EL SOCIALISMO CAMPAMENTAL Y LOS RECIENTES SUCESOS DE TUMEREMO
Luis Barragán
Avanzada la presente centuria, con el
agotamiento de la amplia alianza
política y social que lo llevó al triunfo electoral de 1998, evadiendo una
contundente definición ideológica,
gracias al programa constituyente, Chávez Frías allanó el camino hacia
la reforma constitucional de 2007, sincerando su profesión de fe marxista, o,
mejor, castrista; no obstante, como lo refirió, por ejemplo, en un programa
radiotelevisivo del 13 de agosto de 2005, celebrándolo litúrgicamente al calor
de la experiencia cubana, en el marco del XVI Festival Mundial de la Juventud y
los Estudiantes, el llamado Socialismo del Siglo XXI – advirtió – ha de
depender de las “reestructuraciones permanentes que hay en el proceso
bolivariano”. Más allá de la consigna,
una versión tan tercamente acomodaticia del socialismo, suscitó una hondo y significativo
impacto en el ámbito militar, pues, dejando constancia de su afiliación, el
general Raúl Isaías Baduel, al cumplir su tránsito ministerial, en fecha 18 de
julio de 2007, incurrió en el muy quizá
ingenuo llamado a su actualización, implicando “la necesidad imperiosa y urgente de formalizar un modelo
teórico propio y autóctono”, agregando: “Hay que admitir, que este modelo
teórico —hasta los momentos—, ni existe, ni ha sido formulado y estimo que
mientras esto sea así, persistirá la incertidumbre en algunos de nuestros
grupos sociales. Como he dicho, en otro lado, debemos inventar el socialismo
del siglo XXI, sí, pero no de manera desordenada y caótica, sino valiéndonos de
las herramientas y el marco de referencia que nos da la ciencia”,
invocando más tarde el “mandato claro”
del artículo 328 de la Constitución y los principios del Código de Bushido, la “guía moral de la
mayoría de los samuráis”.
Herencia celebrada por Maduro Moros,
añadiendo el martirio del general que lo salvó junto a todo un régimen por
2002, la ausencia de políticas públicas, imposible de sustituir por las
llamadas misiones cuales campamentos militares puntuales y provisorios, deriva
en respuestas cortoplacistas,
sobrevenidas, provisionales y meramente operativas, en relación a los problemas
fundamentales que los prohombres del poder por siempre denunciaron (y
denuncian), impuestas por la fuerza, sin mediar jamás una adecuada rendición de
cuentas, frecuentemente explicadas por la coyuntura electoral. Tienen por
ventaja la conveniente abstracción de la promesa socialista, dependiente de las
tácticas políticas marcadas por las meras circunstancias, difícil de concederle
una definición no sólo a la luz del bolivarianismo, sino desde la propia
perspectiva de la denominada militaridad que trata de una suma de elementos
simbólicos, inherentes al Estado, auspiciando la sumisión al exagerar las
condiciones en las que heroicamente deben intervenir la Fuerza Armada Nacional
para la salvación de todos.
Luego,
el socialismo campamental, el del
irreductible esfuerzo de la improvisación, agitación y provocación, al que ya
se le hace difícil el financiamiento de la movilización de masas, tiene por
única solución el acto militar y militarizador que trasciende la simple
metaforización del empleo de la fuerza bruta.
No importa cuán insensato sea, e, incluso, que no se sepa de su empleo
en su más exacta dimensión, como ha ocurrido a finales de octubre del presente
año con la militarización de Tumeremo, con la consiguiente denuncia de
allanamientos ilegales y atropellos, afectando a los trabajadores de la
localidad de Imataca, pidiendo explicaciones los voceros de las juntas
comunales por el feroz ataque contra los mineros bajo un espectacular despliegue armamentístico, como lo ha
reseñado FundaREDES (https://twitter.com/FundaREDES_/status/1586098001205919747), en el marco
de una generalizada censura de prensa.
Los
habitantes de Tumeremo, municipio Sifontes del estado Bolívar, protestan el
ataque y la presencia militar para el desalojo y huida de más de mil mineros de
Imataca que incluyó la quema de la Iglesia, aislando a la entidad, bajo el
argumento de un desempeño ilegal de grupos considerados como “armados y
terroristas”, aunque – negando la calificación – los trabajadores refieren una
actividad legal que tributa a la Corporación Venezolana de Minería (CVM) por
concepto de extracción. Los comerciantes del lugar elevaron sus protestas por
un operativo de tamaño calibre que afectó a toda la municipalidad, al
congregarse valientemente en la calle en demanda de un pronunciamiento del
alcalde, según a las escasas fuentes
noticiosas.
Es
demasiado evidente que el socialismo da para todo, justificando cualesquiera
decisiones que afecten a las personas más inocentes, sin que haya una instancia
administrativa y, mucho menos, judicial que pueda poner un mínimo de orden y
sosiego en el territorio nacional, como bien lo ejemplifica lo acaecido
recientemente en tan importante localidad guayanesa que se explica en el
contexto de toda una irresponsabilidad: la del Arco Minero, como espacio de la
explotación indiscriminada de nuestros recursos naturales, urdido un enjambre
de intereses que en tiempos de la prensa y del parlamento libres, no hubiese
sobrevivido. Apenas, las autoridades militares solamente refieren al desalojo
de los mineros ilegales, pero no dan cuenta de los excesos y las violaciones de
los derechos humanos y tampoco podrían darla en torno a una política pública
ausente que no les compete concebir, ejecutar ni evaluar en relación a la
minería.
Respecto
al terrorismo, el territorio nacional está infestado de grupos y fuerzas
irregulares que lo definen, impidiendo – además – el derecho constitucional al
libre tránsito de los venezolanos en suelo propio, de acuerdo a las noticias
lamentables y ya viejas que se han recibido de estados como Apure, tan
desafortunadamente emblemático. El municipio Sifontes de acaudalados problemas
de supervivencia (de seguridad personal, alimentarios, sanitarios, educativos,
etc.), es el escenario dramático de una intervención bélica, como la califican
los propios tumeremenses, y, a la vez, testigo de un importante campamento
militar que, cumplida la misión, será levantado más temprano que tarde para que todo siga igual, o peor,
caracterizando y adjetivando al socialismo mismo del siglo que nos ha robado.
El
socialismo campamental, únicamente se apega a las formalidades legales,
apelando a una básica racionalidad, cuando pugnan intereses muy bien
representados en las altas esferas del poder establecido, recurriendo a los
tribunales que pacíficamente puedan dirimirlos, preservando el status quo, pero que, en nada, responden al resto de la sociedad por más
urgida que se encuentre de solventar sus problemas y conflictos. Para esta sociedad, e, igualmente, para
aquellos obscuros intereses que se les salga la rueda de la carreta con
pretensiones de un predominio no pactado con antelación, está la fuerza bruta,
los símbolos del Estado y el lenguaje cuartelario.
Referencias:
https://twitter.com/800Noticias_/status/1586106842559631360
https://twitter.com/FundaREDES_/status/1586098001205919747
01/11/2022:
https://www.elnacional.com/opinion/el-socialismo-campamental-y-los-recientes-sucesos-de-tumeremo/
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