VARGAS LLOSA, EL PROFETA ARMADO
Luis Barragán
Nuestra
generación creció familiarizada tempranamente con el polémico novelista, por lo
que siempre nos fue fácil reconocer a los genuinos y consecuentes seguidores
del peruano, independientemente de sus posturas políticas e ideológicas, en
contraste con los esnobistas que secretamente amaban a Marcial Lafuente, o a
Corín Tellado. Y es que la ligadura de Gabriel García Márquez con la Venezuela
que él domicilió en los cincuenta del veinte, no fue la misma de Mario Vargas
Llosa, quien nunca lo hizo, pero aún la habita ahora que está más allá del
extranjero: viva y constante preocupación por nuestra suerte, le palpitaba
desde el primer momento que lo vimos personalmente, desde lejos, asediado por
las grandes y menores personalidades al autografiar numerosos ejemplares de una
novela, con paciencia extrema y sonrisa casi parecida a la de Emilio Lovera, Freddie
Mercury, Edgar Barrios, en la librería “Lectura” de la planta baja del
caraqueñísimo Centro Comercial Chacaíto y sus Cinemas
La supuesta
República de la Creole, empedernida y caprichosa agresora de la revolución
cubana, le concedió el Premio Internacional Rómulo Gallegos en agosto de 1967,
al autor de “La casa verde”, por entonces, entusiasta defensor de la dictadura
isleña que también lo hizo su emblema hasta que el sonadísimo y, luego,
tristemente olvidado caso Heberto Padilla desenmascaró completamente a La
Habana. El gran público venezolano curioseó y trilló la senda de las
innovaciones literarias y, un magazine de interés general, como Momento
(Caracas, 16/07/1967), daba noticias de aquél que ganó el codiciado premio
Biblioteca Breve de Seix-Barral, por 1962, festejándolo como después se hizo
con Adriano González León, por 1968.
Temido por el
discurso que daría el beneficiario en el acto de entrega del Gallegos, el
presidente Leoni tuvo el coraje de asistir al teatro París y galardonar
personalmente a Varguitas. La prensa libre e independiente de la época, hizo
saber del galardonado, como no ha ocurrido en la presente centuria con la
presea. A pesar del recentísimo y devastador terremoto de la ciudad capital,
por citar el diario El Nacional, igualmente orientaba a sus lectores en torno a
“La casa verde” y el idioma (Caracas, 01/08/67), Luis Serrano la vinculaba a la
técnica de la novela de caballería (02/08), Miyó Vestrini entrevistaba al
narrador con los trazos de RAS (03/08), lo puntualizaban Germán Arciniegas y
Sanín (06 y 07/08), o Augusto Germán Orihuela lo asociaba al cine (11/08).
De modo que la
recepción de Mario en Venezuela, es necesario acotarlo, fue tan extraordinaria
como la del resto de los ganadores del siglo, en nada parecida a la de los
beneficiarios del veintiuno. Y esto, porque - miles de años atrás, dirán los
más jóvenes – los periódicos de mayor éxito fueron aquellos que desarrollaron
distintas fuentes especializadas y un protagonista de la literatura, era tan
conocido como el beisbolista, el jefe civil, el juez, el cantante, o el
homicida reales y vivamente noticiosos.
Es fácil de
imaginar las imprecaciones de la izquierda borbónica latinoamericana,
obviamente, incluyendo a la nuestra, cuando el miraflorino no sólo asumió una
firme y recia posición crítica ante el castrismo, o comenzó a acercarse al
liberalismo como no se atrevieron otros intelectuales de la región (cfr. https://www.youtube.com/watch?v=quYg4PXwuic), sino que, por 1977, visitó en la biblioteca de
Pacairigua nada más y nada menos que al denostado Rómulo Betancourt. Sin
embargo, muy densa, sostenida y creadora fue su mecanografía hasta hacerse
acreedor del Nobel que tampoco le hacía falta para trascender, como ha trascendido,
con excepción del ataque de vanidad senil con la Presley.
Cuestionado el
terco modelo de desarrollo propugnado en este lado del mundo, motivo de una
ilimitada crisis estructural, predicador de las plenas libertades económicas
como el secreto a voces para reencontrarnos con el bienestar, empleando la
palabra como única arma, decidió Vargas Llosa aspirar la presidencia de su natal Perú, perdiendo en la segunda vuelta con Alberto
Fujimori hacia junio de 1990. Toda una ironía, porque – sintetizando – la
derrota fue por decir la verdad, mientras el triunfador apeló a la mentira para
derivar posteriormente en una terrible dictadura denunciada militantemente y a
pulmón lleno por Mario; valga la acotación, semejantes circunstancias vivió
Eduardo Fernández en 1988, quien tuvo por varios años una gráfica en su oficina
con el limeño, frente a Carlos Andrés Pérez que, contrariando su oferta
electoral, implementó y, además, inadecuadamente el programa de ajustes y
reforma estructural, trastocado a la vuelta de pocos años en lo que tenemos
para esta centuria.
Fotografías: El juego inicial, tomado de la cuenta facebookeana de Vasco Szinetar. La posterior, tomada de la red.
18/04/2025:
https://www.elnacional.com/opinion/vargas-llosa-el-profeta-armado/
19/04/25:
https://www.costadelsolfm.org/2025/04/19/luis-barragan-vargas-llosa-el-profeta-armado/
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