Luis Barragán
Principiando
1974, a escasos días de entregar el poder, el presidente Caldera inauguró El
Poliedro de Caracas. La prensa de la época saludó el acontecimiento, con las excepciones
del caso, porque la ciudad capital carecía de un referente de buena capacidad
para celebrar eventos de la más variada naturaleza.
Por largas
décadas, el Nuevo Circo satisfizo esa exigencia citadina. De propiedad privada,
más allá de la tauromaquia, fue sede de grandes, libres y exitosos conciertos
musicales, sucesos deportivos, exposiciones, y mítines políticos.
Al parecer, el
mercado era insuficiente para que el sector privado edificara un coso de
grandes dimensiones y el Estado lo hizo, convertida La Rinconada en una
coordenada y taquilla segura para el espectáculo: intérpretes y bandas muy
eximias poblaron de luces y público los espacios y a las nuevas generaciones
les parece difícil imaginar festivales tan rentables, como los gaiteros en los
meses de noviembre y diciembre de la era demcrática, además, con pocos centros
comerciales de un amplio aforo. E, igualmente, que los partidos de la oposición
con capacidad de llenarlo y de pagarlo, hicieran de El Poliedro un escenario
estelarísimo. Por cierto, en un texto de prensa, Lorenzo Batallan propuso que
la excelente pieza arquitectónica llevase el nombre del insigne Vicente Emilio
Sojo, idealizando un programa musical
para la inauguración (El Nacional, Caracas, 06/02/1974).
El Poliedro
fue desatendido y pareció retomar sus
fuerzas, pero lucen demasiados esporádicos sus usos. Como jamás había ocurrido en el siglo XX, en
el presente es un auditorio exclusivo del PSUV. Huelgan los comentarios.


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