ÉTICA Y BÉISBOL
Luis Barragán
Todos
foráneos, quienes habitamos el resto del mundo, presumimos que la agenda
interna de la presidencia de Estados Unidos prácticamente no existe. Al
ocupante de la Casa Blanca solamente lo ocupa algún reconocimiento nacional a
conceder, además del nombramiento de su gabinete sujeto a la revisión parlamentaria. Sin embargo, luce gigantesca la complejidad
de los asuntos que directa y simultáneamente le conciernen al interior y al
exterior de la superpotencia, la radical variedad de líderes que requieren de
su atención, la sensibilidad de los medios de comunicación realmente
independientes, la incansable contradicción de los intereses económicos de la
más diversa índole, el torrencial de demandas políticas que procesa el sistema
y, específicamente, el mismo presidente con las correspondientes tensiones, presiones
y pretensiones.
Ahora
bien, si comprendemos las extraordinarias dimensiones del béisbol organizado
con una rica y fortísima tradición histórica, no es de extrañar una entrevista
del poderoso comisionado de las llamadas Grandes Ligas, Rob Manfred, con Donald Trump, pues, éste tiene por delante
de su ventana en cada amanecer, a su propio país. Y es de conjeturar que hubo y
hay materias importantes que tratar, además del gesto cortés, aunque The Wall
Street Journal (05/05/25) incluyó el caso de Pete Rose, en la aludida
conversación, aunque Trump no tiene competencia alguna para resolver algo tan
inherente a toda una industria deportiva independiente y de sólidas bases
económicas.
Sabido,
al mayor hiteador en todo el historial de las mayores se le declaró inelegible
para el ambicionado Salón de la Fama, por el vicio persistente de apostar aún a
favor de su mismísimo equipo, por lo que no goza de tan exacto reconocimiento.
De modo que los familiares de la ya difunta superestrella, han diligenciado el
perdón a través de sus abogados, pidiendo levantar la sanción correspondiente y
que, no por casualidad, tratándose de un negocio si haber vamos, adquiere una
significación y un peso moral muy fuerte.
Ostenta
una impresionante relevancia, por una parte, la tenaz sobriedad con la que se
maneja la corporación deportiva, desligada las apuestas que, no pocas décadas
atrás, contaminó y amenazó seriamente con derrumbar las ligas. Debemos añadir
el extremo celo que demuestran en torno al ejercicio de la memoria, por lo que
el honor del Salón de la Fama no es nada baladí.
Valga
la digresión, y así le insistió el cronista sufragante en un corto video al
actor Franklin Virgüez, publicado por Instagram, por muy venezolano que sea,
Juan Vené no está de acuerdo con el nombre de Omar Vizquel, postura que ha de
respetarse. Admitamos, el gentilicio influye en nuestro ánimo, pero Vené arguye
un sentido de responsabilidad que admiramos, excepto alguien pruebe su mala fe.
Por
otra, hay una confiable regulación y distribución de poderes en el ámbito
privado, porque el comisionado Manfred puede levantar la sanción, pero ello no
garantiza el ingreso automático a Cooperstown, sujeto su nombre al Comité de Revisión
Histórica para su posterior nominación; y, en el ámbito público, porque el
presidente Trump sólo podría indultar a Rose post-mortem por los cargos de
evasión fiscal de 1990, carente de toda atribución para intervenir directamente
en la corporación. Ha de ser interesante para todo estudiante y curioso del
derecho, el seguimiento de la petición formulada por Jeffrey Lenkov, abogado
del beisbolista , ahora, de la familia Rose, formulada en enero del presente
año para la elegibilidad en cuestión; existen alegatos de interés, como el de
la proporcionalidad de la medida, la exaltación del legado frente a una sanción
cumplida y que, además, no se ha aplicado a otros jugadores que emplearon
esteroides, a modo de ilustración; o, en definitiva, el contraste con los
argumentos del abogado John Dowd, quien fue el investigador de Rose en su momento.
Además, el caso ejemplifica una efectiva y eficaz ética deportiva que alecciona al resto de la sociedad, por muy mercantil que se diga la actividad. En beneficio de la confianza, respeto y credibilidad que ha de generar el béisbol al recordar el caso de soborno de los jugadores de los Medias Blancas de Chicago de 1919 y las apuestas en la Serie Mundial de entonces, u otros momentos ingratos de un extenso historial.
Fotografía: Tomada de la red.