DE UN VIEJO Y SIGNIFICATIVO ASCENSO MILITAR (*)
Luis Barragán
La
consolidación del Estado Nacional con el largo ejercicio gubernamental del
general Juan Vicente Gómez, supuso la institucionalización y asimilación del
Ejército y los componentes afines, incluso, en nombre de la paz mínima que fue
tan deseada por la población después de muchísimos años de una violencia
política frecuentemente abierta y descarada. Vísperas de la muerte del
dictador, el acto de Estado con motivo del 25° aniversario de la Escuela
Militar y Naval de fecha 7 de julio de 1935, gozó de una mayor difusión en
contraste con los eventos similares de los años inmediatamente anteriores y
posteriores, constituyendo un indicio cierto y fundado de la distinta
orientación – además – corporativa adquirida por las fuerzas armadas.
El
acto en cuestión, sirvió de escenario para el discurso alusivo de Isaías Medina
Angarita, cuyo protagonismo lo corroboró el ascenso a coronel en los días
siguientes, convertido posteriormente en titular del decisivo ministerio de
Guerra y Marina, abierta la senda como sucesor del general Eleazar López
Contreras en la presidencia de los Estados Unidos de Venezuela. Todo apuntó a
la existencia y desarrollo de un específico plan para la ahora institución
armada, trazado antes del deceso del general Gómez, tal como se ha sospechado
con fundamento del planteamiento y elaboración del llamado Programa de Febrero,
implementado en 1936.
Tres
acontecimientos anunciaron aquella etapa que resultó inédita para el país de
carácter sociológico, político e histórico, más e la anécdota acostumbrada. En efecto, tratamos de la creación de la
Escuela Militar en 1910; el exitoso primer golpe técnico de Estado en 1913, so
pretexto de la imaginaria invasión castrista, con el muy profesional control
militar del territorio nacional perfeccionado con el golpe político de 1914,
igualmente incruento; y el propio acto aniversario de la institución educativa
que abona a la militarización de la memoria histórica que no, la de la sociedad
venezolana de una civilidad a toda costa reprimida.
La celebración aniversaria a través de un
evento rigurosamente castrense, protocolizó ante la opinión pública la
definitiva consolidación del Estado Nacional expresada y sustentada en una
corporación castrense convincentemente profesional, especializada y estable. La
selección del orador, el contenido de la alocución y el ascenso próximo,
notarió una situación ya irreversible como no imaginaron los más destacados,
consagrados y también fracasados adversarios del régimen luego reemplazdos por
aquellos que se esforzaron por una novedosa interpretación de la realidad
respondida cabalmente a mediados de los cuarenta.
Huelga comentar que la entidad castrense se
hace tal sólo como manifestación del Estado Nacional, por cierto, el que ha de ejercer el monopolio
legítimo y lícito de la violencia. Y es que, aún concebido constitucionalmente,
antes de su consolidación, dudamos de la propia existencia del Estado,
sometidas las armas al servicio de una parcialidad política y a los caprichos
del caudillo de turno.
(*) Resumen de un trabajo más extenso, intitulado “Del significativo ascenso militar de Medina Angarita en 1935 (Breve
ejercicio histórico)”, incluido en: López A, R – Guía C., G. – Garay C.
(Coordinadores) “Historia militar, historia naval y relaciones internacionales
siglo XVIII, XIX y XX”, IPC-UPEL, Caracas, 2024: pp. 187-229:
https://www.espacio.digital.upel.edu.ve/index.php/LIBROS/issue/view/117
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