jueves, 3 de julio de 2025

Mártires

ODIUM FIDEI

Luis Barragán

Aproximadamente, un mes atrás, el papa León XIV decidió la beatificación de 109 sacerdotes, una religiosa y catorce laicos de la diócesis de Jáen, asesinados entre 1936 y 1938, incluyendo al sacerdote Francisco de Paula Padilla Gutiérrez, quien ofreció su vida a favor de un padre de familia, caso parecido al de san Maximiliano Kolbe, el sacerdote polaco canonizado por ofrecer su vida para salvar a otro prisionero en Auschwitz, años más tarde. Terrible curso el de la guerra civil española que concluyó con el triunfo de Franco, demasiados inocentes perdieron la vida por su fe religiosa en la zona republicana y por su fe ideológica en la nacional.

La beatificación y canonización en cuestión, tiene importantes precedentes respecto a la península, e igual ocurrió con los mártires de la guerra cristera en el México de mediados y finales de los veinte del siglo pasado.  El motivo esencial fue y, desgraciadamente sigue ocurriendo, la profesión de fe de las víctimas, algo incomprensible para muchos de los que creyeron que la tolerancia religiosa se había universalizado, o en estaba en camino a serlo, con la democracia liberal tras el caída del muro de Berlín.

Guerra al fin y al cabo, fueron y son miles las versiones que sobreviven para justificar las matanzas de lado y lado; e, incluso, escuchamos de una joven venezolana que reside en España, por algunos días en Venezuela, aquello de los sacerdotes que solían delatar a los feligreses que confesaban sus simpatías o militancia republicana, o contar algunas iniciativas importantes, y seguramente hubo una situación parecida en la zona nacional. Posiblemente, culminando el bachillerato, es la interpretación generalizada en el aula o en un contexto más amplio que quedó en el sentimiento de la muchacha: no otro que el resultado de una extrema y utilitaria polarización que coloca la historia al servicio de los intereses del gobierno central, como se sabe.

Perseguir o aniquilar al otro por motivos de fe, hasta ahora, parece un contrasentido en este lado, pero – todo lo indica - no lo es en el resto del mundo; por ello, preocupa esa abierta manía de persecución en Nicaragua, como antes Cuba, o la vandalización de las iglesias católicas en el Chile protestatario de 2019.  Peor, indiferente el planeta, en Nigeria no cesa la atroz matanza de cristianos, por no señalar la situación de absoluto peligro en los países islámicos o comunistas.

Independientemente de la (des)creencia del amable lector, cualquiera que sea, aceptar que aquellos que piensan y profesan una fe, no tienen derecho ni siquiera a vivir, es un exabrupto que algún día le dará alcance junto a los suyos. So pretexto de cualquier causa, no debemos resignarnos a banalizar la muerte.

Fotografía:

https://revistaecclesia.es/cristianos-asesinados-en-nigeria/

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