domingo, 2 de febrero de 2025

Cardenalidades

CÓNCLAVE, CONCLAVEOS Y CONCLAVISTAS, O LA POLÍTICA IRREEMPLAZABLE 

 Luis Barragán

Teniendo la fortuna de acceder al libro, leímos “Cónclave” de Robert Harris (Barcelona, 2016) antes de ver la película homónima de  Edward Berger (2024), una mejor y más lograda versión artística, cuyo protagonista - Ralph Fiennes – luce como un fuerte candidato al Oscar.  De trama, por cierto, revelada por diferentes medios, incluyendo la Wikipedia, el espóiler (término ya acogido por la Real Academia), es la mejor arma defensiva de quienes – por ejemplo – nunca leyeron “Cien años de soledad”, ya saben aquello del rabo de cerdo, importándoles un bledo la maravillosa construcción de sus tramas, el tejido de sus vicisitudes y el buen humor que pavimenta la novela.

Lejos de pretender un ejercicio crítico de la obra, deseamos señalar la más importante característica de la interpretación de un novelista que ha tenido grandes éxitos en el género de la política-ficción, y un cineasta que muy bien la simplifica con escasas diferencias en relación a pieza que la inspira. Y es que la política que fundamentalmente nos impone del irreprimible conflicto y la búsqueda perpetua de soluciones, quizá por aquello de que un error suele resolver otros errores, es el fenómeno ineludible: un esfuerzo metódico, con la mayor pureza posible, demandando el auxilio del Espíritu Santo, para que los cardenales elijan al nuevo sucesor de Pedro, es la tarea..

El cónclave cuenta con una remota tradición de procedimientos para que sus miembros, individual, secreta y solemnemente elijan al Papa, prohibiéndoles el inicial intercambio de opiniones. Sin embargo, a medida que las distintas votaciones fracasan, además, extremadamente formales por la gravedad de la materia que las ocupan, progresivamente exigen del intercambio de información y pareceres, la evacuación de las denuncias que el narrador sugiere (siendo y demasiado tarde para la octava y definitiva consulta), la lógica aparición de aspiraciones (añadida la tentación narcisista, como cualquier otra), y la conformación de las tendencias que suelen cambiar en el curso de los sufragios.

Los cónclaveos – permítanme la expresión – tienen el más transparente y firme propósito de una limpia selección de compararlo con las miles que se hacen en la vida familiar y ciudadana, respecto a las personas, el mundo y las cosas. Entonces, valga el mensaje para los antipolíticos del patio, mal que bien la Iglesia Católica, con sus errores y aciertos, ha ideado e implementado, en no pocos siglos, una fórmula cónclava que, lejos de satanizar, reivindica el camino de una democrática composición de las diferencias; e, importa anotarlo, anima a los conclavistas, los pretendidos especialistas que urden en la opinión pública hasta las más absurdas conjeturas, como si la institución eclesiástica fuese el territorio exclusivo de todas las maldades frente a la bondad del resto de la humanidad que la juzga desde una moralina despiadada.  

El libro juega con un desenlace sorprendente de muy escasas páginas, a tono con los temas de una moda que se prolonga, previendo la sustitución de Francisco I que ojalá tarde y mucho, compaginando con una prolija literatura de ficción y no ficción de un pasado próximo, como “Vaticano 2035” de Pietro de Paoli, (Grijalbo, 2006), o más reciente, como los libros de Vicens Loza (“Intrigas y poder en el Vaticano”, 2021; y “Vaticangate. El complot ultra contra el Papa Francisco y la manipulación del próximo cónclave”, 2023), publicados por Roca Editorial de Libros, Barcelona.  En todo caso, el asunto en cuestión constituye una oportunidad para ejercitarse en la lidia de la política irreemplazable, esta vez, en Ciudad del Vaticano.

02/02/2025:

https://www.lapatilla.com/2025/02/02/luis-barragan-conclavos-conclaveos-y-conclavistas-o-la-politica-irreemplazable/

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