EL AVIÓN DE UN MILLÓN DE HECTÁREAS
Luis
Barragán
Viejos
y endurecidos brochazos de barníz se ofrecen como empeñadura de unas relaciones
incomprensibles para el venezolano promedio, fuera o dentro del país, con los
iraníes. Tratándose de una inconmovible
teocracia de hábítos que nos son tan ajenos, lejos están de la cercanía y familiaridad
cotidiana que sostenemos con los “turcos”, expresión genérica para referirnos a
cualesquiera personas de la más variada procedencia árabe y matices religiosos.
Demasiado
inevitable no asociar a los teócratas iraníes capaces de negociar con las más
sórdidas dictaduras del mundo, con el avión todavía varado en Argentina de
bandera venezolana, pero de procedencia persa. Las investigaciones judiciales
adelantadas al sur del continente, no caracterizan precisamente la nave, sus tripulantes
e itinerarios como parte de una programación recreativa e infantil en la que
incurrieron en el desenfado de distribuir unos paquetes de cigarrillos o
algunas piezas automovilísticas, sino perfilan un extraordinario movimiento de
infiltración y estabilización terrorista extracontinental bajo un sello nada
deportivo: Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.
Por esos mismos
días de junio del presente años, visitaba personalmente Maduro Moros a sus
amigos persas, enunciando apenas algunos de los numerosos acuerdos comerciales,
energéticos, ambientales, militares y de cualquier otra naturaleza que se
conocen muy después, o nunca, y, a veces, resultan baladíes y, otras,
exageradamente serios para haberlos callado. Ha sido tradición de la
cancillería, al menos, la de este lado del mundo, la de silenciar o balbucear
apenas numerosos trámites y diligencias que complementan la mudez y la
ineficacia del parlamento que le sirve como resignada sucursal.
A
principios de julio, comenzó a rodar la especie en la prensa extranjera de la
cesión de un millón de hectáreas por Venezuela, a favor de la República
Islámica de Irán y periodistas, como Maryam Sinaee, quien – por cierto – desde finales
del años pasado hace un seguimiento de los frutos iraníes rechazados en India o
Rusia, o Simon Anquetil que ha calificado de movimiento geopolítico dramático
los esfuerzos de Irán y Venezuela, ambos sancionados por Estados Unidos, nos revelaron
aquello que algunos acá supusieron como una falsa noticia. Empero, los indicios
eran más que suficientes, permitiéndonos ironizar en torno a los
dependentólogos que le rezan todavía a Eduardo Galeano (https://apuntaje.blogspot.com/search?updated-max=2022-08-01T06:37:00-07:00&max-results=7),
extendiéndose Ludmila Vinogradoff para un medio madrileño.
Extraña
fórmula de cultivo de ultramar para ahorrar los recursos hídricos persas, desconocidas
las propuestas agroindustriales, los volúmenes de inversión, la proyección de
mercados, y todo lo que implica nada más y nada menos que la cesión
inconstitucional de un millón de hectáreas, donde todo, absolutamente todo cabe,
incluyendo un avión de proporciones tan gigantescas que se dirá semejante al
que está en el aeropuerto Internacional de Ezeiza, para el reparto de algo más que cajetillas de
cigarrillos. En ese avión de formidables
dimensiones, caben ejércitos, sistemas de armas, espías, prisioneros de guerra,
plataformas de lanzamiento aeroespacial, y todo perol que ayude a la alianza
antes inexplicable del socialismo con las más rigurosas teocracias con las que
descubre y recrea afinidades.
Un autor,
Narges Bajoghli, cuyo título nos ha facilitado el amigo Guido Sosola, asegura
que la revolución islámica ha perdido vigor, planteándose el reto de
salvaguardar el nivel económico alcanzado, el estatus social de sus líderes y
la atracción de los jóvenes, siendo tres las soluciones encontradas: ocultar
los orígenes del régimen, buscar nuevas estrategias de distribución y apelar al
nacionalismo (*), aunque lucen insuficientes
las “guerras de poder” por aquellos lejanos predios. El atrevido concurso en
una América Latina que podría parecer tan lejana, como baldía, incluso, para la expansión de la fe islámica,
parece una extraordinaria bandera para las nuevas generaciones de aquel lado
del mundo.
Quizá, algún día, haya una contrapartida: los jóvenes conversos latinoamericanos pueden acometer una empresa semejante al otro lado del mundo. El credo a defender, ya no es político ni ideológico.
(*) "In
the Islamic Republic, a revolutionary system has become the status quo, and now
the Republic faces the question of how to keep its system “alive.” This question
entails two main challenges: how to safeguard the socioeconomic and class
status of its leaders and how to appeal to younger generations and their
demands for political participation. The solutions that regime media producers
have offered in Iran are threefold: to hide the origins of regime discourse
through strategies of dissimulation, to create new distribution strategies, and
to appeal to notions of nationalism as a unifying force beyond political
ideology, especially in the face of growing sectarianism in the region, proxy
wars with Saudi Arabia, and an understanding that Iran’s youth is no longer
motivated by political Islam”, en: Narges
Bajoghli (2019) “Iran reframed. Anxieties of power in the Islamic Republic”,
Stanford University Press, California: 116.

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