lunes, 21 de abril de 2025

Instrucciones para recobrar el pasado

LECTURA DE ESTUPORES

Luis Barragán       

Ocurrió algo semejante a Cuba y todas sus posterioridades a partir de 1959: la demolición del pasado se convirtió en el único proyecto político realizado, mientras la inagotable retórica encubrió la quiebra definitiva de la industria azucarera y todavía lo intenta con los restos de una isla otrora promisoria. Acá, el antipuntofijismo se convirtió en escuela sagrada, aunque no logra impedir la sorpresa de las nuevas generaciones ante la Venezuela que despidió el siglo XX con un servicio diario, continuo y eficiente de agua potable y energía eléctrica, por ejemplo, como no acaece en el presente; semejante estupefacción produjo las gráficas que dieron la vuelta al mundo de las protestas escenificadas por 2017 en las magníficas autopistas hechas en la anterior centuria.

Todavía escasa la bibliografía que da cuenta de lo que hizo este país muy antes, fortalecida la tradición oral y gananciosas en audiencia las referencias digitales que ilustran aquella antigüedad y sus niveles de vida, apreciamos la reciente publicación de una obra de José Alberto Olivar de elocuente título: “Democracia y modernización en Venezuela (1958-1998)” (Universidad Monteávila, Caracas). Postergada desde 2019, dada la creciente precariedad del mercado editorial, ahora sale a la luz pública una pieza de riguroso soporte documental y de espléndida vocación didáctica que la hacen confiable e indispensable más allá de las aulas universitarias.

Individuo de número de la Academia Nacional de la Historia, son reconocidas las líneas de investigación del autor en torno a la historia regional y local, de las vías de comunicación y modernización, política y democracia, controversias territoriales, relaciones civiles-militares, y biografías. Productivo investigador y docente de una extraordinaria prudencia que es la que garantiza los juicios más severos y justos, nos entrega el aludido y lúcido breviario que seguramente asombrará a todos los afectados por la interesada peste del olvido respecto a las carreteras, autopistas, barriadas consolidadas, urbanizaciones, presas y represas, acueductos, centrales hidroeléctricas, puertos, aeropuertos, trenes subterráneos, siderúrgicas, agroindustrias, escuelas, universidades, hospitales, refinerías, etc., etc., construidas e inauguradas desde 1959 y que aún prestan en alguna medida sus servicios en el país, a pesar de la desinversión y del deterioro acumulado.

De la lectura de la obra en cuestión, por una parte, observamos, por muy alta y hasta violenta que fuese la conflictividad política, al mismo tiempo se gobernaba quedando el testimonio de la inauguración continua de obras y servicios para la ciudadanía, sobre todo la más desasistida; por otra, hubo orden e institucionalidad para acometer la vasta empresa evolucionando desde el insigne papel que cumplió el Ministerio de Obras Públicas (MOP) y el Banco Obrero (BO), a otras expresiones de un Estado más comedido de compararlo con el actual que, valga el detalle, no prestaba ni condicionaba al ocupante, sino que lo hacía propietario del apartamento de interés social; y, no menos importante, el acento otorgado a la edificación de centenares de escuelas, liceos, universidades y su equivalentes en materia de centros de salud, en los que prevaleció por varios años la calidad del servicio en favor del incremento no solo de su promedio de vida, sino de la movilidad social que fue baluarte de aquella democracia hoy tantas veces denostada. Luego, hubo rendición de cuentas de las inversiones realizadas, viéndosele los reales a las bonanzas petroleras, y el queso a la tostada de los recursos provenientes de los organismos internacionales. 

Un valor agregado del libro, lo representa la oportuna selección de sendos discursos presidenciales, en tiempos en que la memoria documental corre un serio peligro de desaparecer. Alocuciones que nos colocan en una radical perspectiva de sobriedad y sensatez con la que se encaraba el ejercicio presidencial y, entendemos, cada vez más son de una difícil localización y consulta, por no evocar los grandes beneficios que reportó la descentralización.

Acotemos, los datos aportados por Oliver para las distintas etapas o momentos considerados, son decididamente coherentes, como los fueron de relacionar las memorias y cuentas, las informaciones de prensa, los informes técnicos, los anuncios publicitarios de entonces. Tengamos en cuenta que, a la libertad de prensa, se sumaban los controles parlamentarios nacional y regionales, como municipales.

Concluyendo, asistimos a una lectura de necesarios estupores para la reconstrucción de una memoria tan golpeada por todos estos años.  Por lo menos, desmentirla costará demasiado trabajo.

22/04/2'25:

https://www.elnacional.com/opinion/lectura-de-estupores/

https://www.costadelsolfm.org/2025/04/23/luis-barragan-lectura-de-estupores/

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