lunes, 3 de noviembre de 2025

Problemario


LA ANTIPOLÍTICA Y SU FALSA CINEMATOGRAFÍA

Luis Barragán

Por supuesto que la política tiene sus muy exactas obscuridades, como suele pasar en otros ámbitos, disciplinas y especialidades. Empero, no puede enterrar sus errores, como ocurre con los médicos, por citar un ejemplo de mala praxis, ya que no se entiende la política naturalmente asociada a la democracia, sin las libertades de indagación y denuncia, ventilación y transparencia, sospecha y corroboración.

Hay quienes proclaman que nada le deben a la política para el desempeño y rentabilidad de sus labores privadas, convertida la autosuficiencia engañosa en una sentencia inapelable. O no gustan de un determinado partido, pudiendo bregar por otros, e, incluso, crear el propio, mas no siquitrillar la institución e institucionalidad partidista: en lugar de las pastillas, un acertado disparo quita algo más que el dolor de cabeza.

El presente siglo ha sido de sesión demasiado continua para una filmografía de tediosas versiones: es la del ejecutivo de una transnacional que juraba solemnemente ante el espejo, en el club de tenis o en una barra amable de vasos campaneros, que nada le debía a la detestada política que la creyó fervorosamente prescindible, porque se bastaba a sí mismo con su exitosa carrera gerencial. Porque había que moler a los malvados, votó intrépida y entusiastamente por quienes barrerían la corrupción de aquí a la eternidad, aunque – a la vuelta de muy pocos años – la firma para la cual trabajaba, como otras afines, se vio forzada a irse del país y nuestro personaje no consiguió otro empleo semejante y estable, pronto se desactualizó y se vio forzado socioeconómicamente a emigrar y a volver al país donde nunca pensó que una determinada política económica le descalabraría la vida junto a su familia que ahora es inquilina de la nostalgia, regada por ahí, más allá de la fronteras, cada vez más imposibilitada de pagar una universidad a la prole.

Digamos la versión del obrero que perfeccionó el oficio, calificándose técnicamente hasta hacerse todo un proletario deseablemente industrial (dignos ingresos reales, seguridad social, capacidad de ahorro, sindicalización), pero la fábrica cerró y hubo que vender el carro y el apartamento para internarse en uno de los numerosos cinturones marginales que crecen en el país. O la del afortunado estudiante que entiende que lo suyo consiste exclusivamente en estudiar, soslayando que otros de su edad no puedan hacerlo, y que ocupa aulas con un profesorado inexistente porque los salarios no alcanzan por muy titular que sea, sospechando que demasiados pocos concluirán la carrera.

Entre nosotros, definitivamente, la antipolítica es antipartidismo, pues, desespecializándose, la política se puede hacer desde las redes digitales,  el gremio, el medio de comunicación o la renombrada empresa de la familia, sin que jamás se permita ostentar una naturaleza y una nomenclatura partidistas. Y, en términos generales, lleva a una triste y triple ironía: la despolitización al interior mismo de los partidos que se suponen políticos y la de un populismo sin pueblo que realiza una sociedad consumista sin consumo.

Un prejuicio de honduras insospechadas, el ejecutivo, el obrero, el estudiante y el profesor al que no le alcanza para pagar la gasolina de su vehículo ni el pasaje del transporte público, están resignados en el fondo de una sala de proyección, temerosos de cualquier linterna que los apunte, porque no se atreven siquiera a gritar que la película es falsa, que no pueden vivir inopinantes a espaldas de las decisiones y decisores de un destino inevitablemente compartido, porque nada ni nadie se salva por si solo o a solas. Impresionante estupidez la de pretenderse ajenos a la política que otros hacen al monopolizar el poder, la riqueza y la cultura, como absurdo es que, en los tiempos de juventud, no se sienta el coraje y la pasión heroica de amar a otra persona, huérfano de coraje y pasión para los estudios, el deporte, la música y la política hecha de principios y valores.

Asumamos, una posible y letal combinación de pospopulismo y antipolítica reafirmará todavía más la polarización multidimensional de la que hablan los especialistas, en el orden ideológico, identitario, afectivo y cualquier otro imaginable de no prever las condiciones indispensables para generar el consenso liberador. Luego, el problema político que afrontamos no es un mero asunto de la ingeniería de las emociones.

Ilustración: Andrei Popov.

Fotografía: LB (2022).

 04/11/2025:

https://www.elnacional.com/2025/11/la-antipolitica-y-su-falsa-cinematografia/

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