DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LA DIÁSPORA VENEZOLANA
Luis Barragán
Del país de
las inmigraciones y solidaridades del siglo XX, hemos pasado al de las
emigraciones y turbiedades del XXI. Ojalá no olvidemos pronto el - por ahora
- consabido drama de las deportaciones
de venezolanos que arroja serísimas lecciones, desde suelo estadounidense, en
beneficio lamentable de la anécdota que también suscita la desgracia ajena.
El desoído juez
federal James E. Boasberg, quien decidió suspender el traslado de más de cien
venezolanos a El Salvador, sin la audiencia o evaluación técnica
correspondiente, está expuesto a las tensiones generadas por el Departamento de
Justicia que, al parecer, le interesa más su destitución que la apelación respecto a una medida incumplida.
El magistrado en cuestión, actuó por iniciativa de la American Civil Liberties Union (ACLU), y, se espera, el asunto
proseguirá su curso en atención a las personas – necesario subrayarlo – inocentes remitidas a la megaprisión arrendada.a los salvadoreños.
Expuesta
nuestra diáspora del norte a decisiones de tanto calibre, comprensiblemente se
ha generalizado el temor y desasosiego por muy correcta que fuere la conducta
personal asumida y, a pesar de las limitaciones, los justos intentan discutir y
sugerir respuestas con la cautela que provocan los revueltos pecadores, entre
los cuales evidentemente hay prófugos de la justicia e infiltrados. Boasberg (Chief justice for the U.s. District Court for the District of Columbia),
incurso en la inevitable controversia política que solo le pide soluciones
jurídicas, probablemente desconozca que los nuestros no cuentan con suficientes
recursos para promover juicios similares, ni hacerse parte en el que ya corre,
y, mucho menos, auspiciar y sostener una amplia campaña de recuperación del
prestigio que juramos alguna vez ostentado por el gentilicio.
Resulta
indispensable a todo evento que la diáspora socialmente alcance sendos niveles
de organización y estructuración para afrontar cualesquiera vicisitudes que la
afecten o pudieran afectarla, aunque haya dudas por algunas de las experiencias
asociativas fallidas en uno que otro país. Luce difícil crear entidades de
mutuo auxilio entre la densa paisanidad y, así como no tenemos noticias de los
clubes recreativos instituidos a imagen y semejanza de los que conocimos de la
inmigración fundamentalmente europea en Venezuela, tampoco es suficiente ni
satisfactorio el índice de activistas voluntarios para lograr una convincente
mancomunidad de responsabilidades, capaz de influir y orientar a la opinión
pública.
Puede alegarse
y con entera razón, la falta de tiempo disponible para una tarea altruista
gracias a las muy exigentes que procuran la supervivencia económica, pero se
hace cada vez más apremiante la adecuada concertación de esfuerzos, el impulso
de un debate creador, el hallazgo de fórmulas organizacionales, y el temple
para encarar y superar coyunturas y situaciones de las que escapan muy pocos,
como está harto comprobado. Convengamos, ya son muchos los años de una
sostenida migración que amerita de una cierta y confiable institucionalidad.
Reproducción: James E.Boasberg, según Carolyn van Houten (The Washington Post, 22/03/2025).
25/03/25:
https://www.elnacional.com/opinion/de-la-organizacion-social-de-la-diaspora-venezolana/
26/03/2025:
Interesante análisis. La diáspora venezolana, al contrario de la de otros pueblos euroasiáticos no puede organizarse porque le falta el elemento religioso que esos pueblos mantuvieron siempre, como los musulmanes, hebreos y variantes cristianas como los ortodoxos o maronitas. Los "católicos" venezolanos lo son más de nombre, aunque se mantienen ritos familiares al estilo José Gregorio Hernández o una que otra virgen, pero como "colectivo" la religión católica no sirve ya como pegamento social, y eso se nota en la diáspora; por ejemplo, algunos grupos evangélicos de paisanos, que se van integrando en las iglesias del caso en EEUU no se organizan entre ellos como "diáspora", y lo mismo vale para los católicos. Puede decirse que ese elemento religioso también es inexistente entre los migrantes chinos, pero allí priva el valor de la "familia" y el hecho de haber sufrido muchas décadas de burla y acoso que los han inducido a constituir una comunidad aparte de la "occidental". No es realista que los venezolanos se constituyan en una fuerza migrante como los mexicanos, y a medida que pase el tiempo sus descendientes irán perdiendo el gentilicio para integrarse a las sociedades de esos países.
ResponderBorrarGracias, mi respetado Hermann. La tuya es una nota de realismo, antes que de pesimismo. E importante al plantearse como un problema el de la identidad más profunda y durarera. Quizá no debamos ser tan ambiciosos y, por lo menos, puede operar sendos mecanismos de solidaridad, como los mínimos que generaron las dictaduras al sur del continente. O, acaso, se pueda ir más allá de continuar por largo tiempo el actual orden de cosas en Venezuela, dándole un sentido de trascendencia que la mentalidad ta´baratista subyacente, no adivina. Gracias mil, Hermann.
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