EL DERECHO A SER ESTÚPIDO
Sadio Garavini di Turno
El historiador británico y
profesor de la Universidad de Harvard, Niall Ferguson, comentando sobre el giro
a la izquierda de Chile en materia económica y política, mencionó que si bien,
durante las últimas décadas, Chile había sido “muy inteligente”, el “más
inteligente de América Latina”, ahora parece estar comenzando a “ejercer su
derecho a ser estúpido”. Efectivamente, Chile
ha sido de lejos la sociedad latinoamericana que no sólo tuvo el mayor
crecimiento económico, sino que logró la mayor reducción de la pobreza, el
aumento del bienestar social, el crecimiento de las clases medias y la
movilidad social, la expansión de la educación y hasta disminuyó la
desigualdad, aunque siga siendo alta. Más recientemente, en cambio, se ha
caracterizado por la violencia, la inestabilidad política y la crisis
socioeconómica. En las últimas elecciones, la mayoría del electorado descartó
los partidos moderados de centro derecha y de
centro izquierda, que habían gobernado durante los años del crecimiento
socioeconómico y optó decidir entre la izquierda populista y la derecha
radical. Además, una Asamblea Constituyente, electa en medio de la violencia
política, preparó un proyecto de Constitución de 388 artículos, que The
Economist define como “una lista de deseos izquierdista, absurdamente larga,
fiscalmente irresponsable y a veces alocada (dotty)”. Veremos pronto si Chile
seguirá ejerciendo su derecho a ser estúpido.
Pero, el derecho a ser estúpido no se ejerce
sólo en Chile. Argentina parece que lo ejerce desde hace tiempo. Durante las
primeras décadas del siglo pasado, Argentina tenía el ingreso “per capita” más
alto de América Latina y superior al de Francia, Italia, España, Canadá,
Australia y Nueva Zelanda. Todos son ahora países plenamente desarrollados,
mientras Argentina descendió al subdesarrollo. Mucho tuvo que ver la
polarización entre el populismo socioeconómico peronista y la torpeza de la
rancia oligarquía agroindustrial. Perú también ejerció su derecho a ser
estúpido en varias ocasiones, pero, en particular, cuando decidió elegir a
Fujimori en cambio de Mario Vargas Llosa, quien hubiese aplicado el mismo
exitoso plan económico del primer mandato de Fujimori, sin la corrupción y la
violación de derechos humanos del autócrata. Más recientemente, Perú volvió a
ejercer su derecho a la estupidez al optar por decidir, en las elecciones
presidenciales, entre un soberano ignorante de la izquierda radical y la
derecha autoritaria de la hija de Fujimori. Venezuela ciertamente ejerció su
derecho a ser estúpida cuando en 1998 decidió darle la presidencia a un militar
golpista, “enamorado” del modelo fracasado de la “isla de la felicidad”
castrista.
Colombia, en las recientes elecciones presidenciales, parecía que también iba a ejercer su derecho a ser estúpida, al optar entre la izquierda radical de Petro y el populismo “bukelista” de Hernández. Sin embargo, la ejemplar conducta democrática del presidente electo, en su entrevista con Duque, su invitación para dialogar a Uribe y al propio Hernández, fomentan la esperanza que Colombia podría ser distinta. También el nombramiento como Canciller del conservador moderado Alvaro Leyva Durán, del respetado economista José Antonio Ocampo, como Ministro de Hacienda y del prestigioso ex rector de la Universidad de los Andes y candidato presidencial centrista, Alejandro Gaviria, dan la impresión que Petro no quisiera ejercer su derecho a ser estúpido. Veremos.
Ilustración: Ganduz Aghayev.
20/07/2022:
https://www.eluniversal.com/el-universal/132504/el-derecho-a-ser-estupido

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