DE ESE INCÓMODO CRISTIANISMO
Luis Barragán
Varios autores
observan que los inicios del por entonces encubierto socialismo del siglo XXI,
una denominación que pudo ser otra,
estuvieron signados por una discursividad propia de los pastores
protestantes, por su contenido y forma. Chávez Frías citó e interpretó a su
antojo un número, por cierto, bastante limitado de versículos del Antiguo y
Nuevo Testamento, contaminando las creencias fundamentales de una población
católica, pero insuficientemente formada e informada.
El barinés le arrancó importantes
banderas, convertido en el campeón a destiempo de una teología de la liberación
que muy bien le tributaba a la
perspectiva tan peculiar de Eduardo Galeano, aderezado por el popular Paulo Coelho. Apostando a un audaz
sincretismo religioso, tendió al desprecio de los prelados por sus sobrados y
exuberantes privilegios, aunque sólo basta la humilde pila bautismal de la
Iglesia Católica de compararse con los altísimos y continuos costos de
incorporación a determinadas sectas que han sabido de un nada sorprendente auge
en dos décadas.
Recuperando unas viejas y breves
consideraciones del psiquiatra José Luis Vethencourt, también extraordinario
articulista de los de antes, aseguraba que el cristianismo es implacable,
basado en la obligación y responsabilidad de ser libres, exigiendo “máxima
renuncia” a los acomodos e inercias estructurales que, aún legalizadas, son
injustas y perversas (“Ese incómodo cristianismo”, El Nacional, Caracas,
31/01/1987, en: https://lbarragan.blogspot.com/2020/05/frente-la-logica-parcelaria.html).
Seguramente, el autor tenía la vista puesta en las sociedades capitalistas u
óleo-capitalistas, como la nuestra, trastocada en óleo-socialista, rentista y
parasitaria hasta acabar con PDVSA en el presente siglo.
Es evidente la incompatibilidad del
régimen socialista con el cristianismo, en relación a la libertad. Rescatando
unas notas de Pedro Paul Bello en “Lo humano (Introducción al personalismo
cristiano”, Caracas, 1987: 95), refiere el dato esencial del libre albedrío en
el hombre, como también la igualdad, siendo la libertad de independencia o
libertad en la sociedad correspondiente a la igualdad de proporción: lo
constitutivo de la persona humana es el libre albedrío y la libertad de
independencia un bien a conquistar.
En este XXI cambalache, hemos perdido bienes muy preciados de la libertad de independencia, por ejemplo, la prensa autónoma, como puede ponderarse en la Constitución de la República un completo catálogo de derechos y garantías francamente desconocidos. Empero, todo está orientado a cercenar nuestro libre albedrío o la libertad interior, gracias a tres armas fundamentales para la completa distorsión y manipulación de los más caros principios y valores, incluyendo los de carácter religioso: una intensa y sostenida campaña propagandística y publicitaria, lo que queda del aparato educativo y la persecución personal.
Persecución afincada en la dirigencia político-partidista de oposición que habrá de extenderse, como se ha extendido, a todos los ámbitos: no está exento el religioso, el convincentemente religioso en cuanto a creencia organizada y de tradición. En nada ha de sorprender lo que ocurre en Nicaragua, como en Cuba, y no tardará en acaecer en la Venezuela en la que no basta acabar con la libertad de independencia, sino consideran necesario hacerlo con el libre albedrío.
Agigantándose, imposible de seguir evadiendo, es de prever el incómodo cristianismo de quien auténticamente lo profesa, irreconciliable con los males estructurales. Requerirá de un liderazgo intenso y eficaz que, además, ha trabajado el Padre Román Sánchez Chamoso, en su “Vocación cristiana y liderazgo”, Caracas, 2003: 200): “El cristiano vive en una tensión inevitable que requiere análisis lúcido. Por una parte, es un ciudadano inserto en la sociedad responsable de su construcción y, por otra parte, es un discípulo o seguidor de Jesús de Nazaret”.
26/12/2022:
http://opinionynoticias.com/opinioncultura/38555-de-ese-incomodo-cristianismo
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