¿DE UNA FUTURA BALCANIZACIÓN DE AMÉRICA LATINA?
Luis Barragán
Tenemos la
convicción de una ultraizquierda que pasó del igualitarismo más burdo y banal a
una diferenciación grotesca e, incluso, superficial en este lado del mundo. En los remotos ochenta del veinte, descubrió
la rentabilidad política de los movimientos sociales en un claro reemplazo de
la lucha de clases que se supuso de un absolutamente previsible desenlace,
ahora considerada como un reduccionismo al igual que la propia teoría del valor.
Mientras no conquiste definitiva e
inequívocamente el poder en buena parte del continente, reivindicará
cualesquiera diferencias, inventará nacionalidades, hará del multiculturalismo
un problema que sólo el Estado puede arbitrar, alentará las más diversas
creencias mágico-religiosas, versará sobre sagrados territorios ancestrales,
reportándose como la solución pacificadora, el factor de reconciliación por
excelencia, dando una versión interesada de la solidaridad que garantice la
fragmentación y la debilidad de las distintas fuerzas sociales y políticas.
Quizá el mejor ejemplo sea la política adelantada en España, estimulando e
impulsando los nacionalismos donde los hay y también no los hay, inventando
distinciones, prefabricando particularidades, ensayando cualquier distancia.
El ya viejo Estado Nacional aprendió
que son varias las naciones que puede albergar, sin perder un ápice de su
significación e importancia que lo equipe mejor para afrontar el reto de sus
transformaciones en el proceso de la globalización genuina, real y espontánea.
Empero, esa ultraizquierda, dando ocasión a un desarrollo inédito de la
ultraderecha que reconquista el fervor popular, siendo o no fascista, tiene por
empeño tamaña extorsión: la de dividirnos, o la de unirnos bajo su exclusiva
conducción, amparo, orientación, patrocinio, sovietizando al continente con un impenetrable
poder central.
Generalizando la experiencia sufrida
por la región desde finales del siglo XIX, la Rusia zarista auspició múltiples
Estados balcánicos para una mayor influencia y control de la región, consagrándolo
Brest-Litovsk en 1918. Ésta experiencia histórica posteriormente repetida en
África, se convirtió en una perspectiva, en una categoría de análisis, en un programa
político, teniendo por antónimo la polonización,
partiendo de la Polonia descuartizada y desaparecida como Estado en 1795.
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