PODER POLÍTICO Y CRIMINOLOGÍA
Luis Barragán
Providencialmente,
desde hace muchos años contamos con el aporte del Observatorio Venezolano de
Violencia (OVV), y de sus expertos, quienes han logrado caracterizar objetiva, responsable
y rigurosamente, la situación que aqueja al país. La delincuencia ha adquirido
un desarrollo tal que la entendemos personalmente, por una parte, como
expresión de la guerra no convencional que nos azota cada vez más visiblemente;
y, por otra, que concursa, influye y determina, mas no se confunde, con el poder político.
Presumimos que no es necesario
probar los servicios aportados por las bandas hamponiles al ejercer el control
social de las comunidades que las domilician, a cambio de impunidad. U, otro
ejemplo, propiciar un clima de terror en los espacios públicos ante la
demasiado aparente incapacidad de los funcionarios policiales para reducirlos. Empero,
consideramos importante cuestionar una falacia que parte de premisa cierta de
la existencia de sendas mafias, arribando a la falsa conclusión de que no son
portadoras de un adicional relacionamiento político.
Puede aseverarse que, distintas y
especializadas ambas actividades, la del ejercicio del delito común y la del
poder político, contando con tan específicas exigencias de propósitos y tareas,
de tiempo y técnicas, que una completa fusión significaría, además, la etapa
final del Estado depredador en el que han convenido. Mientras haya Estado, algo
de interés común, habrá depredación y sólo el agotamiento de los recursos y
ventajas, los confundiría para ensayar fórmulas superiores de carácter
transnacional en los más variados rubros de la criminalidad, fueren o no
sofisticados.
La jefatura de una mafia determinada
puede estar encarnada en las más importantes figuras del Estado, pero éstas
necesariamente deben delegar funciones y representaciones. Una creciente
complejidad de las actividades y organizaciones delincuenciales fuerzan a una
división del trabajo, buscando una mayor eficacia.
La existencia, continuidad y
estabilidad de las mafias, significa no sólo la penetración de las
instituciones y demás instancias del Estado, sino la conformación de un sistema
político que las comprende. Vale decir, con insumos y productos que cumplen un
ciclo que considera y evalúa, tratando de controlar o manipular, la formulación, filtración, competición y
reducción de las demandas ciudadanas; la concreción de los problemas más
críticos y riesgosos, sugiriendo alternativas; la existencia, movilización y administración
de los recursos disponibles; y la adopción, ejecución y evaluación de las
decisiones, en el marco de un predominio propagandístico y publicitario
esmerado.
Luego, luce aventurado afirmar que
un régimen de tales características, sólo, única y exclusivamente merece una
perspectiva, consideración y tratamiento criminológico y criminalístico. Tamaña
convicción constituye la mejor garantía de su supervivencia que es, ante todo, política.
Obviamente, el problema reporta una
novedad que requiere de imaginación y coraje para una respuesta adecuada y
certera. Este es el punto esencial en torno a la calidad y confiabilidad del
liderazgo que, al defender la libertad y la democracia, inevitablemente ha de
combatir a las mafias que las cercenan por una fundamentalísima razón
existencial.
Gráfica: Tomada dela red.
11/09/2022:
https://www.lapatilla.com/2022/09/11/luis-barragan-poder-politico-y-criminologia/
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