Luis Barragán
Expresar
nuestra disconformidad con el régimen, por modesto que fuere el medio empleado,
constituye un riesgo bastante serio en Venezuela. Prácticamente desaparecido,
el papel es solo para la prensa adscrita al oficialismo, y ya está propalada la
(auto)censura y el bloqueo informativo, dándole pleno alcance a los medios
audiovisuales.
Excepto las
redes sociales, prestas a las febriles viralidades que tienden a convertirnos
en un banal amasijo de instantes, cada vez es más difícil y costoso el volante
impreso, el afichaje y, extremadamente controlado, las vallas publicitarias. Podemos
escandalizar las calles con sendos megáfonos para ofertar vegetales y
proteínas, mas no promover alguna postura política.
Andar las
calles con un cartel en el pecho para denunciar las tropelías actuales, o
indicar el monto de la inflación, es tentar a cualesquiera colectivos armados
para concluir en el despojo del móvil celular tras varios golpes. Le pasó a un amigo que, en su pueblo, trataba
de revelar las cifras que nos debe todavía el BCV, o el monto de la canasta
básica, siendo imposible – nos comentó -
emular al recordado economista Marrero que pedía un empleo, hoy,
precisamente en la Venezuela que sólo Miraflores imagina completamente
laborioso.
Cadenciosos,
desde los vehículos se oyen las cornetas de aprobación: lectores que se
identifican con el mensaje de letras con buen puntaje, expuesto arriba, en los
barandales de hierro o de cemento del puente, incluyendo al motorizado que
sacia su curiosidad. De un modo u otro,
corre la protesta frente al socialismo de nuestros tormentos.
Fotografías: LB (CCS, 2023).
02/07/2023:
https://guayoyoenletras.net/2023/07/02/lectura-de-autopista/
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