SÁNCHEZ CORTÉZ (GONZÁLEZ Y MERINO)
Luis Barragán
De entrada, digamos que no tenemos vocación de
obituaristas, pero resulta inevitable la referencia respecto al distinto
liderazgo político que tuvimos en cualquiera de los ámbitos y niveles que deseemos
considerar. Por supuesto, hubo fallas y errores, algunos de los cuales
contribuyeron al presente venezolano, pero la otrora dirigencia política
también fue portadora de un testimonio de vida y de luchas que mal podemos
ignorar.
Un caso llamativo es el del trujillano Alejandro
Sánchez Cortéz, recientemente fallecido, quien desempeñó con decoro y eficacia
la gobernación de su estado natal con la mínima edad requerida, en el primer
gobierno de Rafael Caldera. Dejó a sus herederos, un nombre intachable, una
trayectoria de esfuerzos y realizaciones, aunque a las nuevas generaciones les
extrañará y mucho, que no deje mansiones dentro y fuera del país, uno o más
aviones de uso personal, ni siquiera el recuerdo de una parranda memorable en
alguna capital estadounidense o europea.
Fue un bregador, extraordinariamente comprometido con
su estado natal y, aunque jamás coincidimos en la natural y compleja lidia
interna de todo partido político que se respete, decididamente convencidos de
enarbolar las más limpias banderas de lo que fue un hermoso ideario, hubo
admiración y reconocimiento al líder que fue.
Ya retirado de las lides parlamentarias, nos impresionaba la vinculación
de muchos años o décadas con los habitantes aún del último caserío de la
entidad federal, e, inevitable evocar la anécdota, en una convención regional o
nacional de fecha ya olvidada, al pisar Carache, Boconó o Santa Apolonia, ya
antes el viejo Sánchez Cortéz lo había hecho: “quizá debimos haberle pedido la
cola de una vez”, fue la humorada que celebramos los muchachos de entonces.
Días atrás, con muchísima razón, Hermann Alvino
acertaba al comentar la profundidad del compromiso que caracterizó
políticamente a Sánchez Cortéz en un estado de accidentados caminos, donde fue
un duro y persistente opositor democrático. Zamarro al mismo tiempo que
honesto, sorteó las más variadas circunstancias de un país al que le costó
tanto levantar y hacer de la democracia una histórica experiencia.
Con todas sus imperfecciones, ese fue el partido que
aportó las mínimas condiciones para el aprendizaje político y que explicó
militancias como la de Vladimir González en el estado Miranda, integrante de la
generación de los ochenta, y la Braulio Merino en Bolívar. Ambos también
fallecidos un par de semanas atrás. Trillaron los senderos que ya había abierto
líderes como Sánchez Cortéz.
Fotografía: Alejandro Sánchez Cortés (Facebook).
03/08/2025:
https://lapatilla.com/2025/08/03/luis-barragan-sanchez-cortes-gonzalez-y-merino/
Nota LB: Esto escribe Luis Alberto Miranda, desde Cojedes: "Debió haber dejado como herencia su caballito de mil batallas era siempre bienvenido a tomar café en los pueblos de la montaña carache,chejende,bolivia,Boconó,Milton torococo y su natal santa Ana su wolvagen era inconfundible bajar y subir a cuicas ir a carache hasta llegar a su pueblo santa Ana tomando café en cada pueblo hasta llegar a su destino...QEPD"; en:
https://www.facebook.com/photo/?fbid=10233746053607653&set=a.10230862932731433
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