DOMINGO IRWIN Y LA DIALÉCTICA DEL CONTROL CIVIL
José Alberto Olivar
Cuando se trataba de poner orden a la bibliografía vinculada con el tema militar y la línea de investigación referida a las relaciones civiles y militares,
Domingo Irwin, era taxativo en advertir la importancia de saber distinguir entre los textos de muy variada laya de aquellos que en realidad importan para los efectos de comprender a fondo este delicado tema de análisis histórico y político.
Fruto de su formación como profesor de historia y ciencias sociales en el antiguo Instituto Universitario Pedagógico de Caracas, Irwin, valoró la importancia de explicar en términos didácticos el complejo mundo militar desde una perspectiva de formación ciudadana para la democracia. Entendiéndose esta como la necesidad de fomentar un debate público sobre las implicaciones del sector civil de la sociedad en el diseño de planes estratégicos en materia de seguridad y defensa. Y su correlato, la subordinación del sector militar a la gerencia política del Estado ejercida única y exclusivamente por las autoridades legítimamente constituidas.
A tal efecto, desde principios de la década de los ochenta del siglo pasado, Irwin se dedicó con paciencia de labriego a arar en el terreno de la formación de profesionales civiles, concretamente educadores, que comprendieran en primera instancia la naturaleza del sector militar, en segundo lugar, la institucionalización del control civil democrático sobre los militares y en tercer lugar, el fomento de una conciencia democrática en la sociedad civil para hacer valer sus derechos y cumplir sus obligaciones legales.
En ese sentido, el profesor Irwin procuró destacar que esta tarea en lo absoluto resultaba un ejercicio de exotismo teorizante, muy por el contrario, se afincaba en la tradición liberal que había anidado la fundación de la república. A medida que el poder militar se fortalecía a causa de la guerra independentista, hubo voces que desde el campo civil no dudaron en denunciar los abusos del fuero militar en ciernes y alentaban a la representación nacional a establecer límites para no desnaturalizar el funcionamiento de las nuevas instituciones republicanas.
Tal llamado hubo de convertirse en una constante a lo largo de aquel complejo siglo, en el que no pocas líneas fueron vertidas a la opinión pública para intentar poner las cosas en su lugar, ergo, deslastrar el poder civil del influjo militarista.
Uno de esos llamados de atención, fue recogido por Irwin en la sistematización que hizo sobre la literatura que atañe a las relaciones civiles y militares en la Venezuela del siglo XIX. Se trata del libro El presidente, escrito por Rafael Fernando Seijas (1848-1917), publicado en Madrid en 1891.
En opinión de Irwin, la obra en cuestión no es una crónica guerrera y guerrerista de las revoluciones hasta entonces libradas en suelo venezolano, sino un agudo análisis que trae consigo una certera crítica al accionar de lo que se entendía en aquella época como la organización militar de la república.
Irwin como historiador, invitaba a revisar este libro que hasta la fecha había pasado inadvertido, porque resaltaba la convicción liberal de su autor, cuando destacaba que los guardianes del orden no deben actuar como instrumento político, obrando contra la vida, la libertad y la propiedad de las personas.
Para el autor decimonónico, no hay mayor atentado a la libertad que la existencia de leyes injustas y tiránicas, por cuando dan pretexto para perseguir arbitrariamente a los ciudadanos, aterrarlos, robarlos, ultrajarlos y condenarlos sin formula de juicio.
De tal modo que, frente a estos desmanes, era ingente propiciar la reforma de las costumbres individuales y sociales por medio de un buen sistema de educación, que instruya a civiles y militares, en el respeto de todos los derechos y todos los deberes ciudadanos.
Bajo esa premisa “sencillamente complicada” en palabras de Domingo Irwin, su empeño, lejos de resultar infructuoso, apostaba a una visión de largo plazo en el que prevaleciera una sociedad verdaderamente democrática, fundada en los sanos principios del control civil.
Diez años después de su desaparición física, su legado sigue más vigente que nunca.
14/08/2024:
https://opinionynoticias.com/opinionhistoria/41676-domingo-irwin-y-la-didactica-del-control-civil
DEL DISCURSO PARLAMENTARIO Y DOMINGO IRWIN
Luis Barragán
Una tarde de
2005, entramos a la librería Macondo del Centro Comercial Chacaíto en la
búsqueda de un título de vieja data que nos faltaba del autor más publicitado
en década y tanta sobre la cuestión militar. Desde principios de siglo, nos
había interesado la materia; sobre todo,
a raíz del irrepetido y peculiar debate parlamentario del proyecto de Ley
Orgánica de la Fuerza Armada que nos dejó inconformes.
El título de
marras, no lo conseguimos. Sin embargo, atento, el librero, Pedro Pérez,
proveniente de los mejores tiempos del pasillo de Ingeniería de la Universidad
Central de Venezuela, nos enseñó la obra
de un autor que no conocíamos, comentándola con sobriedad. Y, con Domingo
Irwin, el autor, descubrimos la otra perspectiva de un problemario exigente e innovador
para la centuria que todavía sorprende a propios y extraños.
Por entonces,
comenzamos a conocer la escuela de reflexión creada por un Irwin de acreditados y talentosos discípulos. Además, en un país de empobrecido mercado
editorial, agotaban sus mejores esfuerzos por publicar sus más rigurosos
trabajos de investigación.
Ocupando una
curul de la Asamblea Nacional electa en 2010, tanto o más riesgosa, difícil y
peligrosa para la oposición que la de 2015, reglamentariamente nos destinaron a
la Comisión Permanente de Cultura, iniciando nuestras labores con la lidia de
una propuesta legal del oficialismo que no obstó para ventilar los asuntos
castrenses. En efecto, muy controlados los debates en la cámara por la mayoría
gubernamental, impidiendo tocar los temas más sensibles para la opinión
pública, se vio obligada a procesar las copiosas solicitudes de crédito adicional
y a admitir a uno o dos oradores de la bancada contraria a los dos o tres de
los miraflorinos que abrían y cerraban la discusión; acotemos, en ocasiones, no
dejaban intervenir a la oposición, o, en otras, ésta no lo hacía quizá hastiada de repetir los
argumentos y el rechazo, posiblemente reservados los más destacados oradores de
la primera hora para los mejores y estelares temas que nunca llegaron, por lo que optamos por participar también con
el tema militar en la rutina crediticia.
Un día de 2013,
surgió Irwin en la Asamblea Nacional contribuyendo con nuestros alegatos para esa otra
perspectiva tan necesaria y, faltando poco, contrastante con la que se hizo hábito por más
de cincuenta, cien y más años de parlamento. Vale decir, con toda la modestia el mundo lo
afirmamos, comenzó a variar el discurso asambleario sobre lo civil y lo militar
respecto a las posturas tradicionales, afianzándose un poco más después de 2016
y que no terminó de hacerse una estable doctrinaria parlamentaria, comprendida
y compartida por otras individualidades y bancadas, por un motivo fundamental e
ineludible: la supervivencia de la oposición democrática y de la propia
institución parlamentaria impidió la más pausada revisión de las antiguas posturas
conceptuales y esquemas de análisis, privilegiado el tratamiento de las
circunstancias específicas e inmediatas derivadas del absurdo desacato que
esgrimió el oficialismo; acotemos, el suscrito compartió el panel con dos
académicos asociados al ideario irwiniano al comenzar el período constitucional
en un foro abierto realizado en el llamado Museo Boliviano, bajo la
responsabilidad de la Dirección de Investigaciones de la Asamblea,
ejemplificando así el camino que ya tomaba la difusión de la tesis.
Presumimos que
avanzaba 2014, cuando nos contactaron los doctores José Alberto Olivar y Luis
Buttó y, aceptando la invitación, convinimos en una conversación que fue larga
y grata en la Universidad Católica Andrés Bello. Por ellos, supimos de la
entusiasta reacción que tuvo el doctor Irwin al saber que sus tesis las pincelábamos
en el hemiciclo, expuestas en apenas cinco minutos reglamentariamente
establecidos de oportunidades que teníamos que cazar para intervenir, por
cierto, con un Orden del Día que se conocía sólo al iniciarse las sesiones.
Lamentablemente,
no hubo ocasión para conocer y compartir ideas personalmente con Domingo,
fallecido mes y tanto antes de la reunión de la Católica, pero – como un
tributo espontáneo a su memoria –
establecimos una importante y fructífera relación de trabajo entre parlamento y
universidad, a propósito del desarrollo de temas como el de las relaciones
civiles y militares, el Esequibo, y la defensa del aula superior en Venezuela.
E, incluso, el salón Francisco de Miranda del Palacio Federal Legislativo fue
escenario para la presentación del libro sobre el Estado Cuartel que
presentamos junto al diputado Edgar Zambrano, por entonces, presidente de la
Comisión Permanente de Defensa, y ayudamos a abrir canales con los medios de
comunicación para el valioso grupo académico.
Normalizada la
vida institucional del país, podrá calibrarse mejor el aporte del viejo Domingo
al discurso parlamentario que necesariamente ha de completar su renovación, por
lo menos, respecto al ámbito castrense. Convengamos,
el liderazgo democrático ha de actualizarse con urgencia.
La reciente y
merecida designación del doctor Olivar como individuo de número de la Academia
Nacional de la Historia, es una demostración de la valía de un maestro como el
doctor Irwin. A diez años de su fallecimiento, lo recordamos con respeto y
admiración.
14/08/2024:
https://opinionynoticias.com/opinionhistoria/41677-del-discurso-parlamentario-y-domingo-irwin
Cfr. Entrevista televisiva a Domingo Irwin, fecha imprecisa:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario