“La interioridad humana no está deshabitada. Los deseos, una abigarrada tropa difícil de gobernar, han ocupado el territorio sin pedir permiso. Y están en el origen y en el fin de toda búsqueda de una vida lograda. La evaluación subjetiva de los deseos que se van logrando o malogrando son los sentimientos. Reflejan la conexión real o posible entre el deseo y su objeto, la distancia entre lo que tengo y lo que quiero tener, entre lo que soy y lo que quiero ser. Constituyen, por tanto, el índice de autorrealización personal efectiva o posible. Y lo hacen anticipando la consecución (interés, esperanza, entusiasmo), constatando que se ha logrado (alegría, euforia, tranquilidad), o verificando su frustración”
José Ramón Ayllón
(“Desfile de modelos. Análisis de la conducta ética”, Epulibre, 1998: 73)
Ilustración: Mohamed Melehi.
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