COMPRENDER
LA AVARICIA PARA PODER TRASCENDERLA
(San Lucas, 12: 13-21)
Enrique Martínez Lozano
En
un interesante libro sobre el eneagrama, describiendo el eneatipo Cinco, puede
leerse: "Avaricia significa codicia, un poderoso deseo de adquirir. El
impulso de un Cinco es, por tanto, coleccionar, acumular y ahorrar recursos,
basándose en una sensación interna de vacío deficiente..." Y, citando
a Claudio Naranjo, continúa: "«Se trata de una avaricia temerosa que
implica la fantasía de que dejar escapar algo causaría un catastrófico quedarse
sin nada. Podemos decir que tras ese impulso de atesoramiento se esconde una
experiencia de empobrecimiento». Este es el estado de retención anal, el alma
que retiene las cosas en vez de dejarlas pasar. La lógica interna es que si
almacena, como una ardilla, lo suficiente, ya no se sentirá nunca más vacío,
pero al igual que todos los intentos de llenar los agujeros de nuestras almas
que resultan de la desconexión con el Ser, ninguna cantidad de reservas será
suficiente para aliviarle la experiencia interna de escasez" (Sandra
MAITRI, La dimensión espiritual del eneagrama. Los nueve rostros del alma, La
Liebre de Marzo, Barcelona 2004, p.215).
Me
parece que estas palabras de Sandra Maitri nos ayudan a comprender en
profundidad la sabiduría que contienen aquellas otras de Jesús, ya que señalan
expresamente dos claves imprescindibles: de dónde viene la avaricia, y cómo se
resuelve.
De dónde viene la avaricia
En
el origen de la avaricia, parece haber un vacío afectivo, una experiencia
temprana de inseguridad y, en último término, una desconexión de nuestra
verdadera identidad.
El
vacío afectivo "exige" ser llenado compulsivamente: es la fuente de
la ansiedad, que se traduce en adicciones variadas –una de las cuales, puede
ser el dinero o los bienes materiales-. En este sentido, la codicia o avaricia
es el intento –estéril- de colmarlo.
Una experiencia temprana de inseguridad (económica),
sin que necesariamente haya sido objetivamente real, ha podido desencadenar en
el niño una angustia, de la que buscará protegerse a base del tener y del
acaparar.
Más
en profundidad, la avaricia, en cuanto necesidad ilimitada de acaparar, se explica
–como todos los comportamientos egoicos- a partir de la desconexión de
nuestra verdadera identidad. Lo que somos –en nuestra identidad
profunda, compartida y no dual- es Plenitud. Pero, al haberlo olvidado, al
ignorarlo, empezamos a vivirnos como seres separados y carentes, en lucha
permanente y agotadora por paliar aquella carencia que creemos ser. Mendigamos
migajas –"amasamos riquezas para nosotros mismos"-, sin reconocer que
somos ya "ricos ante Dios". (¿Cómo no recordar aquí el libro de
GANGAJI, El diamante en tu bolsillo, Gaia, Madrid 2006?).
Para liberarse y trascender la avaricia
Será
necesario un trabajo psicológico para elaborar el dolor escondido tras aquellas
experiencias de vacío y de inseguridad, así como para modificar los mensajes
que se grabaron a partir de ellas.
Pero
habrá que comprometerse, también, en un trabajo espiritual sobre sí mismo, que
permita salir del sueño egoico y de la ignorancia acerca de nuestra verdadera
identidad, hasta reconocernos, de fondo, en la Plenitud que somos.
Tanto
en un caso como en otro, quizás necesitemos de la ayuda de alguna persona
competente. Pero parece indudable que, mientras no se cumplan estas condiciones
–curar el vacío y la inseguridad, y reconocer nuestra identidad profunda-, no
será posible vivir la palabra de Jesús, es decir, no podremos experimentarnos
"ricos ante Dios".
Porque
"ser rico ante Dios" no significa haber "acumulado" méritos
–de nuevo sale la palabra que le encanta al ego-, sino dejar caer nuestra falsa
identidad, tomar distancia del ego y, acallada la mente, hacernos conscientes
de la Plenitud que somos.
Cuando
esto no se advierte, el voluntarismo por cumplir la palabra de Jesús conduce,
no a lo que él vivía y anunciaba, sino justamente a un ego más inflado y
separado, por más que ahora se autodenomine "religioso". La
experiencia nos dice que una mayor "religiosidad" no coincide con una
mayor verdad de lo que somos.
Fuente:
Ilustración: Titia (posiblemente, se refiere a Tiziano). Óleo sobre lienzo (las fotografías de rayos X muestra que Cristo fue pintado originalmente con un sombrero de jardinero); en:
https://artandtheology.org/2016/04/05/she-mistook-him-for-the-gardener/
Padre S. Martín: "Intrigas en el Cónclave". Desconfianza hacia León XUX:
https://www.youtube.com/watch?v=MY84HQ6L170
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