DIÁSPORA, UNIDAD E INICIATIVA PRIVADA
Luis Barragán
El
desplazamiento masivo de nuestros paisanos al exterior, por no tocar el de las
migraciones internas, es un tema ciertamente complejo y traumático; por
ejemplo: nunca antes, imaginamos tamaña división del núcleo esencial de
nuestras familias. Y es, ahora, que experimentamos - en carne propia - un
sentimiento parecido al de nuestros viejos inmigrantes y el de la parentela que
dejaban en suelo lejano.
De un modo u
otro, hemos bregado por una distinta interpretación y tratamiento de la
diáspora más allá de las circunstancias que la originaron e incrementaron con
el paso de los años. Meritorios investigadores nos iluminan respecto a un
fenómeno completamente inédito en nuestra – varias veces, intensa – historia,
pero aún son escasos a juzgar por las inesperadas proporciones que ha
alcanzado.
Puede decirse,
ha faltado reflexión académica y una orientación alternativa para la opinión
pública en la materia y, por ello, lo ocurrido con las consabidas deportaciones
estadounidenses, nos ha sorprendido sumiéndonos en una perplejidad que ya es
tiempo de superar. Obviamente, luce inapropiada la versión política que
sostenemos sobre el problema, porque cómodamente creímos en la provisionalidad
absoluta de nuestra emigración, por masiva y sostenida que fuese.
Por lo demás,
rectificando, los sectores democráticos de la oposición están a tiempo de
subsanar algo más que un error de apreciación respecto a un hecho devenido
estructural que nos coloca en una de las dos hipótesis necesarias de trabajar:
aun tratándose de un mismo continente, país, provincia, municipalidad o
localidad, no hay unidad de la comunidad venezolana para afrontar los problemas
irremediablemente comunes. Y sostenemos que una causa reside en la absurda y
anacrónica estratificación social que tildaremos de petrolera en clara
reminiscencia de los viejos esplendores, afectada fundamentalmente una variada
clase media que difícilmente garantizará el aula superior para la prole, añadidas
aquellas manifestaciones de racismo dizque para facilitar y distinguir las
fronteras de clase que se juran siguen intactas en el país; y, la otra causa,
apuntemos al déficit de dirigentes sociales y políticos realmente tales, a
pesar del significativo porcentaje que conforma el más genuino y riguroso
exilio, apartando aquellas individualidades que mienten descaradamente al solicitar
el asilo político.
La otra
hipótesis, siendo la democracia liberal y el modelo capitalista de desarrollo
las características sustanciales, o las que aspiran a ostentar los países
receptores de la diáspora, mal pueden los venezolanos en persistir con una
cultura del rentismo. No obstante, en un sentido, esta resistencia cultural
resulta inútil, ya que, al lado de los inocentes que fueron destinados a la
megaprisión de El Salvador, las autoridades estadounidenses detectaron y
respondieron en relación a los criminales peligrosamente organizados; y, en
otro sentido, hay una valoración del trabajo que, en buena medida, no se tenía,
apuntando a las posibilidades de emprendimiento y labor de nuestros
compatriotas, fundadas en la resiliencia y creatividad, que algún día puedan
representar un puntaje considerable de aporte al PIB de los países de acogida,
dándole otra perspectiva de beneficios al país de origen reducida hoy a las
remesas.
Existen
connacionales de una extraordinaria formación técnica y profesional, acreditada
por reconocidas casas de estudios en nuestro país (algo quizá irrepetible por
mucho tiempo), capaces de reconocerse y de asociarse reivindicando la
iniciativa privada que no es precisamente la que pueda surgir en Cuba,
Nicaragua o Norcorea. Países éstos, nada casual, inelegibles por aquellos que
buscan un mejor destino en el extranjero.
Oportunidades
las hay y, aunque no disponemos de una suficiente y confiable información,
entendemos que hay áreas principales y promisorias como la de servicio y
comercialización, tecnología, industria, construcción y agro, aunque haya que
lidiar con problemas como la xenofobia y otros prejuicios de distinta índole,
burocracia y migración, las dificultades de revalidación, las severas
limitaciones crediticias, la llamada brecha de género, entre otras. Y es que,
de orientarnos hacia un venezolano universal, se requiere de un mínima
coordinación ciudadana, en todo país, provincia, municipio o localidad del
exterior donde exista la paisanidad, que ha de alentar precisamente la
iniciativa privada: a modo de ilustración, nos enteramos que venezolanos han
ideado aplicaciones para integrar a los migrantes en Ecuador, en muy escaso
número de países se han conformado modestas redes sociales para descubrir oportunidades
laborales e identificar nichos de mercado prontamente, hay quienes refuerzan su
reciente llegada a Alemania recibiendo clases del idioma desde Venezuela y es
posible que un venezolano de varios años en la exigente Francia esté
impartiendo desde allá la lengua desde la más extrema cotidianidad de sus
giros.
Inevitable la
tarea ciudadana: esto es, política; esto es, partidista, porque hay valores y
principios, propósitos y objetivos de matices marcados que deben consensuarse
en cuanto sea posible. Una vocación de servicio que genera otras de un nítido
perfil social: ¿por qué los médicos, obreros de la construcción, educadores,
bomberos, periodistas, plomeros, o computistas, no pueden agremiarse en otros
países para defender mejor sus intereses, y, faltando poco, asociarse con lícitos fines lucrativos?, por
citar un par de casos.
Deseamos
fervientemente que nuestros hermanos regresen al país, pero la tendencia parece
apuntar a una importante población de venezolanos desterritorializados que
debemos asumir y ponderar. Y, en otras
circunstancias, aportar al engrandecimiento de una Venezuela que también los
requiere para la libertad y el desarrollo de quienes militantemente la
habitamos.
Ilustración: LB, juego con el diseño de Carlos+10 para el Aeropuerto Internacional de Maiquetía.
13/04/2025:
https://www.lapatilla.com/2025/04/12/luis-barragan-diaspora-unidad-e-iniciativa-privada/
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