DE LAS LARGAS DISTANCIAS CERCANAS
Luis Barragán
Se nos antoja,
solemos escribir poco de la cotidianidad venezolana, fuere la real o la
artificialmente impuesta por el discurso del poder. Luce tan obvia que no queda
memoria de ella al experimentar alguna modificación, está de más decir,
inadvertida.
Por mucho que la caraqueñidad se
confundió prolongadamente con la llamada Ciudad Saigón, referencia de la
piratería musical y cinematográfica, o
que a la vista de todos se levantó aquél complejo de ranchos verticales en la
antigua torre de Confinanzas, asombrando al mundo, resultan escasas las personas que aún
recuerdan ambos fenómenos del desempeño urbano del régimen. Parecen incontables
los casos que reclaman una modesta pieza literaria que imprima nuestras vicisitudes
en lo más profundo de la memoria, al menos.
Venezuela gozó de una extraordinaria
vialidad que ejemplificó muy bien la inversión de la renta petrolera, en
autopistas y carreteras. Nos explicó una creciente metropolitanización del país
que acortó las distancias, dando ocasión a la multiplicación de la llamada
ciudad-dormitorio, aunque no hubiésemos desarrollado el sistema ferrocarrilero
que redujera aún más y confortablemente los viajes, como ocurrió con el
subterráneo de Caracas trastocado en un cadáver urbano en la presente centuria.
No obstante, ahora, por muy cercano que sea un lugar, se nos hace muy distante
dentro y fuera de cualquier poblado.
A
modo de ilustración, dejando atrás aquella antigua y culebrera carretera parecida
a la que nos comunicaba con La Guaira, Valencia estuvo prácticamente al lado de
Caracas gracias a una autopista bien mantenida y confiable, pero hoy cuesta en
demasía cumplir con un trayecto difícil y arriesgado. El precio de la gasolina tratándose de vehículos
personales y públicos, el estado en el
que se encuentra una arteria vial tan obstruida por falta de mantenimiento, o
la tremenda inseguridad personal, por no mencionar las famosas alcabalas,
convierten las dos horas en una densidad de disgustos y probables peligros, o
en más horas de las que antes se acostumbraban.
La propia movilidad en las ciudades de grandes o pequeñas dimensiones, ofrece un testimonio semejante. Ir y venir de un punto cardinal a otro, resulta agotador y costoso, sin entrar a detallar la situación generada por las lluvias que sinceran radicalmente nuestra calidad de vida, agregando el espeso tráfico de automóviles por obra de los grandes deterioros que definen muy bien al régimen en curso.
06/11/22:
https://www.lapatilla.com/2022/11/06/luis-barragan-de-las-largas-distancias-cercanas/

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