EL EMBAJADOR DE COLOMBIA DEBE IRSE
William Anseume
Para unos la diplomacia es una disciplina que se desprende de las ciencias políticas; para otros lo es en sí misma. De hecho, existe la carrera de Estudios Internacionales que, si bien es general, pareciera formar individuos destinados a incorporarse al espeso mundo de la Cancillería. Las vinculaciones con otros países suelen ser asuntos altamente delicados. Mucho más cuando la situación se encuentra también delicada entre ellos o en el país adonde se va a representar los intereses del propio. No cualquiera tiene talante diplomático. Así como hay y hubo embajadores y otros representantes, como agregados, que carecen de formación en ciencias políticas o como internacionalistas, pero que cumplen en sobredimensión la encomienda sin cortapisa. No hay recetas para un embajador.
Tal vez sí una: la discreción. En los corrillos populares diplomacia equivale a habilidades para el disimulo, al interrelacionarse con carencia de sinceridad, de manera hábil e interesada. Estar en el servicio exterior requiere de todas esas características profesionales y personales juntas. Esto sin profundizar en los conocimientos abundantes que se requieren. A lo que voy es que un embajador o alguien que se ocupa de un cargo en el servicio exterior no es un improvisado ser, carente de habilidades o de formación. Si se hace notar en demasía se hace peligroso y digno de mayor seguimiento que el habitual que deben tener agentes extranjeros establecidos en el país.
El señor Armando Benedetti es, apenas desde finales de agosto, embajador de una de las cancillerías que han resonado como de las más hábiles y cuidadosas de la América Latina. Pero cuyo país ha tomado el rumbo que conocemos. Tema en el que no me quiero adentrar hoy aquí. Con cerca de tres meses de estancia, este señor Benedetti, a quien no me sale de ningún lado llamar excelentísimo, como es el tratamiento habitual para extranjeros en tan dignos cargos, ha atraído de diversas malas maneras la atención sobre sí. Con su llegada, desde luego. Las relaciones con Colombia estuvieron rotas mucho tiempo, debido a que el excelentísimo presidente Duque no se la llevó nada bien con el régimen del terror, como es lógico. Como ha seguido hábilmente demostrando en el mundo.
Pero volvamos al embajador. Luego de su llegada llamativa por lo que antes dije, atrajo la atención por una presentación pública suya en el Táchira con evidencia de cargar encima cuando menos unos tragos de más. Tantos que hacían claramente ininteligible sus palabras acompañadas de sonsonetes. Sus maneras de reaccionar posteriormente al suceso dejaron más que desear. Con palabras malsonantes que bien conocemos los venezolanos. Ya había dejado maltrecho al discreto, al elegante gentilicio colombiano, de seguidas. Ahora se viene con insultos vulgares a dirigentes políticos opositores, lo que equivale a insultar y de ese modo grueso a bastante más de medio país en su territorio. La dipsomanía mostrada en un acto público oficial ya fue un irrespeto que quiso diplomáticamente enmendar. Pero la caterva de denuestos a los coterráneos y sus dirigentes electos, sí, electos, Benedetti, para la Asamblea Nacional se torna imperdonable. En circunstancias normales ya hubiera dejado el pelero por expulsión inmediata del país, luego de haberlo considerado persona non grata. Como corresponde.
¿Que hubiera ocurrido en Colombia si un embajador de cualquier nacionalidad hace lo mismo que el dipsómano soez? Aquí, desde el poder establecido, seguramente le ríen la «gracia» porque el sentido de la nacionalidad, del patriotismo, del ser gregario cultural, social o políticamente, la hermandad entre venezolanos, no es lo que les interesa como política. No juntan sino que estimulan la exclusión, la ida, la separación. Pero en Colombia, Petro debe entender y proceder. Entender que para la mayoría de los venezolanos Benedetti es persona non grata y proceder a su destitución pronta, así sea disimulada. Que le encomiende algo más adecuado a su «altura». Podrán decirme que se excusó, como un caballero. Pero esas excusas en ese terreno son inválidas, infantiles; mucho más del modo que las profirió, que el otro dijo y si hay que hacerlo… Nada. No se aceptan esas excusas y menos así. El ojo sacado y la santa Lucía bien valen también en Colombia. Si Petro envió a ese ser a curarse en Venezuela, le está embarrando el mandado. Maduro no hará el favor a la oposición expulsándolo, pero Petro sí puede llevarse su enfermo a sanar en otro sitio. Porque los venezolanos, del bando político que seamos, no podemos permitir insultos a nuestros connacionales en ningún lugar; mucho menos en nuestro lar: Benedetti debe abandonar cuanto antes territorio venezolano. ¿Escuchaste, Petro?
12/11/2022:
https://www.elnacional.com/opinion/el-embajador-de-colombia-debe-irse/
MILITANTES DEL SILENCIO
Ricardo Ciliberto Bustillos
En política, la discreción, la mesura, la palabra y la acción oportuna tienen valor y utilidad.
Eso de andar por allí como parlanchines de ocasión o de armar todo un alboroto sobre tal o cual decisión gubernamental, no produce sino cansancio, malestar y peor aún, desinterés general. La política, por eso, es también la ciencia de la prudencia y la moderación.
Subrayamos, entonces, que la exageración a ultranza y el radicalismo pedestre también tienen sus nefastas consecuencias, y más cuando se trata de un silencio absoluto sobre hechos y conductas que por sí mismas resultan condenables o ajenas a toda justificación.
En estos días, el nuevo embajador de Colombia en Venezuela, señor Armando Benedetti, descargó toda una serie de agravios e improperios contra el ingeniero Juan Guaidó. Más allá de sus ofensivas palabras y del regaño de que fue objeto por parte del presidente Gustavo Petro, el hecho más notorio fue ese profundo silencio de los principales líderes de la oposición.
Nadie, salvo pocas pero honrosas excepciones, protestó ni contestó con la contundencia debida. Nadie -que se sepa- levantó la mano en el seno de la Asamblea Nacional o en Comisión alguna, para dejar muy en claro la temeridad o la irresponsabilidad verbal del embajador. Y no es que se trate de Juan Guaidó, a quien muchos en la oposición quieren defenestrar inmisericordemente. En todo caso, se trata de un venezolano, con una posición política importante y que - -hay que reconocerlo – tiene años librando una dura batalla contra del régimen. Además, resulta un exabrupto que un funcionario extranjero con la categoría de embajador y sobre todo representante del nuevo gobierno de Colombia, opine sobre política interna y haga señalamientos deplorables a un destacado integrante de la oposición nacional. Nos guste o no, Juan Guaidó es un joven con una importante actuación política que no merece echarlo al pajón del olvido y mucho menos al fusilamiento mediante las armas de la indiferencia o el silencio.
Pero no es la primera vez. Al contrario, se ha hecho costumbre que nuestra oposición se quede callada frente a muchos atropellos del gobierno. Repetimos, a excepción de unos cuantos, la crítica popular es unánime al endilgarle cierta abulia o indolencia, cuestión muy grave para el país y para la democracia que debemos restaurar.
La palabra es importante y fundamental en política. Uno de los elementos más resaltantes del populismo es – precisamente - el ofrecimiento precipitado e insensato mediante el cual el verbo, la expresión misma, pierde toda medida y valor. En 1998 fue la inauguración de esta manera de hacer política y que, como era previsible, nos ha llevado a este estado calamitoso y sin precedentes. Por el contrario, en la actividad pública, como ya lo afirmamos, la mesura y la discreción juegan un papel excepcional, por lo que el silencio y la oquedad, ese “dejar hacer, dejar pasar” tienen un precio muy alto, cuyas nefastas consecuencias las vivimos a diario y que el régimen – obviamente - va aprovechando. El cierre desmesurado de radios, el bloqueo de páginas por internet y el silencio casi monástico de la oposición, son problemas que urge superar y vencer. El caso del embajador es un claro ejemplo de este incomprensible mutismo, por demás consentido por estos militantes del silencio.
14/11/2022:
http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/38322-militantes-del-silencio


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