Luis Barragán
"Entre
esos dos muros camina gente
vestida
con el color del polvo, interminablemente,
sin
la esperanza de una hojita verde de los
jardines
que hay detrás de los muros.
¡Abrir
puertas en esos muros, como sea, abrir puertas!"
Gabriele
Tergit (*)
De
una espesa mezcla de errancia, polvo y gases urbanos estamos cubiertos, al andar
todos con la otra mezcla de lentitudes y prisas. Quienes mandan hoy en
Venezuela, cuentan con identidad, una
identidad forjada por los privilegios que otros, en la proximidad, ensayan,
mientras que el resto la va perdiendo, divagando, arropado por la intemperie,
buscando puertas y ventanas por donde escapar, entre las paredes de esta
gigantesca prisión en la que se ha convertido el país.
Los regímenes de fuerza tienden a
prolongarse en la medida que quiebran resistencias, desestructurando a la sociedad
que tienen por coto de conquista y de caza.
Jamás fue una invención aquello del primer torpedo que siempre estuvo
destinado a la familia, rompiendo la unidad, la cercanía y la intimidad que la caracterizan al
promediarla.
Es lo que ha ocurrido, por una
parte, al auspiciar el exilio masivo orientado a la definitiva y, a veces,
cruel desestructuración familiar. Cada vez menores lucen las oportunidades para
un reencuentro, esparcidos por el mundo los integrantes de un hogar que, desde
los más remotos tiempos, los convocó el solo hecho de tener el mismo apellido, y,
sobre todo, el común afecto y el apego constituidos en un formidable
patrimonio.
Por otra, cada vez son más amplios
los sectores sociales en el país, golpeados por la desescolarización. El
quebrantamiento de la escuela que complementó y hasta fungió como reemplazo de
la casa misma, encamina tempranamente a los niños y adolescentes hacia el
hampa, jurando encontrar amistad y explicación en las bandas criminales. Y esto,
fundamentalmente afecta a los más vulnerables e indefensos estratos, como si
varias bombas nucleares de tiempo estallaran para despedazarles calculadamente
las esperanzas y evaporar la fe.
Cualesquiera instituciones de la
sociedad asediada, constituyen sendos objetivos para las camarillas
desestructurantes del poder, pues, la
mafia política está por encima de la propia familia biológica, añadidos los
testaferros. Todo le es efímero, intrascendente y susceptible de simulaciones,
salvo el presente y sus sonantes y campantes contabilidades.
(*) “Los Effinger. Una saga berlinesa", Libros del
Asteroide, Barcelona, 2022: 393.
Fotografía: De puertas adentro ©Maribel-Gijon.
24/07/2022:
https://guayoyoenletras.net/2022/07/24/regimenes-de-desestructuracion/

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