DELITOS DE LESA ESCOLARIDAD
Luis Barragán
Cada vez más
remota, digamos, completamente puntofijista,
nuestra escolaridad fue harto superior a las de las actuales generaciones que
muy apenas la pueden acceder. La diferencia fundamental no reside entre el aula
de la modernidad y la posmodernidad, sino en un franco retroceso a la barbarie
que, guardando las proporciones históricas, colocan al régimen socialista en aproximación al desempeño educativo de la
dictadura gomecista que le dio por crear uno que otro liceo en la Venezuela de
entonces, predominantemente rural.
Ya hay muestra de ello, a la vuelta
de pocos años, nos golpeará profundamente la desescolarización y el hambre de
los muchachos de ahora, como un legado siniestro del actual poder establecido
que estamos obligados a superar. Les ha faltado digerir una arepa bien rellena
de carne mechada, o, al menos, una empanada convincente de pollo, con un vaso
de leche, a los tres o cinco años de edad,
y también un ordenado, pulcro, seguro y confortable salón para las
clases diarias bajo la rectoría de un maestro dedicado, bien pagado y
vocacionalmente satisfecho.
Las cifras educativas del país, son
tan confidenciales como las macroeconómicas y criminales, siendo el más
importante delito contra nuestros escolares el de la ocultación y, a lo sumo,
manipulación estadística de una realidad padecida dolorosamente por todos los
sectores de la sociedad, aunque la popular cantante Olga Tañón nos aseguró
felices al cumplir recientemente con un contrato de presentación en la ciudad capital.
Quizá debería saberlo, porque el socialismo del siglo XXI pugna por extenderse
al resto del continente, que nuestros colegios públicos están en ruinas, es
creciente la deserción estudiantil y docente, y el promedio de las escuelas
privadas a duras penas sobreviven bajo la extorsión política de las autoridades
educativas.
El principal proceso de (de)
socialización se da fuera del ámbito escolar, bajo la perversa pedagogía de los
jerarcas del hampa en los sectores populares y de su peculiar sistema de
premios y castigos, al mismo tiempo que los sectores medios sufren de una
radical incongruencia de estatus que también eleva la apuesta por la selva del
Darién y sus equivalentes. En unos, por más que los militares
constitucionalmente las monopolicen, la sola y libre circulación de las armas de guerra se
convierte en un extraordinario y superbigotudo recurso didáctico, mientras que,
en otros, buscan pagar un centro de enseñanza, preferiblemente de orientación
católica, que aporte algo de valores a los chamos que acostumbran a inscribir provisionalmente, porque suelen deber las
mensualidades del año lectivo anterior.
Fuerzan a maestros y profesores a la
promoción de grado de los alumnos reiteradamente aplazados, además, con un
precario o inexistente conocimiento en matemáticas, química y física, perdida
la autoridad, aunque no la auctoritas,
en el salón de clases, nociones éstas distintas e incompatibles con el
autoritarismo, gracias a determinados dispositivos legales que convierten al
Estado fantasmal y depredador, en el exclusivo y arbitrario protector
de menores. ¿Cómo pedir sensibilidad y cordura al ignorarse las más elementales
fórmulas de orden y convivencia ciudadana, como la de caminar a la derecha en
los espacios públicos, delatando la falta de colegio o escuela; o
aceptar el mutuo respeto y la mínima sensatez siendo tan violento el poder
establecido desde su propia discursividad, convertida la educación en una
práctica de la opresión?
Las antiguas comunidades educativas
que llamaban a la participación de padres y representantes prácticamente no existen,
partidizadas las públicas, añadido el empleo de los inmuebles oficiales para
las actividades proselitistas en el caso de que el techo no se les venga abajo.
El movimiento magisterial ha sufrido una amarga y continua derrota en más de
dos décadas, erigida la dirección parroquial en sustitución de las viejas zonas
educativas, como ramales del partido de gobierno.
Frente al Estado incompetente y agresor que empuña la exclusiva certificación de los estudios cursados, la sociedad va poco a poco reivindicando y asumiendo hasta donde puede la dirección u orientación alternativa, por cierto, a tono con el principio del destino universal de los bienes (y servicios). Consagrando el crimen educativo, se ha estructurado la imposibilidad real y palpable de proseguir regularmente cursos de cualquier nivel, y, quizá como un adelanto de la deseable sociedad docente, bajo el modelo y la estrategia de desarrollo explicado por una economía social de mercado, surgen en los sectores populares los maestros que cobran modestas cantidades por atender a un número importante de niños, en el propio hogar; profesores particulares que refuerzan el conocimiento y las destrezas de los jóvenes de padres que pueden pagarlos, trátese de materias contrapuestas como la de matemáticas o la del entrenamiento futbolístico; o talleres prácticos para la reparación de computadoras, fregaderos y neveras: esbozos de un probable porvenir para el sistema y aparato educativo.
Reproducción: "Salón principal de clases del Liceo Caracas". El Nuevo Diario, Caracas, 21/04/1917, tomado de https://lbarragan.blogspot.com/2019/12/noticiero-retrospectivo_22.html
11/10/2022:
https://www.elnacional.com/opinion/columnista/delitos-de-lesa-escolaridad/

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