“De
puertas afuera, es posible que mi vida no se viera radicalmente alterada cuando
me desintoxiqué del algoritmo, pero adquirí cierta claridad de pensamiento y un
paisaje mental menos abigarrado. Me di cuenta de que parte de lo que otorgaba
significado a las cosas era la intencionalidad: podía apreciar más cada
historia, foto o álbum porque había elegido buscarlos. Eso también implicaba
que tenía que esforzarme más por encontrar lo que quería, prescindiendo de la
ayuda de aquellas autopistas del conocimiento automatizadas. Durante el segundo
mes del experimento, cuando ya había adaptado mis hábitos, empecé a sentir algo
de nostalgia. Me recordaba al modo en que interactuaba con internet cuando era
adolescente, antes de que existieran las redes sociales masivas”
Kyle
Chayka
(“Mundofiltro.
Cómo los algoritmos han aplanado la cultura”, Gatopardo Ediciones, Barcelona,
2024: 247)
Ilustración: Roman Lipski.

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