DE LAS OQUEDADES URBANAS
Luis Barragán
Pareciera que
nuestro país sufriera un constante bombardeo de meteoritos, asemejándonos al
suelo lunar. No hay ciudad, pueblo y caserío que no exhiba un número importante
de cráteres en los espacios públicos a los que, simplemente, ha de acostumbrarse
debido a la militante negligencia oficial.
En nada puede sorprendernos, por
ejemplo, los millones de kilómetros pavimentados de la veintena inicial de años
de la democracia representativa establecida luego de 1958, frente al proceso
inverso de estas dos décadas y tanto de destrucción de la vialidad. Autopistas,
carreteras, avenidas, calles y callejuelas, están agujereadas, empozan aguas
putrefactas, acumulan la basura, y representan un riesgo permanente para la
integridad personal y la de los bienes de una ciudadanía que, no faltaba más,
está agobiada por toda suerte de impuestos, añadido los de guerra, pues, no
puede calificarse de otra manera la constante matraca de las autoridades en
cualquier ámbito, yendo más allá de las consabidas alcabalas.
Ningún funcionario público se hace
responsable de los accidentes que pueden provocar esas oquedades que se suponen
son de su competencia, convertida la administración pública en la Fuenteovejuna
de estos tiempos. Luce tan disparatada la realidad generada por el régimen que
nos convierte a todos en comendadores, delincuenciando a todo ciudadano que ose
formular y diligenciar la más modesta queja y solicitud de enmienda.
Entre varios de los huecos más
importantes que hemos visto en la gran metrópoli, descubrimos uno que, por la
vegetación, tiene un largo tiempo de cavado por la indiferencia gubernamental y
los pésimos remiendos que alguna lejana vez le hicieron. Ubicado
en una principal arteria vial de El Paraíso, cerca de la muy conocida
Iglesia de la Coromoto, tiene en su seno un basural compactado por las lluvias
y el lodo, y la referida y copiosa vegetación que sirve de advertencia para
todo peatón y vehículo automotor, acaso, merecedor de una placa conmemorativa.
Es más importante, por ejemplo, la
colocación y el funcionamiento de los carros aparentemente informales que
ofertan hamburguesas, cachapas, etc., en las adyacencias, configurando una
“calle del hambre” más, en desleal
competencia y guerra contra el comercio
formal, el de los locales largamente establecidos. Importancia alguna tiene tapar
el cráter y evitar que se reproduzca gracias a la incuria, desidia, dejadez,
abandono del Estado. Así de sencillo.
Fotografías: LB (2022).
14/11/2022:
http://opinionynoticias.com/opinionnacional/38324-de-las-oquedades-urbanas





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