DEL VIEJO Y RESPETABLE MARRÓN
Luis Barragán
Las nuevas
generaciones poco conocen de la moneda venezolana, quizá creyendo que nuestras
fundamentales transacciones por siempre fueron electrónicas. No sospechan de lo
poderoso que fue nuestro signo monetario en papel y en monedas metálicas, en un
país evidentemente más ordenado, institucional y, agreguemos, fiable respecto
al Estado.
Desde la locha
de doce y medio céntimos, el medio de 25 céntimos, el fuerte de cinco bolívares
hasta el marrón de cien bolívares, sin necesidad de mayores denominaciones,
había bolsillo suficiente para el que tuviera ese realero, para cubrir las
necesidades más elementales. Por detrás, anduvo el petróleo que fue sacándonos
poco a poco de la antigua y bárbara pobreza.
Por supuesto
que hubo inequidades insoportables, flagelos
terribles, pero jamás se había llegado a la crisis humanitaria compleja
de este siglo. Cuarenta años de una
estabilidad relativa de precios, por ejemplo, contribuyó a una extraordinaria
ampliación de la clase media en el marco de un acelerado proceso de
urbanización que significaba una mejor calidad de vida.
Y es que con
un marrón, por mucho tiempo fue fácil pagar 400 marroncitos o tasas pequeñas de
café, más la porción gratuita de azúcar, otro ejemplo. Y hasta los finales de
la década de los setenta del siglo pasado, hubo problemas para pagar y esperar
el vuelto por la compra de cuatro panes franceses de Bs. 0,25 cada uno, con un
billetazo tan roncador de Bs. 100, 00.
Tiempos del
cheque, la letra de cambio y otros medios de pago, que desafiaban la caligrafía
de sus usuarios. Empero, en cuestión de muy pocas décadas, quedó materializada
la prédica de un pronosticador insigne como fue Alvin Toffler. Hasta de este
insigne divulgador e intérprete de nuestros más universales afanes
tecnológicos, ya nada se sabe.
16/06/25:
https://opinionynoticias.com/opinionpolitica/43031-del-viejo-y-respetable-marron
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