ESTRATEGIA Y POLÍTICA
Luis Barragán
Sentimos que la política no es un oficio más, aunque la universal cultura dominante la desprecie y la remita al literal sorteo de las circunstancias más allá de la desafección que se la presume inocente y espontánea. Enfermizos repitientes de la historia, parecemos por siempre condenados a redescubrir sus lecciones y, seamos directos, sobre todo cuando los voceros y líderes de opinión no la conocen ni siquiera a través de un comentario radial de cinco minutos; vale decir, el dirigente político y social que, a lo sumo, la crea una mera disciplina académica, aun siendo indispensable para un desempeño actualizador, inexorablemente nos arrastrará al fracaso.
La de Juan
Vicente Gómez fue una dictadura brutal y eficaz, e, igualmente, creadora para
simularse como una experiencia constitucional al mismo tiempo que debió lidiar, día por día, con toda suerte de conspiraciones dentro y fuera de palacio, escaramuzas,
sublevaciones, atentados, rumores y cualesquiera otras modalidades de quienes
competían a la sordina para mantenerse y mejorar de posición en los elencos del
poder, y, con sobradísima razón y hasta imprudencia, respecto a aquellos que
deseaban dar al traste rápidamente con aquel orden de cosas.
Opositores muy
sobrios y también insobornables, realistas y soñadores, coexistieron con los
otros varias veces nominales, oportunistas, aventureros, atorrantes, simplemente
maquinadores, y, en buena medida, todos asumidos como una
prolongación del siglo XIX con sus acostumbradas reyertas y dislocaciones. El
antigomecismo (mejor decir: antigomismo), excepto las generaciones emergentes
a título de inventario, no se explicó en un país de transición hacia la quizá
inevitable modernización que reportó el petróleo, forzado a otra
institucionalidad que tocaba desesperadamente a las puertas y a un ejercicio de
la política que olvidó los viejos y fundamentales rudimentos.
El 8 de junio de 1929, un grupo liderado por Rafael Simón Urbina, Gustavo Machado y Ramón Torres, tomó por asalto el Fuerte Amsterdam, capturando al indefenso gobernador curazoleño Leonardus Albert Fruytier, haciéndose de suficientes armas y municiones para zarpar con 250 hombres, a objeto de invadir por La Vela de Coro. Al cabo de varios días, definitivamente derrotados por las fuerzas gubernamentales que no, el ejército regular, los conductores rebeldes, huyeron a través de Colombia; nada casual, los esperaron alevosa y premeditadamente.
El
extraordinario acto de coraje comprometió a un anacrónico caudillo como Urbina,
a jóvenes idealistas como Miguel Otero Silva, Guillermo Prince Lara, o José
Tomás Jiménez, al igual que a un decidido y vigoroso leninista como Machado,
por cierto, quien a los dieciséis años sufrió La Rotunda después de un discurso
con motivo del centenario de la batalla de La Victoria. Luce evidente que la
política como una hazaña extrema del voluntarismo, la terquedad inmediatista,
la automatización de los hechos, y la inflación irresponsable de las
expectativas, como si bastara con la prédica, irremediablemente se tradujo en
un desperdicio de oportunidades y esfuerzos: valga la nota escolar, faltó el
apropiado análisis estratégico, la adecuada prospección estratégica y el trazado
de una estrategia cónsona capaz de implementarse políticamente.
Por entonces,
muy pocos se percataron de la integración ya irrevocable del ejército al Estado
Nacional que impedía las antiguas invasiones, como tampoco lo comprendió Jesús
Ma. Castro León al intentar la suya por el Táchira, en 1960. Además, la
dictadura era descaradamente mentirosa, como lo prueba la supuesta invasión de
Cipriano Castro en 1913, que le dio soporte al primer golpe técnico de Estado
al año siguiente, y de una inescrupulosa habilidad para auto-victimizarse, como
lo demuestra una ilustración en la que el mismísimo Gómez nos redime desde la
cruz, publicada en un órgano oficioso como señal inaugural de los años de oprobio (El Independiente, Caracas: 11/02/1909).
Irremediable la yunta, no entendemos la política sin una estrategia que la cumplimente y, a la inversa, tampoco la estrategia sin consecuencias políticas. Parábola histórica, el olfato, la intuición, el presentimiento, importa y mucho, pero el necio voluntarismo no basta para alcanzar las metas.
29/10/2024:
https://www.elnacional.com/opinion/estrategia-y-politica/
https://morfema.press/opinion/estrategia-y-politica-por-luis-barragan-luisbarraganj/
https://www.eastwebside.com/luis-barragan-estrategia-y-politica.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario