una
casa de estudios autónoma “autónoma, libre y democrática, en una Venezuela
independiente, libre y democrática”.
[CARRERA DAMAS, 2016: 29, 62, 94, 126, 134, 159, 169, 179 ss., 189,
204]. Recientemente, en un par de
sesiones virtuales (29 de octubre y 26 de noviembre de 2022), el autor no sólo
actualizó la noción de libertad, sino
que lanzó una pregunta trastocada en un desafío: ¿por qué la exitosa y pacífica
nacionalización venezolana del petróleo jamás la celebramos, integrándose al
calendario de nuestras conmemoraciones?
Luce obvio que no significó un
profundo trauma para el país, como ocurrió en otras latitudes; la ruptura
también fue con un orden neocolonial, como también se le consideró por
entonces; reafirmó el ejercicio de nuestra soberanía nacional
institucionalmente tramitada, añadido el libre debate parlamentario y de
opinión pública; y, en la larga marcha hacia la democracia, ésta se mostró
eficaz para elevar los niveles de vida de la población. Y, resumiendo las
consideraciones hechas con su “Petróleo, modernidad y democracia” (Fundación
Rómulo Betancourt, Caracas, 2006), Carrera Damas está no sólo consciente del
“trastorno de la explotación internacional del petróleo desencadenado por la
Revolución Rusa y complementado por la Revolución Mexicana”, sino del
rompimiento mismo con una poderosa visión pseudoeconomicista y literaria, como
de la intensa prédica leninista en torno al anti-imperialismo, hablándose de la
Venezuela y de la democracia petroleras, todo un exabrupto, [CARRERA DAMAS,
2016: 20, 46].
Próximo a cumplirse el centenario
del reventón de Los Barrosos 2 (SIC), el 14 de diciembre de 2022, el reputado experto
petrolero Gustavo Coronel estimó: “Junto con nuestra independencia, sellada en
1821 en Carabobo y la llegada a la presidencia del primer venezolano elegido
por votación universal, directa y secreta, Rómulo Gallegos en 1947, este evento
forma una de las trilogías más importantes de nuestra historia” [CORONEL, 2022]. Coincidimos con los señalamientos que hace en
torno a la actual destrucción de la industria, aunque en el ámbito
estrictamente histórico e historiográfico, desde la perspectiva de Carrera
Damas, observamos: la inalterable nota escolar, porque aprendimos desde la más
remota aula que la batalla de Carabobo “selló” la independencia venezolana,
cuando realmente liberó a la República de Colombia para propiciar importantes
consecuencias continentales; reconoce la importancia de los eventos de 1945 que
desembocaron en la elección del presidente Gallegos, equiparándolos con los
reventones petroleros (por cierto, otro célebre, Zumaque I, o, MG-1, acaeció el
31 de julio de 1914); inferimos que la larga marcha hacia la democracia incluye
el propósito de elevar nuestras condiciones de vida y, así, la nacionalización
del petróleo consumada el 1° de enero de 1976, no sólo permitió cotas
superiores, sino – expresamente señalado por Carrera Damas en sus recientes
conferencias - una nacionalización hecha
sin sangre, exitosa y merecedora de una
conmemoración anual, porque reforzó nuestra independencia. Entonces, nos ha
interpelado, ¿por qué no conmemoramos dicha nacionalización?
2.- Motivación política
La pacífica
nacionalización del petróleo, dictada en 1975 la Ley Orgánica que Reserva al
Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos, y materializada en
1976, sin lugar a dudas fue una exitosa
experiencia en la que nos permitimos destacar: un amplísimo debate nacional en torno a la iniciativa, aunque la
por entonces mayoría oficialista en el parlamento zanjó la diferencia
sustancial a favor de las empresas mixtas; quedó constituida PDVSA, conformada
por un extraordinario equipo gerencial y especializado que desarrolló la
nacionalización y, años más tarde, la internacionalización de nuestra
industria; la polémica política se sirvió, en el parlamento y, en general, en
la opinión pública, de sendos estereotipos que distorsionaron los problemas que
también presentaba la empresa, agudizados en el presente siglo. Lo cierto es que el proceso nacionalizador
fue, desde el principio, exitoso: “En menos de 25 años PDVSA pasó a ser la
segunda mayor empresa petrolera del mundo de acuerdo con Petroleum Intelligence
Weekly y figuraba en la revista Fortune en el número 42 entre las mayores
empresas de cualquier tipo en el mundo y como la mayor empresa de cualquier
tipo de Latinoamérica” [TORO HARDY, 2014].
Respecto a las realidades y sus
estereotipos, quedó configurada una
tecnocracia petrolera que hizo ver a la empresa petrolera como una blindada e
inexpugnable caja negra, olvidando la necesidad de realizar determinados ajustes,
correcciones o reformas; deliberado olvido que luego facilitó la
ultrapartidización y quiebra práctica de la firma; la conformación de una
palpable tecnocracia militar que asumió el control del país hasta
descomponerse, militarizándolo, obvió
los planes petroleros de largo plazo que nos permitirían producir
alrededor de seis millones de barriles diarios.
Hoy, somos un pobre país, cien años después de Barroso I, y, aunque representantes de la
oposición y el gobierno hace poco se reunieron en México, la incorporación y
producción de Chevron (200 mil barriles diarios), “serán una triste limosna”
[CORONEL, 2022],
Ya, tempranamente, un autor libre de
toda sospecha, laureado por Casa Las Américas de Cuba, como Malavé Mata, advirtió la realidad de
nuestra principal industria resumida en un párrafo memorable, porque ya no se
sabía si “(PDVSA) es un ente petrolero que ejecuta proyectos sociales o si es
un organismo de competencia social que se dedica a la producción del petróleo”
[MALAVÉ MATA, 2006: 177]. Demasiado evidente que el régimen prevaleciente en
Venezuela quebró a una potencia petrolera, muy antes inimaginable.
Sectores de la izquierda marxista
consagraron la idea de una falsa nacionalización y, aun siendo exitosa, el
extremadamente rutinario trámite y proceso (aprobación legislativa, discusión
pública de la medida, seguimiento sin cortapisas por la prensa, rendición de
cuentas), hizo perder el dato de una iniciativa tan acertada y
excepcional. No aprendimos a calibrarla
e, igualmente, a celebrarla.
3.- Conclusiones
El proceso y
la nacionalización misma de la industria petrolera, constituyó un hito
demasiado relevante en nuestra larga marcha hacia la democracia, sinónimo
también de una elevación de nuestras condiciones de vida. Quizá por la
normalidad de un trámite que supuso una fuerte y abierta discusión pública de
la medida, además, sometida a la aprobación legislativa, pero seguramente por
los prejuicios alimentados por la izquierda marxista, subestimamos la fecha de la nacionalización,
nunca la conmemoramos, a pesar de profundizar en nuestra independencia.
En el presente siglo, la industria prácticamente está quebrada, pero lejos de amilanarlos, necesitamos reanudar esa larga marcha. Y hacer pertinente lo referido por Carrera Damas, más de una década atrás: “… La vocación democrática socialmente arraigada y la consolidación de la descentralización político-administrativa me autorizan a reiterar lo que he venido sosteniendo: la sociedad venezolana será, en el término de dos generaciones, una genuina sociedad democrática y, por lo mismo, una sociedad de ciudadanos en la cual habrá culminado nuestra lucha de 200 años contra el despotismo. Y hay un indicio que me hace pensar que esta predicción tiene algún fundamento: la juventud; los muchachos que hoy tienen 20 años de edad tenían 10 cuando esta indigestión de la democracia comenzó. ¿Dónde aprendieron democracia estos muchachos? Porque han vivido en esta atmósfera antidemocrática todo el tiempo y, sin embargo, han demostrado una lucidez y una tenacidad impresionantes. Bueno, esa es la mejor garantía, para mí, de que la posibilidad de que la sociedad venezolana se convierta en una sociedad genuinamente democrática está dentro de una línea de desarrollo histórico que nada podrá detener” [BASTIDAS, 2010].
Referencias:
BASTIDAS,
Gloria M. (2010) Entrevista a Germán Carrera Damas. El Nacional, Caraca, 31/10;
en: https://lbarragan.blogspot.com/2010/10/desacorazandonos.html.
CARRERA DAMAS,
Germán (2016) “Continuidad y ruptura en
la historia contemporánea de Venezuela”. Fundación Rómulo Betancourt,
Caracas.
CORONEL,
Gustavo (2022) “100 años de petróleo
venezolano: del gran regalo a la triste limosna”, 27/11, en: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2022/11/100-anos-de-petroleo-venezolano-del.html.
MALAVÉ MATA,
Héctor (2006) “La trama estéril del
petróleo. Petróleo y economía en el septenio perdido de Hugo Chávez”.
Rayuela Taller de Ediciones, Caracas.
TORO HARDY,
José (2014) “Auge y caída de PDVSA”. El Universal, Caracas, 09/09; en: https://lbarragan.blogspot.com/2014/09/crisis-en-el-califato-de-zumaque.html.
WIKIPEDIA: Barroso II, en: https://es.wikipedia.org/wiki/Barroso_II; Nacionalización del petróleo: https://es.wikipedia.org/wiki/Nacionalización_del_petróleo; Petróleos de Venezuela: https://es.wikipedia.org/wiki/Petróleos_de_Venezuela.
04/11/2022:
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