DE LA CAÍDA DE LOS ÁRBOLES
Luis
Barragán
Realizados los
comicios primarios, iniciamos otra etapa en la larga lucha por la reconquista
de nuestras libertades. No obstante, resistimos la tentación de referirlos para
no caer con facilidad en los lugares comunes, intentando luego una reflexión un
poco más macerada y, en lo posible, diferente.
Además, pendiente
por varias semanas, deseamos apuntar hacia un gravísimo problema que no ha
tenido las consecuencias políticas deseables. Pesa la generalizada indiferencia
a pesar de la calamidad que ha suscitado, incluyendo las oleadas de calor en la
ciudad: la desarboladura creciente y penosa de una Caracas de marcado sesgo
anti-ambiental, como ocurre con buena parte del territorio nacional sometido a
una explotación indiscriminada harto característica del socialismo real.
Cualquier
tempestad, por modesta que fuere, se lleva sospechosamente por el medio aún a
los árboles más robustos y sanos. Algo evidente pasa en la metrópoli en la que
deliberadamente las autoridades municipales y nacionales han talado, o
permitido que talen, con el ejemplo de una hermosa ceiba extraída por completo,
desde sus raíces, para facilitar la construcción de un monstrete comercial en
El Hatillo, semejante a otro en El Paraíso, al oeste de la gran metrópoli, que
desde ya pone en jaque todos los servicios públicos del lugar.
Intuimos que,
en alguna medida, es posible prever o evitar la caída de un árbol de numerosas
décadas, o varios siglos. Suponemos que la debida supervisión de los especialistas
aportará mucho a nuestra calidad de vida, con las recomendaciones del caso:
acaso, una adecuada poda, la curación de troncos y ramales, o la atención de
las raíces que permita prever las quebraduras catastróficas, el estremecimiento
de los vientos, la extensión del anclaje
subterráneo, o alguna enfermedad decisiva al interior del edificio natural.
Imaginamos que
hay un adecuado tratamiento para aquellas piezas que levantan las aceras,
implicando una intervención de las mismas, pero resulta inexplicable la caída
de un árbol que ni siquiera ha conmovido las aceras mismas. Creemos que un cálculo parecido puede hacerse
respecto a un inmueble de considerable altura, como rebajar la frondosidad de
un árbol, ensayar maneras para que el viento lo atraviese cual vistoso
rascacielo neoyorkino capaz de mecerse sin caer.
Fotografía: LB, avenida Páez de El Paraíso. Innecesario derribamiento. Los troncos quedaron por días. Y, a la fecha, sin levantar ni un milímetro de la acera, queda el fósil de un hermoso árbol que estorbó al Multiplaza (CCS, 21/06/2021)
23/10/23:
https://opinionynoticias.com/opinionpolitica/40184-dearboladura
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