EL DEBER DE HABLAR A LA DIÁSPORA
La decisión adoptada por la Suprema Corte
estadounidense de fecha 3 de los corrientes, dejando sin efecto la protección
temporal de los venezolanos, apunta a una caracterización incontrovertible de
la diáspora: su dispersión y vulnerabilidad, por ejemplo. E, igualmente, a la
necesidad de una respuesta sensata, participada y coherente de nuestras
comunidades necesitadas de una creciente organización y compactación; en todo
caso, es lo que modestamente aspiramos para los coterráneos que se encuentran
físicamente más allá de nuestras fronteras.
Por supuesto, obliga a un constante examen de
conciencia nacional, consabidos los orígenes fundamentales del fenómeno
migratorio de tan marcadas e inéditas dimensiones. Empero, conocidas las causas
iniciales del desplazamiento y la búsqueda de refugio, importan ahora más los
planteamientos y las iniciativas que se puedan adoptar para disminuir en lo posible
aquellas debilidades que tanto fatigan a los nuestros (allá) y angustian muchísimo
en casa (acá).
Ciertamente, tribunal extranjero alguno está llamado a
reemplazar al Estado venezolano para proteger a los nuestros, aunque – conocida
la situación hasta la saciedad – parece inevitable diligenciar alternativas que
ayuden a nuestra gente: al menos, a tener una noción precisa y disponer de una
herramienta eficaz y oportuna para responder a las circunstancias. Por ello,
insistimos en la necesidad de una organización social de la diáspora
venezolana.
Por lo demás, nadie cuestiona que Estados Unidos vele
por y ejerza su soberanía, pero necesitamos convencer a sus autoridades
competentes, comenzando por el primer magistrado nacional, en torno a la
importante comprensión y paciencia sobe las realidades que condujeron a la
desesperada fuga de centenares de miles de compatriotas hacia el norte. Sería
una locura desconocer que hay delincuentes que deshonran nuestro gentilicio y
hasta personas que procuran el asilo sobre mentiras a veces descaradas, pero la
contundente mayoría de los venezolanos es gente honesta, esforzada, calificada
y trabajadora que procura un mejor destino para síes y para los suyos.
El fallo judicial que tampoco significó la previa
movilización de los nuestros, apunta a la necesidad de una representación y
conducción política en el exilio, cuyo primer e insoslayable deber es el de
hablar para evitar la desmoralización inmediata y profunda que lleva a la
angustia y desesperación de compatriotas inocentes. Ningún favor hace que soportemos
resignados esa suerte de estigmatización universal de los venezolanos, antes
impensable, como mecanismo político de aglutinación propiciado o promovido
desde Washington, DC.
Ilustración: Brandon Kudwell.
05/10/2025:
https://lapatilla.com/2025/10/05/el-deber-de-hablar-a-la-diaspora-por-luis-barragan/
Lamentablemente, el liderazgo político venezolano está desdibujado fuera del país
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