miércoles, 18 de mayo de 2022

Olvido de nombres

DESCUBRIRÉ EL RÍO TAMBIÉN

José Pulido (*)

Vi dos torres forjando la herradura del cielo

eran enormes y no lo parecían

eran tan distintas en su exactitud

porque en alguno de sus ángulos subsistían

espacios para suicidas y para guindar floreros

Decidí que se llamarían Las Torres de El Silencio.

Y ¿por qué del silencio?

porque su horizonte en realidad es casi mudo

Avancé por debajo de sus laberintos

rememorando aquellas carreteras,

en que bajé de un carro o de algún autobús

dando vueltas para encontrar los baños

detrás de todo lo execrado

y oriné sobre naranjas exprimidas

cuyos olores ya habían perecido

pobres naranjas, caer tan bajo después de ser paisaje

Las Torres por dentro eran pura frialdad

y mosaicos carcomidos,

pero pude lograr algo inaudito: hallé el lugar

donde seguramente reposaban las huellas digitales de todos los hijos

de cuando eran niños y los llevábamos dominicalmente a comer pollo.

Después de eso salí a la calle y me extravié

hasta que un rumor anunció el río,

sé que hubo un tiempo

en que los cunaguaros breves y los venados eternos

se bebían las auroras junto con sus cabezas en el agua virgen

aquel río que de vez en cuando desaparecía del alma

porque su espeso marrón era como una culebra de barro

y fue entonces cuando vi una garza aleteando agonizando

y decidí fundar la ciudad bajo el nombre de una virgen

que se pareciera al agua de antes

que se pareciera a la garza en su martirio

pero olvidé todos los nombres habidos

y solo pude pronunciar una palabra

que no figura en la Academia de la Lengua.

(*) Uno de mis viejos poemas. Lo pongo otra vez, pero ahora con una fotografía de Leo Matiz, que reposa en las maravillas que guarda el Archivo de Fotografía Urbana

18/05/2022:

https://www.facebook.com/photo/?fbid=10229014286722987&set=a.4673512116907

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