LA EDUCACIÓN COMO PRÁCTICA DE LA OPRESIÓN
Luis Barragán
Décadas muy atrás,
tuvo una extraordinaria cotización entre los académicos y dirigentes políticos venezolanos
un título de inolvidable lectura: “La educación como práctica de la libertad”,
de Paulo Freire (1967). Sobre todo en los sectores de la izquierda marxista,
enarbolaron las ideas del brasileño con mucha fuerza, al igual que las
recogidas en “Pedagogía del oprimido” (1970).
En el Instituto Pedagógico de
Caracas, por ejemplo, se nos cuenta de los inagotables debates en torno a las
tesis esgrimidas, al igual que los más radicales dirigentes estudiantiles
tuvieron por hábito y oficio paralizar las actividades de la institución,
alterando el orden público en los alrededores de la sede caraqueña. La bomba
molotov iba pareja a la prédica del aula, en consecuencia.
Valga la casualidad, por una parte,
la quema semanal de cauchos y de vehículos públicos de transporte, en la vía
pública, bajo cualquier pretexto, con un saldo de contadas detenciones que
sugería un elevado costo político, cesaron en el presente siglo hacia el oeste
caraqueño. Y, no precisamente, por la solución de los problemas sociales y,
específicamente, educativos que se han agravado, sino por el seguimiento y la
represión tan feroces que ejerce el poder establecido ante el menor asomo de
disidencia.
Por otra, aquellas viejas tesis
enarboladas, fueron prontamente olvidadas y la experiencia educativa es la de
la opresión, porque el universo no se explica sin el socialismo del siglo XXI y
el tan forzadísimo culto a la personalidad de Maduro Moros, como antes Chávez Frías;
no existe pedagogía crítica alguna, sino la más perversa de una supervivencia
que puede incluir la comisión impune de delitos; y la propia destrucción masiva
del aula en nuestro país que dice todo. La opresión, entonces, sabe de otras
fronteras, como la negación de la enseñanza misma, el reinicio a clases que
permita el negoción de la compra por el Estado de zapatos (de Manacho que son
de cartón, de acuerdo a la consabida canción) que luego regalará a los niños
que no regresarán más a la escuela por falta de comida en casa, libros y útiles
escolares, por ejemplo.
Hay trabajos de gran credibilidad
académica que versan sobre la tergiversación de la historia venezolana para los
muchachos, sembrando en ellos un espíritu de resignación. Cuando se habla de
educación (y) física, al mismo tiempo la referencia apunta a la desaparición de
la educación física en buena parte de los planteles, como la falta de
profesores de física teórica y práctica que contribuyan al empleo de la lógica
más elemental, sobrando los comentarios sobre la inexistencia de docentes en
otras áreas de las ciencias naturales y sociales, cuyos salarios no alcanzan ni
para trasladarse de la casa a la escuela.
Se han dicho muchas veces, al
preguntarles, los niños suelen aspirar de grande a ser guardias nacionales o
jefes de bandas criminales para adinerarse, ya que el entorno no les da alternativas;
se ha asentado la cultura de la muerte, banalizándola; y están convencidos que
cursar estudios regulares es toda una inutilidad, porque los que lo hacen están
desempleados y pasando hambre. Faltando poco, lo importante es disfrutar la
vida a cualquier precio.
Por varios años, fue tolerado, negociado y acrecentado el barrio vertical de una antigua torre caraqueña que de sirvió de enorme atril, e infalible pizarrón, para la ciudad: un referente de la pobreza y la miseria, expuso por largo tiempo un dogma, el más importante de todos: “Chávez vive”. Un extraordinario recurso urbano para profundizar en la resignación, en la opresión más grosera, y el descaro ya acostumbrado.
Fotografía: LB, desde piso 15 del edificio "José Vargas", Bellas Artes. Fecha imprecisa.
09/10/2022:
https://guayoyoenletras.net/2022/10/09/la-educacion-como-practica-de-la-opresion/

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