¿ESPERANDO UN TELEFONEMA DE LENIN?
Luis Barragán
Quizá el más
poderoso y expansivo sentimiento sea el de la perplejidad, conmovidos todos por
una decisión judicial inconcebible. La Sala Electoral decidió suspender los
efectos de las distintas fases del proceso electoral que tan exitosamente
condujo la Comisión Nacional de Primaria, entre otras medidas cautelares.
Muy natural la
inmediata reacción de la opinión pública que quizá está bien sintetizada por Allan Brewer-Carías al
observar cuán absurdo resulta suspender los efectos de un hecho absoluta y
completamente cumplido: la selección de la abanderada presidencial de la
oposición. De modo que, al mismo tiempo
que los integrantes de la referida Comisión acatan la citación del Ministerio
Público, no puede menos que sorprender los términos de un fallo judicial tan
insensato que nos aflige, porque jamás se pensó que pudieran llegar a tanto,
aunque a otro jurista tan connotado como Ángel Bellorín, le parece una mala
copia de la sentencia que anuló la elección de los diputados del estado
Amazonas en 2015.
Una decisión
tribunalicia en cualesquiera jurisdicciones y ámbitos, añadidos los aún
modestos órganos disciplinarios que se da la sociedad civil, requiere de un
mínimo de convincentes formalidades, alegatos y probanzas que le concedan la
sensatez indispensable al régimen o sistema político que la informa y sustenta,
yendo más allá de una simple contextualización. De no ocurrir así, el
corto-circuito es inevitable en todas las esferas.
Parece obvio
el error de cálculo de los círculos oficialistas que subestimaron los comicios
primarios, o confiaron demasiado en sus habilidades intimidatorias: cumplida la
fase en la que el CNE finalmente se dijo supercompetente en materia electoral,
pretendiendo arrinconar a la Comisión, en lugar de suspender a tiempo el
evento, como presumimos fue uno de los posibles escenarios y desenlaces,
comprendió el altísimo costo político que acarrearía, ahora, pagando otro
superior al quedar completamente desenmascarados. Evidentemente, hubo un craso error en la
conducción política de los gubernamentales que desean apagar a punta de
represión y de una explicación tan insensata para los suyos, porque las
llamaradas pueden propagarse.
Por lo demás,
acostumbrados a violentar los acuerdos suscritos en las numerosas
negociaciones, diálogos y tertulias del presente siglo, ya temen por el
restablecimiento de las sanciones internacionales que lograron suspender por
seis meses. Gustan demasiado de las tácticas leninistas, inventando hazañas,
delitos y escándalos, donde no los hay, pero sin el innegable talento del
bolchevique que jamás les atiende ni atenderá una llamada telefónica.
La situación
planteada y los recursos utilizados por el poder establecido, esbozan una
cierta demencia política propia de la barbarie. Por cierto, es como la
inservible caseta telefónica que queda en el casco histórico de Caracas, en una
esquina de la Plaza Bolívar, una chatarra que tiene varias manos de pintura
encima dizque trastocada en una obra de arte: ¿qué otra cosa se les ocurrirá a
los leninistas de esta hora?
Fotografías: LB (Caracas, 12/09/23).
31/10/23:
https://guayoyoenletras.net/2023/10/31/esperando-un-telefonema-de-lenin/


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