DE LA (IN)DISCIPLINA SOCIAL
Luis Barragán
La normativa
jurídica, esto es, la que en nada es accidental, establece que el cruce
peatonal se hace en las esquinas de toda arteria vial de acuerdo a las señales,
por cierto, muy universales: las del semáforo. Todos los vehículos automotores
y de tracción de sangre, deben detenerse y, en caso de doblar a la derecha o a
la izquierda, darle prioridad al paso del transeúnte.
Esta regla tan
elemental, cumplida con extraordinario y envidiable celo en los países más
organizados y, al mismo tiempo, no por casualidad, respetuosos de las
libertades públicas, por una parte, es la que formalmente ha prevalecido en
nuestro país y, muy seguramente, no ha suscitó jamás ningún cuestionamiento del
legislador, aprobada pacíficamente en el parlamento o en la municipalidad. Por
otra, ciertamente, entre nosotros se hizo fea costumbre y terrible tradición la
de violentarla, pero – irreemplazable – siempre estuvimos conscientes de su
existencia. Sin embargo, de un tiempo para acá, la situación ha cambiado: costumbre
contra legem, hasta nuevo aviso y con
el consentimiento de las autoridades públicas que, por comodidad o ignorancia
de la ley la aceptan, es otra la pauta que priva en los espacios públicos.
En efecto, se
ha “institucionalizado” el cruce a mitad de las arterias viales, esquivando los
carros y, sobre todo, a los abusivos motorizados y camioneteros, porque
simplemente es un riesgo hacerlo en la esquina por muy semaforizada que se
encuentre. Poco importa que seamos favorecidos por la luz, ya que se suma a su
tradicional desconocimiento, la sorpresiva aparición de vehículos que no
bastándole con “tragársela”, dan la vuelta en “u”: desde cualquier flanco, importándole
un comino al conductor llevarse por el medio a un coche con su bebé o a un
anciano de bastón en mano; ahora, agregamos como algo “normal” que la
motocicleta recorra la vía en sentido contrario a lo establecido y, como en el
canal rápido de la autopista, destaque por sus velocidades en el rayado del
medio o “isla” de la calle o avenida.
Las propias autoridades incurren en el desaguisado, incluyendo el empleo de las aceras. Estas “reglas”, según los usos y costumbres que se imponen, no tardarán en un reemplazos por otras peores.
Incentivada la
indisciplina social, imponiéndose el más fuerte en las calles, asistimos a un
fenómeno propio de la época. El semáforo inservible, parece sobrar.
Fotografías: LB, CCS (23/11/2024).
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