miércoles, 7 de septiembre de 2022

Cuaderno de bitácora

Diríamos que, a mediados de los setenta del veinte, descubrí que ahorrando podía saciar algunas curiosidades, como la de “escapar” a un concierto de Serrat, cuando venía con tantísimo y probado gusto,  o comprar algún libro que no estaba en la biblioteca del liceo u otra pública,  y cuyo precio no fuese tan elevado y prohibitivo. Vieja costumbre que mi hermana sigue, mamá escuchaba NotiRumbos, cuando estaba temprano en la cocina, pendiente simultáneamente de las noticias, siendo tan incansable la publicidad del libro “Gómez, el amo del poder” de Domingo Alberto Rangel, alguien que era tan familiar  a la opinión pública, a través de los medios, conferencias y actos en reclamo de la más completa nacionalización del petróleo, con un uso particular, vehemente y enfático del lenguaje que también nos atraía.

            De exitoso y reiterado tiraje en 1975, adquirí un ejemplar de la primera edición que forré con el llamado papel contact transparente tan de moda para la época, creyendo así preservarlo por siempre.  Desde entonces, varias veces leído, subrayadísimo, con el tiempo me causaba gracia algunas notas ingenuas de aquel imberbe lector, pero no tanto el deterioro creciente y los hongos, a pesar de tenerlo adicionalmente encapsulado. Tres o cuatro años atrás, luego de partirse en dos el lomo que se suponía fuerte con una pega que demostró ser de mala calidad, se resquebrajó definitivamente la obra.  Y, literalmente, buena parte de las hojas se quebraron, cambiaron de color, alcanzando un marrón intenso. A simple vista, las páginas de ayer parecían aserrín y astillas de madera. Irremediable, hubo que botarlo, implosionando el volumen.

            Ya para dos o tres años sin pasar por el remate de libros que está debajo del puente de la avenida Fuerzas Armadas, ahora, estuve cerca y decidí hurgar un poco de lo que fue un lugar de referencia y prestancia. No recordaba cuál, pero sabía que tenía una cuenta pendiente con un libro que jamás lo he visto  en modo digital.  Y tropecé con el ya citado del viejo Domingo Alberto,  5° edición de octubre de 1975.

            En días recientes había renovado el deseo de releerlo, con toda la imaginación e invectivas propias de tan prolijo autor, por cierto, devoto de la muy vieja prensa, como lo ha demostrado en sus títulos históricos, o con aspiraciones historiográficas. Pendiente de leer “Blonde” de Joyce Carol Oates, cuya versión digital nos espera desde hace meses en el disco duro de la computadora, no olvidamos la apreciación que hizo Rangel de la biografía que escribiera Norman Mailer de Marylin Monroe. Bastante prepotente el tovareño, juzgó de parroquial, o ridículamente parroquial, la historia que no fuese futo de la conjunción de la ciencia social, con la literatura y la psiquiatría.

            Lo cierto es que ha vuelto “Gómez, el amo del poder” a nuestra estantería que, por cierto, la he reducido bastante, añadidos varios títulos de Domingo Alberto, en una depuración general y cíclica, necesaria y lógica, no sólo por razones de espacio, sino porque el tiempo marca algunas pautas que nos resultan las más sustanciales, dejando otras para la ocupación ajena. A veces, extrañamos no tener al casi todo Vargas Llosa que leímos desde tan jóvenes, o los quince tomos del pensamiento político venezolano del siglo XIX que regalamos. Y jamás imaginamos la quiebra del mercado editorial en términos tan escabrosos, etc., etc.

LB

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