DE LA EXTEMPORANEIDAD MUSICAL
Luis Barragán
Desde hace
muchos años, nuestro país experimenta un aislamiento sorprendente respecto a la
llamada industria naranja que requiere como condición insustituible la libertad
y su convincente ejercicio. Y a las nuevas generaciones, les sorprenderá
igualmente apreciar la abundante oferta cultural en la vieja prensa respecto a
los espectáculos musicales en vivo, teatro, cine, exposiciones, etc.,
incluyendo, más allá de la simple reseña, los serísimos comentarios críticos
correspondientes.
Nos
familiarizamos con el nombre de los columnistas más destacados, aunque
cultivaran un género musical que no gustara a muchísimos en lo personal. Inmediatamente
vienen al espíritu los nombres de Rhazés Hernández López y Eduardo Lira Espejo,
quienes - por muchos años - suscribieron
semanalmente sus textos dedicados a la música académica.
Desespecializada
la prensa en tiempos de represión y (auto)censura, ya no es posible verificar
ciertos gustos, porque tampoco hay crítica musical. Además, es nuestra
impresión, lo que se oye predominantemente, desde hace varios años, respecto a
la música popular, son versiones que tiene más de veinte, treinta y cincuenta o
más años de grabadas, y, de tratarse de otros géneros, añadido el académico o
el folklórico, somos forzosamente extemporáneos porque ninguna novedad tenemos
respecto a las versiones de directores, compositores y piezas.
Increíble,
poco es lo que se cuela dada la enorme brecha digital, y esto, en el país de la
otrora conocidísima Orquesta Sinfónica Venezuela y del Sistema Nacional de
Orquestas, referente por décadas de la música popular con extraordinarios
cantantes y orquestas. Más o menos nos actualizamos yendo a la reseña de los
espectáculos más aplaudidos en las grandes capitales del mundo, y después
buscando a sus intérpretes en las redes, pero – insistimos – lo que se oye en
las fiestas que desafían la tranquilidad del vecindario, en las cornetas que
parecen valer más que el automóvil de sus relativamente jóvenes conductores y
lo que queda de la radio AM y FM en el país, es un insólito repertorio de
vejeces.
Por estas
semanas, circula “El pensamiento musical en Caracas” de Hugo J. Quintana M.,
editado por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad
Central de Venezuela: ya lo comenzamos, pero nos adelantamos a recomendarlos
comprometidos a dar luego una opinión, obviamente de inexpertos. A esta
excelente noticia editorial, surge otra, pues, se le puede bajar gratuita y
directamente de las redes, algo que agradecemos inmensamente.
(*)
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