CATÁSTROFE BUCAL
Luis Barragán
Entendemos que hubo una etapa inicial del Covid-19
que causó muchos estragos, dada la absoluta novedad del virus, y, ahora, nos
encontramos en la otra que coloca el acento en las secuelas - a veces - más
difíciles y sorpresivas que las del
contagio y sufrimiento original. Quien
suscribe, por ejemplo, ha pasado prácticamente todo el presente año, lidiando
con las consecuencias.
En
reciente visita a la odontólogo, nos percatamos de los padecimientos posvirales
con la breve reseña que nos hizo. Siendo el domicilio esencial del coronavirus,
la boca recibe el primero y más decisivo impacto.
Así, la especialista nos comentó de las caries, las llagas en las encías, la sorpresiva caída de la dentadura, entre otros casos que ha generado el peligrosísimo huésped. Entre las secuelas, el problema bucal no se cotiza mucho entre los comentaristas informales de la vecindad y los medios, excepto del tratamiento fundamentalmente estético que suele llamar más la atención entre los jóvenes más confiados.
Entre nosotros, los problemas médico-odontológicos pasan a un segundo o tercer plano. No sabemos de las cifras correspondientes al venezolano promedio en torno a su salud bucal, y el Estado tampoco alerta sobre la materia. Sin embargo, debemos imponernos de dos circunstancias.
Por
una parte, la mayor parte de los odontólogos del país que no han llegado a la
cincuentena de edad, debe encontrarse en el forzado exilio social y económico
que nos caracteriza; y, por la otra, no es fácil formar a un profesional de la
rama que implica un elevado costo. Por consiguiente, la realidad bucal del
venezolana, sobre todo al salir de la pandemia, o, mejor, presumir que ya ha
pasado, debe ser catastrófica.
Fotografías: LB, consultorio ondontológico (Caracas, 11/2022).


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