martes, 3 de mayo de 2022

Texturas

El Nacional - Jueves 29 de Diciembre de 2005     A/6
RESPUESTA A DOS PREGUNTAS
Eleazar Narváez

A dos preguntas que me formulara la periodista Maribel Dam en una entrevista para la revista Visión Ucevista, publicación editada por el Rectorado y la Dirección de Información y Comunicaciones de la UCV, me permití responder en los siguientes términos.
¿Es posible una universidad ajena a un proyecto de país?
¿Encaja la universidad en un proyecto socialista?
Si estamos hablando de la universidad venezolana es pertinente la pregunta: ¿De qué proyecto socialista se trata? Yo aún no sé cuál es el perfil y el contenido de eso que el Gobierno llama socialismo del siglo XXI. En todo caso permítame decir lo siguiente: Cualquier proyecto de país no puede prescindir de la institución universitaria, si en verdad quiere alimentarse y apoyarse en los avances del conocimiento y en un pensamiento y una acción independiente, reflexiva, plural y crítica. Y si es un proyecto de país concebido en la democracia y para la profundización de la democracia como modo de vida, entonces, más aún, sería un contrasentido y una grave equivocación apartar a un lado a una institución que busca precisamente afianzar los valores trascendentales del hombre y se inspira, como lo expresa la Ley de Universidades, en un “definido espíritu de democracia, de justicia social y de solidaridad humana”. Y viceversa, la universidad no puede colocarse al margen de la responsabilidad que tiene el Estado de diseñar y desarrollar las políticas públicas mediante mecanismos de concertación democrática con los distintos sectores de nuestra sociedad.
Lo que no podemos permitir es que la universidad sea secuestrada para apuntalar un determinado proyecto político ideológico, sea bolivariano o de otro signo. Eso es otra cosa.
¿Hasta qué punto el sector universitario ha establecido un diálogo con el Gobierno nacional para definir puntos de encuentro en materia de formación y actividad profesional en programas sociales como, por ejemplo, Barrio Adentro?
El diálogo es un elemento fundamental para solucionar los conflictos y un ingrediente siempre presente en todas las situaciones donde existe una verdadera comunicación humana. Nuestro equipo rectoral, en un poco más de un año de gestión, con el liderazgo del rector Antonio París, ha dado muestras inequívocas de que cree firmemente en el diálogo para afrontar los retos de la universidad. Hemos dicho que estos desafíos son tan grandes y complejos que exigen un permanente y sostenido esfuerzo para establecer vínculos estrechos con todos los sectores de la sociedad. En esta línea de comportamiento hemos conversado con diversos representantes del Ejecutivo Nacional y de otras instancias gubernamentales en la búsqueda de acuerdos para la solución de distintos problemas de interés público: en salud, en educación, en seguridad, etcétera. Algunas respuestas favorables se han obtenido por la vía de varios convenios firmados.
Sin embargo, en lo que respecta específicamente a Barrio Adentro, al Programa Samuel Robinson, a la Misión Sucre, por ejemplo, si bien ambas partes hemos mantenido una actitud seria y respetuosa en las conversaciones, desafortunadamente, los resultados no han estado a la altura de nuestras expectativas.
Fotografía: LB (Caracas, 08/02/2022). 

EL NACIONAL - LUNES 23 DE MARZO DE 2009 NACIÓN/11
LIBROS: HENRY JAMES
Nelson Rivera

Venecia nos deja impotentes. Quien la ame, quien se reconozca en su obsesión, entiende a qué me refiero: se llega a su estremecedor espectáculo un día, y ese momento queda incrustado para siempre en los recuerdos: una especie de impaciente júbilo que se remueve dentro de nosotros cada vez que escuchamos su nombre. No importa lo mucho que hayamos visto y leído en la expectación del primer viaje, ni el tiempo ansioso que hayamos invertido en disponernos a su encuentro, Venecia nos deja mudos.
La revuelta interior, la desaforada vibración de todos los sentidos a un mismo tiempo, el mar de fondo que ella pone en movimiento atasca las palabras: en algún lugar de la garganta ellas se enredan, se interceptan y se desvanecen.
Si se llega a Venecia por agua, abrumado por la enormidad de su belleza, es posible que uno logre emitir un balbuceo, pero ello no es más que una irrecuperable declaración de imposibilidad.
Haré una confesión: he admirado y admiro a escritores como Joseph Brodsky y Predrag Matvejevic, sólo porque han sido capaces de medirse con Venecia. Sobreponerse y escribir sobre la que tantos entienden como la más bella ciudad, me parece una aspiración tan alta como la pretensión de plasmar en papel la experiencia de escuchar música: ese exquisito coraje que esconden los espíritus más refinados, tal es la experiencia de lectura que nos obsequian los cinco ensayos reunidos en Horas venecianas (Abada Editores, España, 2008), que por primera vez pueden leerse en nuestra lengua española.
Henry James amó y temió a Venecia. La amó y la padeció. Entre 1869 y 1907, regresó una y otra vez, en algunos casos, en estancias de dos o tres meses. Tres años después de su primera estadía escribe Venecia: primeras impresiones (1872) en el que sigue las huellas de sus propias emociones. Como si ese fuese finalmente el destino signado, a partir de cierto momento el ensayo de James se entrega a la admiración por Tintoretto, como si el hecho de que Venecia haya sido el lugar del pintor fuese la mayor constancia de su grandeza.
Diez años más tarde, en 1882, escribe Venecia. Luego, una década más adelante, en 1892, produce El gran canal, ambos registros de su insoslayable sentido para observar a su alrededor, pero sobre todo, para extender sobre el esplendor y el deterioro de la ciudad la misma sutileza para inmiscuirse en el carácter de sus personajes que es el cautivante secreto que esconden Retrato de una dama u Otra vuelta de tuerca. La Venecia del norteamericano Henry James (1843-1916) es esa que tanto cuesta nombrar, la que es talante y complexión, luces y vocación, propensión y temperamento. La Venecia que nos reclama regresar. La Venecia a la que añadirle apenas una palabra es casi una insolencia. 

EL NACIONAL - LUNES 16 DE MARZO DE 2009 ESCENAS/2
Palabras sobre palabras 
HERENCIA DE MARIANO PICÓN-SALAS
Francisco Javier Pérez
 
Tres días antes de su fallecimiento, Delia Picón de Morles bautizaba la nueva edición de las Obras selectas (Universidad Católica Andrés Bello/ Americana de Reaseguro, 2008), de Mariano PicónS alas, su padre. Acto privado de inusual significación, tendría Delia, este último 24 de diciembre, una de sus mayores alegrías: sostener en sus manos la mejor selección de los escritos de don Mariano y poder disfrutar de ellos ¬releerlos amorosamente una vez más y la última¬, durante los tres días que la vida le ofrecería para dialogar con el padre ido hacía tanto tiempo. 
Delia fue la única hija que tuvo el escritor y por ello entre los dos se estableció un vínculo indestructible, mucho más fuerte que el que establecen los padres que tienen muchos hijos. Al morir Picón-Salas, tan vital aún y en un momento tan promisorio de su vida, Delia contraería el mayor de los compromisos: preservar la memoria, estudiar la obra y divulgar el pensamiento de su padre. Lo cumpliría puntual e impecablemente con su propia tarea de estudiosa de la faceta diplomática de Picón-Salas, con su labor de multiplicación de entusiasmos en muchos estudiosos del ensayista (entre los que destacan Cristian Álvarez y Gregory Zambrano) y, notablemente, con su gestión de promoción editorial de los escritos del luminoso merideño (así, la integral de sus obras por Monte Ávila Editores, aún inconclusa). 
Esto último ha venido desarrollándose como un auténtico y sistemático proyecto de difusión con la publicación por parte de la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad de los Andes de los tres volúmenes con la correspondencia de Picón-Salas, cuidados por Delia y titulados: Mariano Picón-Salas y sus amigos. Asimismo, la UCAB había ya editado los ensayos sobre arte, con prólogo de Juan Carlos Palenzuela. 
Pero hay más. No otra cosa que el venturoso convenido de cesión de los derechos de autor de Picón-Salas a la UCAB, quien a partir de ahora será custodia dignísima y fiel del portentoso legado intelectual, espiritual y de pensamiento que supone lo escrito por este grande del ensayo en Venezuela y América y por este grande de la espiritualidad en lengua española. En todo ello, resultan factores protagónicos el doctor Alfredo Morles Hernández, esposo de Delia, y el profesor Emilio Píriz Pérez, director de publicaciones de la UCAB, quien con dotes mayores ha sabido hacer honor a la herencia enorme que recibe. 
Muestra de esta venturosa hermandad entre la universidad de los jesuitas de Caracas y la familia del escritor es esta primera entrega de sus Obras selectas. Son muchos los calificativos que acuden para definirla, pero los que más resaltan son su pulcritud y encanto. Lo primero queda claro por el demorado esmero que se ha tenido para hacer revivir los textos del maestro y para hacerlos lucir con finura y belleza. Lo segundo, por lo que aporta el contenido en los nobles escritos que se reúnen, muestra de lo mejor que Picón-Salas pudo finiquitar para hacernos comprender a Venezuela y, más, para hacerla propagar en dimensión americana e hispánica; siempre la triple entidad que nos marca como viaje y regreso de los tres mundos que nos definen. 
Un reconocimiento a la gratitud y una alegría por los alumbramientos que vendrán. 
Fotografía: Tomada de la red. 

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