REINVENCIÓN DE LA POLÍTICA
Luis Barragán
“Nuestro tiempo es el fin de la
historia como futuro imaginable
o previsible. Reducidos a un
presente que se angosta más y más,
nos preguntamos: ¿a dónde vamos?; en
realidad deberíamos preguntarnos:
¿en qué tiempo vivimos?”
Octavio Paz
(“El arco y la lira”, 1956, p. 265)
Demasiado
lejos estamos de pretender dar lecciones sobre un asunto tan complejo y, a la
vez, tan sencillo que, faltando poco,
está integrado a nuestra propia naturaleza humana. Concebir y hacer la
política, aunque se la niegue y combata (siendo el otro modo de concebirla y
hacerla, excepto hablemos del extremo y asfixiante totalitarismo), requiere
obviamente de la comprensión, captación y voluntad del otro y de los otros,
pero igualmente de una profunda convicción personal que sólo la experiencia
puede macerar y perfeccionar. Urge
resocializarnos políticamente mediante la reconstrucción de los propios partidos
democráticos, como expresión de la sociedad civil mejor especializada en el
bien común.
Por supuesto, hay una técnica, un tecnicismo y, hoy más que nunca, toda una tecnología para idear y realizar la política enlatada al vacío, aunque ninguna de estas facetas pueden suplantarla como una radical vivencia humana, con sus bondades y maldades. O mejor aún, con esa mezcla inevitable del trigo y la cizaña que cuesta tanto separar, llenando de matices nuestros actos. Las destrezas adquiridas o por adquirir, requiere de sueños que sólo se cumplen a punta de realidades.
Son varias las perspectivas y
expectativas para razonar e imaginar la política, realizándola: unas más
humanistas, orientadas al bien de todos,
al mismo tiempo que otras, lo niegan, prefabricadas y delictivas, como ha ocurrido
en el presente siglo venezolano, dándole sustento e inspiración al Estado
Criminal. Por cierto, favorable al régimen, ha dado ocasión a una rivalidad entre la dirigencia que se
reclama moralmente superior y pura, y la que proclama orgullosamente su impureza apuntando ambas naturalmente a una
determinada ética en curso, no otra que la de la molicie. Además, la crisis es
la de los elencos que juran estelarizar la escena.
Es fácil expresarlo: hay que
reinventar la política en Venezuela, pero cada vez es más difícil
reivindicarla, argumentarla y hacerla, frente a un régimen que ha pasado de la
anti-política a la no-política. No da tiempo para prolongados ejercicios de
hondo calado académico que diga de la complicada tarea de reivindicación, pero,
apalancados por su humana sencillez, ha de significar el redescubrimiento de
las instituciones y su valor, del compromiso político y su sentido vital, de
los partidos y demás organizaciones de la sociedad civil y su naturaleza, de la
opinión pública y su dinámica, aunque nos encontremos en la edad de piedra,
pues, convengamos, hemos retrocedido casi inadvertidamente a la barbarie. Es
cuestión de tiempo, destruir las paredes y muros que nos permitan defender la
realidad tal cual es.
Con todos los aciertos y fallas,
tuvimos una larga tradición política que, a finales de la centuria pasada,
propulsó el magnífico reto de una renovación, además, esperada, con el doble
fenómeno de la descentralización y del multipartidismo. Esto que se ha dado en
llamar chavismo, faltando una denominación más acorde para una caracterización
histórica de largo plazo, nos retrotrajo a tiempos que creímos definitivamente
superados y, tan recurrente la emergencia social, nos condujo a la catástrofe
humanitaria; fusionándose con él, ultrapartidizó al Estado; superando el ámbito
administrativo, pugna por corromper completamente a la sociedad; simulándola,
brega publicitariamente por una democracia que no es tal; y, además, libra una
guerra no convencional contra la población que huye o intenta huir
desesperadamente. No se puede construir sobre los escombros, resignados a la
prédica de una ilimitada demagogia aún en nombre de la rebeldía no menos huera
de simples poses.
Experimentamos un tiempo largamente peor
que el de 1899, minimizador de las crisis de 1811, 1859, 1936 y 1958. El socialismo campamental en curso, dejó sin
propósitos ni programa, empañada la visión del mundo y de las cosas, al
marxismo, desactualizado ferozmente el
resto de los idearios políticos. Pero no hay otra alternativa que razonar e imaginar
la política, realizándola, según los principios y valores de un Occidente en franco peligro.
Fotografía: LB (detalle, panadería "La Carlotta", urb. La Carlota, Caracas: 11/11/2022).
15/11/2022:
https://www.elnacional.com/opinion/reinvencion-de-la-politica/


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