Nicomedes Febres
Cuando era un adolescente y por el deber de respaldar a mi padre en la hacienda nuestra en el llano debí medio aprender a bailar joropo. Entonces, luego de faenar duro toda la semana con el ganado, los sábados se dejaban para los trabajos más hogareños pues en la noche siempre había una fiesta con música llanera, joropo, guarapita, que yo no tomaba, y cordializar con los vecinos. Todo debía estar listo el sábado pues el domingo era día de pelea de gallos. Aquella nocturna fiesta sabatina era de carne en vara y música llanera para bailar joropo escobillado. Mi problema, es que en aquél calorón y con el baile uno sudaba mucho y provocaba bañarse en la poza del río cercano llamado río Cura. El otro problema era que una señora cuarentona, con unos tragos encima siempre me rascabuchaba y me pedía que nos fuéramos a bañar solos en el río. Ella con aviesas intenciones y yo asustado por ser ella muy mayor, poca agraciada y desdentada. Por supuesto, mi padre y algunos amigos se burlaban de mí y yo un adolescente con aquellos sofocos. Lo cierto es que esa situación me alejó del joropo. Fue lo que recordé recientemente cuando un amigo anticuario me mostró un afiche todo roído de un cigarrillo marca Joropo que circuló antes de los años veinte, en especial en la zona del centro del país. Según cuenta el amigo vendedor el afiche lo consiguió en las cercanías de Valencia y es muy antiguo. Seguir la pista se ha hecho cuesta arriba pues en aquella época antes de las trasnacionales del tabaco había cientos de fábricas de cigarrillos o de tabaco de mascar en toda Venezuela. Incluso a dos cuadras de la Plaza Bolívar hacia La Pastora varias pequeñas firmas de la industria del tabaco montaron una fábrica de cigarrillos en común y cada una tenía el día predeterminado de la semana para fabricar su marca. Después vendría la época cuando la empresa Bigott adquirió muchas de esas pequeñas empresas tabacaleras asociadas a pequeños productores. A continuación vendrían las empresas norteamericanas con sus marcas que sepultaron a los pequeños productores hasta que en la democracia con la política de sustitución de importaciones del presidente Betancourt, que Dios tenga en su gloria, resurgió la industria tabacalera nacional. Gracias por no fumar y seguiré investigando sobre la marca Joropo.
21/10/2022:
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