Nicomedes Febres Luces
Por razones de salud o por razones económicas los venezolanos hemos dejado mucho de fumar. Hace un siglo la situación era distinta pues fumar se volvió entonces una moda y una prueba de sofisticación y elegancia que seguía incluso Coco Chanel. Venezuela producía mucho tabaco negro que casi todo se exportaba o se procesaba como chimó, tabaco y cigarrillos elaborados artesanalmente pues en Venezuela las fábricas eran muchas, y buena parte del presupuesto se lo llevaba la publicidad. El tabaco rubio era propio de los países del Cercano Oriente, especialmente Egipto y Siria, mientras el tabaco negro se producía en Norteamérica y en Cuba ya bajo la influencia norteamericana con la salida de España del Caribe. Con el tiempo el cigarrillo rubio fue ganando terreno por ser más fragante y suave, especialmente entre el público femenino y tanto el sur norteamericano como Cuba cambiaron y fueron después productores de tabaco rubio. Ya hacia 1920 la mujer elegante fumaba cigarrillos rubios con pitillera larga. Por supuesto, el tabaco negro, más barato predominaba en las zonas populares en forma de tabaco o en forma de chimó que requería un recipiente receptor de los escupitajos llamado escupidera. Aún el gran público desconocía los grandes males que causaban las diversas presentaciones del tabaco y que fueron estadísticamente estudiadas por primera vez en un hospital de New York. Muy rápidamente el tabaco rubio fue desplazando entre las élites al tabaco negro pese a éste ser más barato. Hace años y por arte de birlibirloque me tope en una de esas ventas raras de garaje con una colección de unas veinte cajetillas vacías de cigarrillo, pero muy bien conservadas, que compré y empecé a interesarme en el tema como parte de la vieja cultura venezolana y de nuestra historia civil de hace un siglo y así la colección fue creciendo y perfeccionándose. Al presente debe incluir unas 60 cajetillas entre nacionales y extranjeras de época, una docena de papeles para liar cigarros, varías cajas de rapé, unas 3 escupideras, varios ceniceros, porta fósforos, avisos y varios álbumes de estampas de productos marca Golferos, Flor de Habana, Fama de Cuba y Francisco de Paula Guerrero. También hay imágenes de viejos estancos en las esquinas de Caracas. Los ceniceros de locales públicos fue un invento algo posterior y ya para los años cincuenta eran piezas corrientes en todos los bares y comederos de la ciudad.
Hoy vamos a mostrar un cenicero de un sitio entrañable de Caracas en nuestra juventud y es del Montmartre en Baruta donde ya en 1952 se reunían los domingos los chefs franceses a comer entre ellos siendo anfitrión Bobby su dueño, quién después vendería su local a Jack Del Sol para irse a fundar en Maracaibo un negocio de comida llamado Mi Vaquita, Del Sol lo dirigiría por cinco años para luego fundar La Potiniere en la Plaza de La Castellana, pero más un sitio de baile y luego vende el Montmartre a un chef muy famoso entre ellos llamado Pierre Huguet que conserva el decorado por un buen tiempo acompañado de su cuñado Henry Mouchot como maitre del lugar. Esta es la verdad de acuerdo a unos participantes en aquellos aquelarres gastronómicos de 1952.
09/07/2022:
https://www.facebook.com/photo/?fbid=10226903085943918&set=a.2324650196458
No hay comentarios.:
Publicar un comentario