Reaparece el
problema en la universidad de Sartenejas en la voz del dirigente gremial Omar
Pérez Avendaño: hay un importante déficit de profesores de matemáticas (https://x.com/APUSB/status/1862518370215616966). E,
inevitable, nos preguntamos: ¿puede hacerse ciencia y tecnología, sin ellas?,
o, acaso, ¿no las demandan desde un primer instante las especialidades de
pregrado que, por medio siglo, las dieron sin problema alguno?
Nada reciente
es el asunto, pero la novedad consiste en que fue denunciado muy antes,
oportuna y sobriamente por el gremio profesoral de la Universidad Simón Bolívar
y no se tomaron las medidas y previsiones pertinentes. Perfectamente
predecibles las consecuencias, ¿es posible mantener la vocación científica y
tecnológica de la casa de estudios?
Además, ¿por
qué las autoridades universitaria interventoras y el gobierno nacional no evitaron
la situación planteada, procurando militantemente un mejor presupuesto para la
Simón Bolívar?, constituye otra de las interrogantes que suscita la valiente
intervención pública del profesor Pérez Avendaño, sismólogo de una consumada
trayectoria académica, quien siendo profesor titular, obtenido añales atrás el
doctorado, prácticamente no le alcanzan los ingresos para el desempeño de la
cátedra; por cierto,presidente del
instituto de previsión social de los docentes de la Bolívar, sabe, conoce y
vive muy bien el drama de los agremiados que requieren de importantes
medicamentos por los que lidia día a día, por ejemplo.
En otras
circunstancias, al país le hubiese escandalizado la noticia de su creciente
desmatematización en la Simón Bolívar, en liceos escuelas. ¿Prescindimos de los
números para ascender en términos de desarrollo económico y calidad de vida?
De nuevo, la
advertencia.Pero ellos, no la quieren
oír.
ESTAMOS SALVADOS, PERO NO NOS HEMOS ENTERADO TODAVÍA
(San Lucas, 21: 5-28 y 34-36)
Fray Marcos (Rodríguez)
Introducción
Con el primer Domingo de Adviento, comenzamos el nuevo año litúrgico que es una puesta en escena de los acontecimientos que dieron lugar al cristianismo. De la misma manera que en la vida normal, se inventó el teatro para escenificar las relaciones sociales y así poder comprenderlas mejor, así en el ámbito religioso, escenificamos las experiencias religiosas de nuestros antepasados. Para nosotros la figura clave es Jesús, por eso el año litúrgico se desarrolla en torno a su vida.
No tiene mayor importancia que Jesús haya nacido el 25 de diciembre o en cualquier otro día del año. Como tampoco la tiene que haya nacido en el año 1 ó en el año 5 antes de Cristo. Lo importante es descubrir que la esencia de nuestra religión tuvo su origen en la experiencia humana del hombre Jesús.
Empezamos con los cuatro domingos de Adviento, como preparación para celebrar el momento más importante de ese proceso que terminó en la religión cristiana. No nos debe extrañar la increíble riqueza de los textos litúrgicos de este tiempo de Adviento. Ello se debe a que el pueblo de Israel vivió toda su historia como tiempo de adviento, es decir, como una continua espera.
Pero también el pueblo cristiano, vive las expectativas de la llegada definitiva del Reino de Dios. Por eso, tanto el AT, como el NT, están plagados de textos bellísimos sobre este tema fundamental en toda la Escritura. Nosotros encontramos una dificultad a la hora de entender estos textos, porque están escritos desde unas expectativas completamente diferentes y en un lenguaje extraño. Sin embargo el mensaje es simple: Pase lo que pase, debemos tener total confianza en Dios que salva siempre.
Explicación
Tal vez nos produzca una cierta confusión el hecho de que la liturgia apunta en una doble dirección. Por una parte, nos invita a estar en vela para la venida futura y definitiva de Cristo. Por otra, nos invita a prepararnos a celebrar dignamente la primera venida, es decir, su nacimiento como ser humano. Ambas perspectivas son hoy problemáticas. Celebrar el nacimiento de Jesús como acontecimiento histórico, no servirá de nada si no nos sentimos implicados en lo que significó su propia vida. Entender literalmente la segunda venida, será echar balones fuera por el otro extremo.
Esos dos extremos serán referencias importantes, solo si nos llevan a afrontar adecuadamente el presente. No tiene sentido hablar hoy del fin del mundo ni de catástrofes futuras. Ni siquiera de la "futura venida de Cristo". Lo importante no es que vino, ni que vendrá, sino que viene en este instante. Hablar hoy del futuro en cualquiera aspecto es ponerse fuera de juego y no aceptar el verdadero mensaje de las lecturas. Quedarse en la celebración de un hecho histórico, no cambiará nada en mi vida.
Debe hacernos pensar el hecho de que los Judíos esperaron durante dieciocho siglos la liberación. Y cuando llegó Jesús con su oferta de salvación, la rechazaron porque no era lo que ellos esperaban.
La venida del Mesías no fue suficiente para los judíos, porque no esperaban esa salvación, pero tampoco fue suficiente para los primeros cristianos, también judíos, que siguieron esperando la "segunda venida" en la que sí se realizará la verdadera salvación, porque entonces vendrá "con gran poder y gloria".
Aún hoy, seguimos esperando una salvación a nuestra medida, no la que realmente trajo Jesús, que es la que Dios quiere para nosotros. Si comprendiéramos que Dios ya nos ha dado todo lo que puede darnos, dejaríamos de esperar que Dios venga a "hacer" algo para salvarnos.
A todos nos resulta muy complicado abandonar una manera de ver a Dios que nos da seguridades, que es lo único que nos importa de verdad. Preferimos seguir pensando en el Dios todopoderoso que actúa a capricho, donde quiere, cuando quiere, y desde fuera. Solo requiere de nosotros que cumplamos, también externamente, sus mandamientos.
Desde esta perspectiva nos sentimos forzados a hacer lo que nos parece que le agrada y de otra, a esperar con miedo a que en el momento último nos coja confesados. De esa manera no hay forma de hacer presente el Reino de Dios que está dentro de nosotros. Y además, nos quedamos tan frescos, echando la culpa de que no estemos salvados, a Dios que es demasiado cicatero a la hora de concedernos lo que tanto deseamos.
Dios está viniendo siempre. Si el encuentro no se produce es porque estamos dormidos o, lo que es peor, con la atención puesta en otra parte. La falta de salvación se debe a que nuestras expectativas van en una dirección equivocada. Esperamos actuaciones espectaculares por parte de Dios. Esperamos una salvación que se me conceda como un salvoconducto, y eso no puede funcionar.
Da lo mismo que la esperemos aquí o para el más allá. Lo que depende de mí no lo puede hacer Dios ni lo puede hacer otro hombre. Esta es la causa de nuestro fracaso. Esperamos que otro haga lo que solamente yo puedo hacer.
Dios es la salvación y ya está en mí. Lo que de Dios hay en mí es mi verdadero ser. No tengo que conseguir nada ni cambiar nada en mí. Simplemente tengo que despertar y descubrirlo. Tengo que salir del engaño de creer que soy lo que no soy.
Esta vivencia me descentra de mí mismo y me proyecta hacia los demás; me identifica con todo y con todos. Mi falso ser, mi ego, mi individualidad se disuelve. Esa experiencia de salvación tendrá consecuencias irreversibles en mi comportamiento con los demás y con las cosas, que ahora, hecho el descubrimiento, forman parte de mí mismo. Dios no me salva como recompensa a mis actos. Mis obras serán la consecuencia de la salvación que Dios me da.
En las primeras comunidades cristianas se acuñó una frase, repetida hasta la saciedad en la liturgia: "Marañatha" = ¡Ven, Señor Jesús! Vivieron en la contradicción de una escatología realizada y una escatología futura.
"Ya, pero todavía no". Hay que tener mucho cuidado a la hora de entender estas expresiones. "Ya", por parte de Dios, que nos ha dado ya todo lo que necesitamos para esa salvación. Si no fuera así, se convertiría en un tirano. "Todavía no", por nuestra parte, porque seguimos esperando una salvación a nuestra medida y no hemos descubierto el alcance de la verdadera salvación, que ya poseemos. Aquí radica el sentido del Adviento. Porque "todavía no" estamos salvados, tenemos que tratar de vivir el "ya". Eso nunca lo conseguiremos si nos dormimos en los laureles.
Jesús apunta hacia una salvación muy distinta de la que esperamos. "He venido para que tengan vida y la tengan abundante." ¿Cuál es la tierra prometida que nosotros esperamos hoy? Como los judíos, ¿esperamos una tierra que mane leche y miel, es decir mayor bienestar material, más riquezas, más seguridades de todo tipo, poder consumir más? Seguimos apegados a lo caduco, a lo transitorio, a lo terreno. Seguimos convencidos de que la felicidad está en el consumo. La liturgia nos propone cuatro domingos para prepararnos. Los comercios adelantan más cada año la oferta de productos navideños...
La confianza, la esperanza, la paz, la ilusión la tengo que mantener aquí y ahora, a pesar de todas las apariencias. No debemos esperar que el mundo cambie para alcanzar la verdadera salvación. Confiar, creer es ya cambiar el mundo. Si no es así, estoy confiando en el ídolo. Siempre tendemos a ver la presencia de Dios en los acontecimientos favorables, y pensar que Dios está alejado de nosotros cuando las cosas no van bien. Esa es la interpretación de la historia que hizo el pueblo judío. Jesús dejó muy claro que Dios está siempre ahí, pero se manifiesta con rotundidad en la cruz, aunque sea difícil descubrirlo.
El Adviento no me invita a mirar hacia fuera: pasado y futuro, sino a mirar hacia dentro. Si consigo que nada de lo que tengo me ate y me desligo de lo que creo ser, aparecerá mondo y lirondo mi verdadero SER. Solo ahí puedo encontrar la auténtica felicidad.
¡Qué nos está pasando! Celebramos con inmensa alegría el nacimiento de una nueva vida, pero seguimos despidiendo a nuestros muertos con un "funeral". Debemos atrevernos a no ver el fin de una vida como un fracaso. Al final del camino, nada de lo que eres en tu esencia, se ha truncado. Eso es lo que se desprende del evangelio. Eso es lo que Jesús predicó y vivió.
Meditación-contemplación
Dios viene, pero no de fuera.
Jesús vuelve, pero no se ha ido.
Hay que superar los conceptos de pasado y de futuro.
Solo así entrarás en la dinámica de una auténtica revelación.
................
Dios es siempre el mismo, no puede cambiar.
Está en la historia, y a la vez, más allá de la historia.
Descúbrelo en lo hondo de tu ser y aparecerá a través de ti.
No tienes nada que esperar de fuera.
................
No tiene nadie que venir a salvarte.
Tienes que descubrir que estás salvado desde siempre y para siempre.
Lo que te llegue de fuera ni aumenta ni disminuye esa salvación.
Pero puede ayudarte o impedir que la descubras y la vivas.
Hay
mandatarios que luego se les extraña, gracias a una exitosa gestión, o, en todo
caso, a la evidentemente fracasada de sus sucesores. Bajo las democracias
liberales, suelen frecuentar los medios, dictar sendas conferencias o
reaparecer en los eventos especiales de los partidos adscritos, sin necesidad
de incurrir en estridencias.
Por ejemplo, a
juzgar por el solo título del artículo de Aurora Minguéz, publicado en fecha 26
de los corrientes en El País de Madrid, se extraña y mucho a la excanciller
alemana: “La Europa fea y desorientada después de Merkel”. E, incluso,
pendiente de la traducción al español de la entrevista que Der Spiegel le ha
hecho a Angela, publicada el 23, con una extraordinaria gráfica de Peter
Rigaud, sus opiniones y perspectivas, suscitan todavía interés.
Faltando poco,
de oficios tan provechosamente complementarios, el novelista y guionista David
Safier ha escrito sendas novelas protagonizadas por la Merkel cotidiana y detectivesca,
resolviendo crímenes comunes, acompañada de su perro Putin. Un tributo a su
perseverancia, reciedumbre y perspicacia, o un burdo pretexto, lo cierto es
que, ida ya del poder, constituye todavía un motivo público de respeto y
admiración.
Valga el
contraste con este lado del mundo, cuando transitamos de un accidente político
a otro, y los que gobernaron el país fueron objeto de un desmedido, injusto, continuo
y artero ataque a lo largo del presente siglo. Acotemos el vil detalle, a los expresidentes
de la República, en su momento, elegidos en libres comicios, añadido un encargado
miraflorino que facilitó una dramática transición, les fueron desconocida toda
protección personal, pensión y seguridad social, y, no pocos medios, haciéndose
eco de la campaña oficialista, los denostaron.
La
Constitución de 1961 subrayó la importancia de desempeñar el poder,
entregándolo con el cumplimiento exacto del período, valorando la experiencia
adquirida y procurando condiciones materiales mínimas al que fuere titular. Y,
aunque algunos dudamos de la fórmula, la senaduría vitalicia cumplió
fundamentalmente con el propósito de su creación, asegurando la sobria, eficaz
y oportuna intervención de los investidos en los asuntos públicos. Empero,
huelga mayores comentarios en torno al actual contraste de una Merkel en su
país, y la situación a la que penosamente fueron arrojados los expresidentes
venezolanos, libre e inequívocamente electos por voluntad popular, vistos ahora con la nostalgia de otros tiempos.
(*)“Angela
Merkel. Crónica de una era”, Ediciones Península, Barcelona, 2021: 108.
Nada casual, galopantemente,
la sociedad venezolana ha perdido formalidad, compromiso, sobriedad y confianza
en sus relaciones, y, por ello, esta incansable anomia que nos atormenta y el predominio exagerado de la economía
informal con sus consecuencias, disfrazada de entusiasta emprendimiento.
Cualesquiera gestos y eventos significativos y solemnes, más aún, los actos
académicos, llaman inmediata y poderosamente la atención y el respeto de
propios y extraños; por cierto, significación y solemnidad que ha perdido por
más de dos décadas el poder establecido trocado en espectáculo.
Muy
recientemente, la Academia Nacional de la Historia, con 136 años a cuestas, una
rareza para el país que prosigue su desinstitucionalización, efectivamente adscribió
como numerario al Dr. José Alberto Olivar, cuyo discurso de incorporación de impecable
e inspirada factura, añadido el de contestación, suscrito por el Dr. Edgardo Mondolfi,
impresionó favorablemente a la audiencia, segura de encontrarse con tribunos de
una macerada reflexión capaces de suscitar y orientar el debate, sin
estridencias. Al transcurrir los días, hemos constatado el interés creciente de
los lectores por la materia tratada: la entendemos como una eficaz parábola
histórica que sólo surge de la curiosidad, el rigor extremo, la paciencia, el
conocimiento acumulado, la inspiración, la severidad técnica, la humildad, la
imaginación necesaria que ha de caracterizar al científico social.
La citada
corporación que, valga recordar, es una legítima expresión sobreviviente del
Estado, hizo una correcta calibración del novísimo numerario, cuyas credenciales
lucen irrefutables, tal como se espera de toda la membresía afianzada por el
estudio y la investigación, el ejercicio docente y los textos que perduran por
su solvencia académica. Esto, en contraste con otros ámbitos del quehacer
colectivo, la adscripción de todo individuo de número parte de exigentes
requisitos, calibrada la trayectoria misma de los aspirantes, pues, de ocurrir
lo contrario, la institución perdería credibilidad y ganaría en desprecio.
Historiador
que ha privilegiado sendas líneas de investigación, como la vialidad en nuestro
país, las relaciones civiles-militares, el Esequibo, preocupándole el futuro
mismo de la universidad venezolana, aporta una perspectiva inédita del pensamiento político venezolano
con su trabajo de incorporación de título elocuente: “Una mirada al libro El
Presidente de Rafael Fernando Seijas (1891). Entre la crisis del liberalismo
amarillo y la promesa moralista”. Halando la punta del hilo, logra una
importante e interesante interpretación de un período crítico de la vida
republicana que da cuenta de una extraordinaria aspiración afincada en aquellos
valores destruidos por la realidad política y sus actores, aunque perdurables
en la misma medida que pueda comprenderse a cabalidad cada coyuntura, respondiendo
en términos estratégicos así el denunciante, por ejemplo, finalmente no vea
materializado sus sueños.
Nos consta, el
amigo José Alberto desplegó todas sus habilidades detectivescas yendo más allá
del citado ensayo, hasta dar con la fecha cierta del deceso del autor, para
retratar una época que, aclaremos, cualquier parecido con la actual no es
simple coincidencia. Así las cosas, concluimos que Olivar ha sido interpretado
por Seijas y no al revés.
Gráficas: Rafael Fernando Seijas y una vista del acto de incorporación.
La normativa
jurídica, esto es, la que en nada es accidental, establece que el cruce
peatonal se hace en las esquinas de toda arteria vial de acuerdo a las señales,
por cierto, muy universales: las del semáforo. Todos los vehículos automotores
y de tracción de sangre, deben detenerse y, en caso de doblar a la derecha o a
la izquierda, darle prioridad al paso del transeúnte.
Esta regla tan
elemental, cumplida con extraordinario y envidiable celo en los países más
organizados y, al mismo tiempo, no por casualidad, respetuosos de las
libertades públicas, por una parte, es la que formalmente ha prevalecido en
nuestro país y, muy seguramente, no ha suscitó jamás ningún cuestionamiento del
legislador, aprobada pacíficamente en el parlamento o en la municipalidad. Por
otra, ciertamente, entre nosotros se hizo fea costumbre y terrible tradición la
de violentarla, pero – irreemplazable – siempre estuvimos conscientes de su
existencia. Sin embargo, de un tiempo para acá, la situación ha cambiado: costumbre
contra legem, hasta nuevo aviso y con
el consentimiento de las autoridades públicas que, por comodidad o ignorancia
de la ley la aceptan, es otra la pauta que priva en los espacios públicos.
En efecto, se
ha “institucionalizado” el cruce a mitad de las arterias viales, esquivando los
carros y, sobre todo, a los abusivos motorizados y camioneteros, porque
simplemente es un riesgo hacerlo en la esquina por muy semaforizada que se
encuentre. Poco importa que seamos favorecidos por la luz, ya que se suma a su
tradicional desconocimiento, la sorpresiva aparición de vehículos que no
bastándole con “tragársela”, dan la vuelta en “u”: desde cualquier flanco, importándole
un comino al conductor llevarse por el medio a un coche con su bebé o a un
anciano de bastón en mano; ahora, agregamos como algo “normal” que la
motocicleta recorra la vía en sentido contrario a lo establecido y, como en el
canal rápido de la autopista, destaque por sus velocidades en el rayado del
medio o “isla” de la calle o avenida.
Las propias autoridades
incurren en el desaguisado, incluyendo el empleo de las aceras. Estas “reglas”,
según los usos y costumbres que se imponen, no tardarán en un reemplazo por
otras peores.
Incentivada la
indisciplina social, imponiéndose el más fuerte en las calles, asistimos a un
fenómeno propio de la época. El semáforo inservible, parece sobrar.
JOSÉ ALBERTO OLIVAR: "HAY ELEMENTOS QUE NOS RETROTRAEN A LO PEOR EL SIGLO XIX"
Para el nuevo integrante de la Academia Nacional de la Historia, minimizar el impacto histórico español en la evolución de Venezuela es un error deliberado, porque obedece a un proyecto político
Reyes Theis
Como si la historia lo atrajera desde su llegada al mundo, José Alberto Olivar nació en la populosa parroquia Antímano de Caracas un 5 de julio hace 48 años, cuando se conmemoraba la firma del acta de la independencia venezolana.
Su origen es un testimonio de los cambios demográficos y sociales del país, sus padres eran hijos de campesinos del estado Sucre y Trujillo y se vinieron a la capital a buscar oportunidades. Allí el joven José Alberto se hizo profesor de Geografía e Historia, el primer peldaño de una impecable formación académica que lo llevó esta semana a ser incorporado a la Academia Nacional de la Historia para ocupar el sillón G, que ocupaba el fallecido José Rafael Lovera.
El académico accedió a conversar con Analítica sobre las diversas interpretaciones de la historia venezolana y se refirió al uso ideológico de su enseñanza.
–Hay una tendencia en Venezuela de levantar a los héroes militares por encima de los héroes civiles, hasta el punto de ser invisibilizados. Un ejemplo de ello es que el único estado que llevaba el apellido de un héroe civil (Vargas) le cambiaron el nombre para para dejarle un vocablo indígena (La Guaira). ¿Cómo ve usted este este tema de los héroes civiles versus los héroes militares?
–Es una tendencia que ha existido a lo largo de la historia republicana venezolana, sobre todo lo que tiene que ver con el proceso de realzar el predominio, la preeminencia, de las figuras militares que, sin duda, tuvieron una importante contribución en la época de la independencia. Pero al lado de esas figuras militares, hubo figuras civiles y no hay que olvidar que los momentos estelares iniciales de nuestro proceso de independencia estuvo protagonizado por una élite civil. Eran los llamados criollos o grandes propietarios de tierra, sí eran esclavistas, sí era el grupo dominante de la época, pero es que eso estaba de acuerdo con el contexto del momento y hay que entenderlo perfectamente porque era la lo que predominaba en esa coyuntura, que era la estructura que existía.
–En virtud de eso no podría extrañarnos que a estas alturas del siglo XXI, lo militar sigue teniendo tanta relevancia en el espacio político venezolano
–Sí, eso no causa extrañeza. Como le dije, porque no solamente está el caso de los nuestros héroes militares de la época de la independencia, sino cada proceso que se va a dar a lo largo del siglo XIX y el XX va a tener esa preeminencia, la figuración de los militares. Algunos con puestos muy bien labrados por su desempeño y otros por el ejercicio del poder de manera despótica, sobre todo en el siglo XX. El caso más emblemático, por supuesto es Juan Vicente Gómez, que marcó casi tres décadas de ejercicio del poder en esa visión de lo que significaba, como lo señaló José Luis (SIC) Fortoul, “el hombre fuerte y bueno que el país necesitaba en aquel momento”. Cosa que es importante subrayar, porque era también otra coyuntura, pues buena parte de aquellos hombres notables consideraron que dada una tendencia de desaliento que había en ese intento de poder consolidar una república liberal en nuestro país con alguna institucionalidad, pareciera que no había más remedio, a finales del siglo XIX y principio del siglo XX, que buscar una mano dura, una mano fuerte, que impusiera la paz, para finalmente dejar a un lado las guerras civiles, la lucha intestinas y la proliferación de caudillos.
–Eso nos lleva al tema del caudillismo. Una constante en el siglo XIX pero también en el siglo XX. ¿Se puede decir que el caudillismo forma parte de la idiosincrasia del venezolano y una manera de percibir el ejercicio de la política?
–Bueno, desde el punto de vista teórico en el caso concreto de la sociedad venezolana, más allá de las distintas circunstancias y crisis que hemos tenido en los últimos 50 años, en líneas generales no es correcto definir la presencia de figuras caudillescas, por cuanto el caudillismo forma parte de un momento de la historia ya superado, caracterizado por el predominio de la sociedad rural, condicionada por la dependencia de productos primarios de carácter agropecuario. Como dice Ramón J. Velásquez, “una categoría que se acota más a un país palúdico, analfabeta y tuberculoso”. Si bien hoy tenemos elementos que nos retrotraen a esos momentos grotescos, lo peor del siglo XIX, sin duda que la Venezuela de hoy es totalmente distinta a esa Venezuela decimonónica y sí hay elementos que guardan analogía, pero no resulta correcto desde el punto de vista teórico calificar liderazgos de los últimos 20 o 30 años. Ni siquiera el mismo Rómulo Betancourt podemos calificarlo de caudillo, más allá de algunos elementos de rasgos personales. Entonces si partimos del punto de vista cronológico de figuras como Betancourt, Caldera que fueron líderes importantes, Jóvito Villalba, de hace 50 a 60 años atrás, por supuesto las figuras actuales no tienen tampoco esa condición de caudillo. Pueden tener otras denominaciones, otras interpretaciones, porque la situación del país no se presta para ello. Es otro contexto, es una Venezuela urbana.
–Pero definitivamente hay una tendencia o una inclinación por el hombre fuerte, por el mesianismo político. La figura que por encima de todo puede solucionar los problemas, como se evidenció en esta etapa histórica.
–Sin duda, con Hugo Chávez, pero yo no me atrevería bajo ningún concepto a llamarlo caudillo, para nada y esto no se trata de delegarle una posición de punto de vista histórico. Es que él no fue caudillo, más allá que él probablemente lo quiso ser, en su imaginario, en su pensamiento, en su lectura, pero no calzaba para nada, porque él fue un producto de esa Venezuela moderna de esa Venezuela urbana, un hombre que pudo salir del campo venezolano como muchos venezolanos, vinieron a la ciudad, con una importante movilización. Se puede decir que el 100% de la élite que dirige el país, que controla el estado venezolano, todos ellos son productos de esa Venezuela en transición que tuvimos del siglo XX hasta ese siglo XXI, todos ellos tuvieron la oportunidad de cursar estudios tanto de primaria, secundaria y universidades, gracias a las instituciones públicas educativas que creó el moderno Estado Venezolano, que indistintamente de los signos ideológicos de turno mantuvo inalterable el curso de asegurar que Venezuela fuese un país totalmente distinto, al menos en buena parte, de lo que fue el siglo XIX.
–Volviendo con el tema de las tendencias de la historia, nuestra educación formal, la de la escuela y el liceo, ponen principalmente el acento en el período posterior a la independencia y pareciera que el tema de la presencia española y el aporte de España a Venezuela fue muy poco, cuando claramente no fue así. ¿Cómo ve usted ese tema el tema de del de la presencia española en Venezuela y el impacto que se le atribuye desde el punto de vista educativo?
–Bueno, puedo hablar desde dos perspectivas y la que más predomina es mi desempeño como profesor de liceo que fui durante 10 años aproximadamente antes de ingresar al sector universitario. Entonces en ese desempeño que tuve en colegios públicos y privados me tocó impartir clases a adolescentes. Había una importante diferencia de lo que hoy tenemos el ámbito curricular. Había un importante estudio en líneas generales más o menos equilibrado y había esa revisión de los distintos momentos de la historia. Yo por ejemplo, como profesor recuerdo que mis clases dedicaba el primer lapso, que iba desde el inicio de año escolar hasta el mes de diciembre, más o menos dos meses, en explicar todo lo que tiene que ver con el tiempo prehispánico venezolano y el segundo lapso lo dedicaba desde enero hasta el mes de marzo completo, casi tres meses a explicar el tiempo colonial, todas sus contradicciones, los conflictos los avances, la conformación institucional del país y el tercer lapso que iba desde el mes de abril aproximadamente hasta junio al tiempo de la independencia, la discusión de las grandes ideas de las revoluciones liberales. Eso evidencia que a diferencia de este momento, había tiempo suficiente para tratar de la manera más equilibrada, el pasado histórico venezolano. Hoy por hoy, lo que he podido conversar con muchos colegas, es que ahora todo se ha reducido. Considera (la etapa precolombina) como un periodo que representa lo más negativo para la historia y solamente se toma en consideración de nuestro pasado colonial aquella gestas de insurrección contra esa estructura. También hay que enseñar la conformación del país, porque sobre esa base institucional es que se le va a dar pie a la instauración del futuro Estado independiente de Venezuela y muchos de esos elementos hoy por hoy se conservan. Por ejemplo, cuando se habla de la reclamación del Esequibo, el antecedente más remoto precisamente son los documentos que en tiempo de la colonia acreditaban la posesión de parte de la Corona española sobre ese territorio. Entonces ahí estamos utilizando y teniendo que reconocer la importancia de esos títulos que vienen de esa misma época y sin duda confirma la importancia de enseñar a nuestras nuevas generaciones esos elementos.
–Sobre la llegada de Colón a América hay diversas interpretaciones que lo llevan desde el encuentro de dos mundos o conmemorar la resistencia indígena. ¿Cómo sería la aproximación que se amolde más a lo que aconteció?
-Hemos pasado sin duda desde algunas visiones, si se quiere extremas en algunas partes del contexto latinoamericano, que algunos llaman visión idílica del hispanismo, a la visión idílica de lo que significó la lucha contra los grupos dominantes, donde por supuesto está presente un planteamiento ideológico y en esa visión de la historia, esa visión maniquea y reduccionista de la historia que es incorrecta, porque la historia es mucho más que eso y usted no se puede reducir a simplemente una especie de negro y blanco, porque hay matices y esos matices son importantes. En nuestro caso, dejar de reconocer que Venezuela tuvo una importante evolución en su integración de su sociedad desde el punto de vista demográfico es un error, que la más de las veces no es por ignorancia, sino deliberado, porque obedece a un proyecto político.
-Hay unos estudios que hablan de la conformación de unos ciclos históricos en Venezuela que se cierran y dan lugar a otro cada 30 o 40 años…
-Sí, ese planteamiento lo formuló Tomás Polanco Alcántara que fue abogado e historiador y miembro de la Academia de la Historia y me hace recordar, tal como usted lo describe, una entrevista que él concedió a Marcel Granier en su programa Primer Plano, donde él explicó didácticamente lo que había escrito y en efecto, él decía que aproximadamente las generaciones que han gobernado en términos generales, la generación de la independencia, los generación de los procesos de la Federación, la generación del tiempo de Gómez, el tiempo de lo que significó los partidos políticos modernos del siglo XX, aproximadamente cada ciclo duraba entre 35 y 40 años y hasta los momentos por fuerza probablemente de casualidad o de los factores internos, se ha cumplido ese elemento, no digamos como una especie determinismo histórico, pero sí tiene cierto asidero.
–Ahora una de las cosas que hacen los historiadores, además analizar los comportamientos históricos, es que pueden a partir de eso hacer prospectiva, analizar qué cosas pudieran pasar dependiendo de estos ciclos históricos. ¿Usted ve en este momento algunos elementos que nos permitan suponer que estamos al cierre de un ciclo histórico?
–Bueno, últimamente uno de los historiadores que ha cultivado esta línea de interpretativa de la historia de la visión prospectiva propiamente es el historiador Germán Carrera Damas, de hecho publicó hace dos años aproximadamente un libro de donde expuso su punto de vista. Yo considero que para cultivar esta línea hay que tener por supuesto horas de vuelo, como por supuesto lo tiene Don Germán. Una vasta experiencia, porque la historia no se trata de hacer una especie de pitoniso, de adivinar el futuro y por supuesto Don Germán tiene la experticia no para avizorar a manera de pronóstico, pero sí de trazar líneas de lo que corresponde a una agenda que tiene prevista la sociedad venezolana en ese marco de lo que él ha denominado la larga marcha hacia la democracia. En mi caso particular, en este aspecto tengo mis reservas, no porque no comparta propiamente el planteamiento, por ejemplo del caso de Don Germán Carrera Damas, sino porque es un poco, si se quiere aventurado, señalar qué puede pasar en un futuro. Lo que sí podemos precisar es que la historia nos da herramientas para conocer nuestro pasado, de modo de poder comprender nuestro presente y sobre todo poder verificar cuáles han sido las principales fallas para reparar errores. Pero mucho más importante, conocer nuestros aciertos para potenciarlos y de esa manera convertirlos en un eje transversal que nos permita seguir transitando hacia el futuro que esperamos construir, que sigue siendo incierto, pero que al menos nos da una hoja de ruta.
Fotografías: LB (CCS, 20/11/2024). Tres momento del acto de incorporación y del brindis en planta baja. Tercera gráfica, de izquierda a derecha: Freddy Marcano, LB, José Olivar, Luis Salamanca, Rosa Fuentes y Carlos Castañeda.
"El presidente de la República hizo unas declaraciones en la televisión el domingo pasado. Repitió varias veces «mucha gente pequeña» (piensa esto, sufre lo otro, etcétera) para referirse a la gente humilde, como si esas personas a las que calificaba de tales no estuvieran escuchándolo ni viéndolo, ya que es inaudito sugerir a una categoría de ciudadanos que son inferiores, y aún más inaudito que acepten ser tratados así. Eso también quería decir que él pertenecía a la «gente grande»"
Annie Ernaux
("Diario del afuera", Cabaret Voltaire, Madrid, 2024: 23)
- Angel Ignacio Ríos. "Platea musical: Concierto Dominical" (Martha Argerich y Charles Dutoit en Caracas). El Mundo, Caracas, 09/04/1973.
- "Venezuela, emporio petrolero". La Esfera, Caracas, 13/10/27.
- Edith Guzmán entrevista a Eva María Zuk. El Nacional, Caracas, 26/08/84.
- Guillermo José Schael. "Brújula: Un acto parcial de piratería a E. B. N." (Enrique Bernardo Núñez, cronista de Caracas; piratería intelectual). El Universal, Caracas, 29/05/47.
-Rafael del Naranço, "El Mundo Internacional: Militares internacionales". El Mundo, 01/12/92.
Reproducción: Sofía Ímber y Renny Ottolina. No hay más datos.
Desde hace un
cierto tiempo, luce algo notable una tendencia con aspiraciones a crecer en el
ámbito gremial de las universidades, susceptible de extenderse a otros: la de
procurar el gratuito y resignado, abierto o encubierto, contacto y entendimiento
con el gobierno, reclamándole solo un incremento del salario. Una suerte de
neogremialismo, en contraste con el resultado de los últimos comicios
estudiantiles, surgido entre los profesores de la Universidad Central que
parece extenderse a la Simón Bolívar, ha incluido la visitación correspondiente
a Miraflores.
Nadie niega la
posibilidad de un diálogo con el oficialismo, pero luce demasiado obvio que éste
requiere de las mínimas condiciones de eficacia, respeto mutuo, sobriedad y de
las concreciones que autoricen la propia negociación, más allá de la espontánea
y arbitraria disposición a concurrirlo. Vale decir, de una amplia política de
reivindicaciones que tiene por obligadísimo contexto la realidad dura, difícil
y múltiple del país, en lugar de la peregrina y solitaria solicitud de un
aumento nominal de los ingresos, dejando de lado el inocultable problemario de
la universidad misma.
El
neogremialismo, circunscrito al instante, transeúnte de las meras
circunstancias, además, no constituye una legítima expresión de la llamada,
afamada y tan manoseada resiliencia. Inconfundible, la comparecencia a las
reuniones de palacio, luego, diluida inexorablemente la noticia, ilustra el más
burdo oportunismo.
Agreguemos,
por ejemplo, dado el consabido déficit presupuestario que impide atender
inmediatamente las exigencias salariales, la inclinación por protestar
exclusivamente a las autoridades universitarias, evitando ni siquiera mencionar
a las del ejecutivo nacional. U, otro ejemplo, el arribo a última hora de
aspirantes a dirigir el gremio, asombrosa y absolutamente callados por todos
estos años: simplemente, andan cazando
güiro, para decirlo a lo venezolano.
Acotemos, deseado evitar todo riesgo, el
neogremialismo en cuestión, a falta de mejor denominación, aunque sobren los
eufemismos, opta por acomodarse directa e indirectamente a las esferas de poder
so pretexto de evitar la desaparición de la institución e institucionalidad
educativa, creyendo que la “transformarán” junto a los sectores oficialistas.
Dudamos que haya ingenuidad de propósitos, pasando por alto el contrato
colectivo vigente de las universidades que, valga el detalle, nunca refirieron
para bien o para mal los transidos de prudencia por siempre: por ello, los
neogremiales buscan literalmente asociarse a los oficialistas en la gestión de
nuestras casas de estudios superiores: ¿para qué la copia, si basta el original?
Fotografía: LB, pasillo de Ingeniería, UCV (CCS, 15/03/2023).
La celebración ayer de la última cena, la celebración hoy de la muerte y la celebración mañana de la resurrección, son tres aspectos de una misma realidad: La plenitud de un ser humano que llegó a identificarse con Dios que es Amor.
La realidad profunda que se nos revela en estos acontecimientos es que Dios es amor. Este es el punto de partida para que cualquier ser humano pueda desarrollar su verdadera humanidad. Pero el amor es también la meta a la que llegó Jesús y a la que tenemos que llegar nosotros.
Ese amor, ni en Dios ni en nosotros, puede ser puramente estático; al contrario, es lo más dinámico que podemos imaginar, porque es el motor de puesta en marcha de toda acción verdaderamente humana.
El recuerdo puramente litúrgico de la muerte de Jesús, sin un compromiso de defender en nuestra vida las mismas actitudes que le llevaron a la muerte, es un folclore vacío de contenido.
Otro peligro que nos acecha en esta celebración, es caer en la sensiblería. Tal vez no podamos sustraernos a los sentimientos ante la descripción de una muerte tan brutal. El peligro estaría en quedarnos ahí y no tratar de vivir lo que estamos celebrando.
(La muerte en la cruz tenía como fin eliminar a una persona físicamente; pero también degradarla ante la sociedad, para que su influencia moral desapareciera).
Nos importan los datos históricos, pero sólo como medio de descubrir la cristología que en ellos se encierra: Jesús es para nosotros el modelo de lo humano y de lo divino, que manifestó absolutamente en esos momentos decisivos de su vida terrena.
No podemos presentar la muerte de Jesús como el colmo del sufrimiento. La vida de Jesús se desarrolló con relativa normalidad y con una cierta comodidad. Los sufrimientos duraron sólo unas horas. Millones de personas, antes y después de Jesús, han sufrido mucho más en cantidad y en intensidad. No podemos seguir hablando de sus sufrimientos como si fueran los únicos. Muchísimas personas tendrían motivos para sentirse heridas con esa manera de hablar. El decir que por ser un hombre perfecto tendría mayor sensibilidad al dolor, tampoco es convincente. Fue una muerte cruel, sin duda, pero no podemos presentarla como el paradigma del dolor humano.
El valor de la muerte de Jesús no está en el dolor, sino en la motivación de esa muerte, en la actitud de Jesús y de los que lo mataron.
Tenemos que entender bien la idea de que "murió por nuestros pecados".
El autor de la carta a los hebreos, (que seguramente no es de Pablo) lo que intenta es hacer ver a los judíos, que ya no tenía sentido el repetir los sacrificios que habían sido la base del culto en el templo, porque ya estaba cumplida en Jesús toda la labor de mediación. Esta idea es posible, solo desde la perspectiva del Dios del AT que premia y castiga; y exige el pago por nuestros pecados.
Este Dios no tiene nada que ver con el Dios de Jesús, que nos ama a todos siempre e infinitamente y que, si pudiera tener alguna preferencia, sería para con los débiles o los pecadores. Seguimos manteniendo ese Dios del AT, porque está más de acuerdo con nuestros sentimientos sin descubrir que ha sido superado por el Dios de Jesús.
Con relación a la muerte de Jesús, creo que debemos distinguir dos aspectos: ¿Por qué le mataron? ¿Por qué murió? Si no hacemos esta distinción, entraremos en un callejón sin salida. Le mataron porque la idea de Dios que él predicó no coincidía con la idea que los judíos tenían de su Dios.
El Dios de Jesús, como veíamos ayer, no es el soberano que quiere ser servido, sino Amor absoluto que se pone al servicio del hombre. Esta idea de Dios es demoledora para todos aquellos que pretenden utilizarlo como instrumento de dominio y esclavitud de los demás.
Ningún poder establecido puede aceptar ese Dios, porque no es manipulable ni se puede utilizar en provecho propio. Esta idea de Dios es la que no pudieron aceptar los jefes religiosos judíos. Este Dios nunca será aceptado por los jefes religiosos de ninguna época.
Jesús murió por ser fiel a sí mismo y a Dios. En el fondo no se puede separar las respuestas a las dos preguntas. Jesús como todo ser humano tenía que morir, pero resulta que no murió, sino que le mataron. Esto último, tampoco hace de su muerte un hecho singular. La singularidad de esa muerte hay que buscarla en otra parte.
La muerte de Jesús no fue un accidente, sino consecuencia de su manera de ser y de actuar. Creo que en la aceptación de las consecuencias de su actuación está la clave de toda la vida de Jesús. El hecho de que no dejara de decir lo que tenía que decir, ni de hacer lo que tenía que hacer, aunque sabía que eso le costaría la vida, es la clave para comprender que la muerte no fue un accidente, sino un hecho fundamental en su vida.
El hecho de que le mataran, podría no tener mayor importancia, pero el hecho de que le importara más la defensa de sus convicciones, que la vida, nos da la verdadera profundidad de su opción vital. Jesús fue mártir (testigo) en el sentido estricto de la palabra.
Las palabras y los gestos de Jesús en la última cena, sobre el servicio total a los demás, pueden significar la más elevada toma de conciencia de Jesús sobre el sentido de su vida. Tal vez en ese momento, cuando ya era inevitable su muerte, descubrió el verdadero sentido de una vida humana. Ese sentido no puede ser otro que el servicio, la donación total a los demás como culminación de humanidad.
Cuando un ser humano es capaz de consumirse por los demás, está alcanzando su plena consumación. En ese instante puede decir: "Yo y el Padre somos uno". En ese instante manifiesta un amor semejante al amor de Dios. Dios está allí donde hay verdadero amor, aunque sea con sufrimiento y muerte.
Si seguimos pensando en un dios de "gloria" ausente del sufrimiento humano, será muy difícil comprender el sentido de la muerte de Jesús. Si pensamos que por un instante Dios abandonó a Jesús, tenemos todo el derecho a pensar que Dios tiene abandonados a todos los que están hoy sufriendo. Eso sería terrible. Dios no puede abandonar al hombre, y menos al que sufre. Pero sigue siendo muy difícil descubrir a Dios en el sufrimiento.
¿Qué tuvo que ver Dios en la muerte de Jesús? El gran interrogante que se plantea sobre esa muerte recae sobre Dios. No podemos pensar que planeó su muerte, ni que la exigió como pago de un recate por los pecados, ni que la permitió o la esperó.
La paradoja está en que podemos decir que Dios no tuvo nada que ver en la muerte de Jesús, y podemos decir que fue precisamente Dios la causa de su muerte. Si pensamos en un Dios que actúa desde fuera, nada de lo que digamos en relación con esa muerte tiene sentido. Si pensamos que Dios era el motor de toda la vida de Jesús, de sus actitudes y de sus decisiones, entonces Él fue la causa de que Jesús fuera a la muerte.
La muerte de Jesús es una verdadero interrogante sobre Dios. Según todas las apariencias, Dios abandonó a Jesús a su suerte cuando le pedía a gritos que le ayudara. ¿Cómo podemos armonizar su silencio con la cercanía en el momento de morir? Aquí está la clave de comprensión del misterio Pascual.
Dios no abandonó por un momento a Jesús para después revindicarlo. Dios estuvo con Jesús en su muerte. Porque fue capaz de morir antes que fallarle, demuestra esa presencia de Dios como en ningún otro momento de su vida. En la entrega total se identificó totalmente con Dios y lo hizo presente.
Cualquier otro intento de demostrar la presencia de Dios en Jesús (conocimientos, poder, milagros) es contrario a las enseñanzas más profundas de Jesús sobre Dios.
Creo que aún tenemos que reflexionar mucho sobre esa muerte para comprender el profundo significado que tuvo para él y para nosotros. Su muerte es el resumen de su actitud vital y por lo tanto, en ella podemos encontrar el verdadero sentido de su vida. Se trata de una muerte que lleva al hombre a la verdadera Vida. Pero no se trata de la muerte física, sino de la muerte al "ego", y por lo tanto a todo egoísmo, que hizo posible una entrega a los demás hasta la muerte.
Este es el mensaje que no queremos aceptar, por eso preferimos salir por peteneras y buscar soluciones que no nos exijan entrar en esa dinámica. Si nuestro "yo" sigue siendo el centro de nuestra existencia, no tiene sentido celebrar la muerte de Jesús; y tampoco celebrar su "resurrección".
Termino como empezaba, nosotros tenemos que separar la vida, la muerte y la resurrección de Jesús para intentar entenderlas, pero resulta que solamente la podremos entender si descubrimos la unidad inextricable de las tres realidades.
La muerte fue consecuencia inevitable de su vida, pero en esa muerte ya estaba toda la gloria que podía recibir Jesús como ser humano.
La trayectoria humana de Jesús terminó alcanzando la más alta meta que puede conseguir un hombre: desplegar al máximo toda su humanidad, alcanzando y manifestando la plenitud de divinidad.
Si no tenemos presente esto, podemos seguir echando balones fuera, sin aprovechar lo que tiene de acicate para nosotros el descubrir que un ser humano como, en todo semejante a nosotros, pudo llegar a esa meta.
OLIVAR: HISTORIA Y CONTUNDENCIA POLÍTICA EN LA ACADEMIA
William Anseume
Las Academias Nacionales siguen indetenibles su contribución al país. En medio de la turbiedad, son un aliciente de pensamiento y acción. Esto debemos agradecerlo encarecidamente todos los ciudadanos venezolanos.
Me honra la amistad de José Alberto Olivar. No es nueva. Son varios, largos, años de lucha en y desde la Universidad Simón Bolívar, donde nos conocimos. Ahora ingresó a la Academia de la Historia en calidad de Individuo de Número. Destacada función con reconocimiento mutuo, de él y de la propia Academia.
No puedo dejar de expresar mi sorpresa por su brillante discurso de incorporación. Habíamos hablado largo, muchos días antes de su lectura de este miércoles. Estaba prácticamente decidido a expresarse sobre las vías de penetración en el país. Sus palabras en el histórico recinto me conmovieron, me sorprendieron, por su actualidad política insoslayable en tan crudos momentos de nuestras vivencias cotidianas.
El de Olivar fue un acto político, más que académico. Allí nos congregamos para aplaudirlo más de cien personas. Su verbo sigue resonando en el palacio. Dedicó su alocución a la actualidad política del país, sin mencionarla siquiera. Tampoco esquivándola. Aprovechó para ello un engavetado y minúsculo texto revitalizado por él, intitulado El presidente (Madrid, 1891). Donde su autor, Rafael Fernando Seijas, disecciona la dictadura de Antonio Guzmán Blanco. En referencia a ellos, el libro, el autor y Guzmán, expresa Olivar: "Los estragos de la recurrente violencia política", "aunque fuera a costa de métodos autoritarios", "Su obra como gobernante y las tropelías de las que hizo gala", entre otras junturas de vocablos decidores de lo nuestro.
Los concurrentes nos sentimos motivados, más allá de la absurda tentativa del autor decimonónico de contrariar alguna máxima irrefutable de Maquiavelo, a buscar y leer de primera mano el opúsculo de Seijas. Sin embargo, como lo expresó en su contestación el otro académico, Edgardo Mondolfi, la reactivación escrituraria del libro del XIX está en la corajuda lectura que de él realiza el profesor de la USB.
Así pues, humildemente, recomiendo la lectura tan significativa del discurso de incorporación a la Academia de la Historia de José Alberto Olivar, e invito a que corramos, como él nos invita, a precisar nuestra realidad actual en El presidente de Seijas. Muy grato momento indeleble en el palacio de las Academias este miércoles.
Múltiple
y gigantesca, es la industria cultural estadounidense. Por allá, nada es
perfecto, pero es como si lo fuera de compararlo con las cosas que pasan por
acá.
Consabido,
en Estados Unidos, también la segregación por distintos motivos alcanza niveles
intragables que incluye las movilizaciones minoritarias, aunque significativas,
en relación a los neonazi que reniegan del triunfo de la libertad en 1945. La
raza, la profesión religiosa, la sexodiversidad, o la misma pobrecía,
constituyen los más burdos pretextos para hacer de la diferencia un explosivo
social. Sin embargo, la libre manifestación de las ideas autoriza obras
operáticas como “Blue”, con música de Jeanine Tesori y libreto de Tazewell
Thompson (https://www.youtube.com/watch?v=4ShCefH6rZA): un adolescente que pertenece a una
familia negra de clase media, resulta abaleado por un policía blanco. Valga
acotar, el libretista llama la atención en la edición de Chicago Tribune del
día 21 de los corrientes, sobre la
sinestesia de la pieza con un halagado concurso de efectos narrativos,
musicales, luminarios, vestimentarios, siendo más poderosa que un gran libro o
sinfonía (“In opera, narrative and music combine with the visual to make for the
entire synesthetic effect. The words, music, scenery, costumes, lighting and
staging work together to render an experience more powerful than reading a
great book, seeing a play or hearing a symphony”). Por cierto, la crónica siguiente,
suscrita por Heddy Lahmann (“Why we should care about arts education in public
schools”), alerta respecto a los posibles recortes de financiamiento de las
artes y la educación artística, amenazada la existencia del National Endowment
for the Arts, en apoyo de la escuela pública.
Además
de la denuncia hecha arte, constatamos por estos predios el ya acostumbrado
desconocimiento de las novedades culturales del extranjero, al igual que el
celo natural por limitar la difusión gratuita de obras recientes en atención a
una definida estrategia de comercialización. Por ello, resulta difícil
imponerse de magníficas piezas estrenadas o a estrenarse en la Ópera
Metropolitana de Nueva York o en la Scala de Milán, o cualesquiera otros
lugares, o saber profusamente de Anna
Netrebko y Diana Damrau, muchos años después, sólo cuando eran jóvenes y
esbeltas, por ejemplo. No obstante, lo anterior no impide un ejercicio que se
ha convertido en un hábito inevitable para todos los géneros.
En
efecto, la sola reseña de “Blue”, nos ha permitido indagar y descubrir a
intérpretes, como el bajo debutante Kenneth Kellogg, la mezzosoprano Zoie Reams y el barítono
Norman Garrett. Y ello, en lo posible, está ocurriendo cada vez que celebran
algún concierto en tierras lejanas con compositores, directores e intérpretes
inéditos: los exploramos hasta que algún día surjan imágenes de esos eventos
con sus audios reveladores.
Esto
es, música de supervivencia. En un país de sobrevivientes, huelga comentar.
"Hacía tiempo que los tribunales habían dictaminado que la policía podía mentir a los sospechosos sobre las pruebas que tenían contra ellos, pensando que, si eran inocentes, sabrían que la policía mentía. Ballard siempre había utilizado ese privilegio con sensatez, porque era algo que nunca le había sentado bien a los miembros de un jurado. La lógica era turbia y, al fin y al cabo, a la gente no le gustaba que la policía mintiera"
- Edición especial: La victoria sobre la malaria: Arnoldo Gabaldón, Enrique Tejera, Félix Pifano, Mario Montesinos, Luis A. Berti, Miguel Suárez, César Quintana, Roberto Montero, Jorge Olavarría. Resumen, Caracas, n° 143 del 01/08/1976.
- Agnes Heller en Venezuela. Últimas Noticias, Caracas,14/05/95.
- Dossier: ¿Quién era Francisco de Miranda? Últimas Noticias, 23/11/97.
- Manuel Pérez Vila. "La burla al presidente (1837)". El Nacional, Caracas, 30/12/81.
- J.R. Núñez Tenorio y la táctica política en la historia de Venezuela. Últimas Noticias, 10/04/94. Suplemento Cultural.
Fotografía: Sabana Grande hacia 1983, tomada del grupo facebookeano Caracas inolvidable.
Recientemente,
una persona amiga compartió una curiosa noticia: el matrimonio de un joven
francés, Antoine Cheval, consigo mismo (https://x.com/ultimahoraenx/status/1856466502733443415).
La propia fotografía de la boda, expuesta el y la contrayente simultáneamente,
escindidos por una vestimenta reveladora, sintetiza una anécdota que esconde un
terrible drama: el de la radical e intransigente autopercepción que promete
serias dificultades para una mínima y futura coexistencia.
Indagando
sobre el fenómeno, las redes hablan de “sologamia” o “autogamia”, entendiendo
como simbólico un matrimonio que prohíbe la ley. Quizá parte de una determinada
terapia, constituye un acto de autoaceptación de costo más elevado que el
valiente y auténtico gesto de autorreconocerse con todos los aciertos y errores
que implica ejercer la vida, vivamente.
El caso está
en que algún límite debe imponerse a esto de la autopercepción, a menos que
deseemos todos enloquecer. Posiblemente, se deba a una elemental confusión: por
ejemplo, en el mundo académico también se ha descubierto que el incesto
constituye un mito y, cuestionándolo como tabú, no ofrece solución alternativa
excepto el absoluto respeto a la voluntad ajena, algo parecido a esa izquierda
euroccidental que clama por admitir las relaciones sexuales entre los niños, o
uno de éstos y un adulto, en nombre de la libertad: luego, se dirá de la
necesidad de aceptar y hasta celebrar que alguien de la prole nazca con rabo de
cochino, como los Buendía del Gabo que temieron tanto por ello; o
despenalizarán la pedofilia, asumida con normalidad sin preguntarse el motivo
de su antigua criminalización; e, incluso, recordamos un caso de dos o más años
atrás, cuando una persona de avanzada edad juró sentirse un niño y obtuvo de un
tribunal londinense la orden de incorporarlo a un jardín de infancia,
ocasionando el retiro de todos los niños y sus representantes del aula.
Hay quienes
literalmente se sienten perros y hasta realizan una convención para reivindicar
la condición, como también ocurrió en Londres tiempo atrás; el único hecho de
congregarse para debatir y defender sus derechos, les da o debe darles alguna
señal de su naturaleza humana. El dato, nos permite traer a colación que, en la
televisión humorística venezolana, ideado por Jorge Citino y representado por
Américo Navarro para Radio Rochela, por entonces, siendo Nelly Pujol una
desconocida modelo, Edith Guzmán con fotografías de Justo Molina, suscribió un
reportaje alusivo al popularísimo personaje MacPerro (Momento, Caracas, Nr. 901
del 21/10/1973); o, se nos ha dicho, a mediados de la década Joselo representó
a un can, luego prohibida por el Estado tales representaciones, aunque no
sabemos bajo cuáles alegatos.
Yeong-hye, es
la protagonista de “La vegetariana”, laureada novela firmada por la
recientemente nobelada Han Kang: sorpresiva y violentamente se convierte en
vegetariana para trastornar toda la vida familia, atentar contra su vida, internada
en un psiquiátrico, autopercibida como un árbol. Buena escritora, al concluir
la obra, nos preguntamos en torno a la legitimidad o no de la psicología y psiquiatría,
¿las eliminamos o pugnamos por otra e innovadora orientación de las disciplinas
que se nos antojan indispensables?
Cierto, a modo
de ilustración, mucho Foucault enreda la existencia respecto al occidente
capitalista, tendido un espeso velo en relación al resto de los mortales bajo regímenes
totalitarios que incluyen a las consabidas teocracias. No obstante, otros casos
de autopercepción llaman poderosamente la razón en el campo político que,
acaso, ¿sugerirá la idea de eliminar la política misma?
El régimen se
jura una revolución, además, democrática y redentora, a pesar de las
incontables pruebas en contrario, pero muy quizá pudiera comprenderse como una vulgar
engañifa del poder establecido. O constatado, hay quienes proclaman una
condición opositora que traicionan, aunque el asunto está en quienes se comen
el cuento más que en los contadores.
Nos permitimos
sumar otras expresiones que suelen resumirse en síntomas muy serios: la
megalomanía, los delirios de grandeza, el complejo de líder así falle
infinitamente. Provocaconsecuencias a
veces muy severas entre sus seguidores y … no seguidores.