DEJAR TESTIMONIO DE LO HOY VIVIDO
Luis Barragán
Algo más que una infeliz
circunstancia, por fin, existe la más amplia coincidencia y amargado
convencimiento de encontrarnos en una etapa completamente inédita en nuestro
historial republicano. En uno o más
siglos, añadidas las guerras de independencia y federación, ascendiente alguno
pasó por una experiencia semejante a la que ahora atravesamos, incluyendo las
largas caminatas con la familia a cuestas para ganar fronteras hacia el sur del
continente, o apostar por la selva del Darién rumbo al norte, dejando atrás la
visión galleguiana que ingenuamente cultivamos en las aulas escolares.
Coetáneos y contemporáneos, sufrimos
los rigores de una crisis de honduras todavía insospechadas. Siempre será
necesario dejar un testimonio inequívoco a las nuevas generaciones de la diaria
tragedia que confrontamos, y, aunque haya una notable brecha digital, importa y
mucho dejar prueba de la crisis existencial de una Venezuela que
irremediablemente se aloja en todos y
cada uno de nuestros hogares.
Demasiado numerosos los
acontecimientos que enhebran las dos últimas décadas y media, pierden su exactitud, naturaleza y
significado por obra de una natural y también artificial sobresaturación
noticiosa, banalizándolos, como muy bien lo saben los especialistas que asesoran
al gobierno en el campo del terrorismo psicológico. A modo de ilustración, el
viejo litigante que debía cruzar el casco histórico de la ciudad capital, sede
de los múltiples tribunales ahora reubicados, poco o nada recuerda de la
denominada Ciudad Saigón que destruyó en varios años la Plaza Diego Ibarra de
un mérito arquitectónico que la calculada y rentable remodelación siquitrilló;
y algo semejante se evidencia con la versión oficialista de los consabidos sucesos
del 11-A, en los que nunca implementaron y, mucho menos, decidieron, el Plan
Ávila de las más trágicas y traumáticas consecuencias.
Inevitable que seamos testigos y
protagonistas de pequeños y grandes eventos, como del empeoramiento de nuestro
hábitat, o de cualesquiera otras incidencias que solemos creer pasajeras e
irrelevantes. Al menos, disponemos de la telefonía móvil inteligente que puede
hacer un registro bastante económico de las vicisitudes frecuentemente
inauditas que presenciamos y padecemos, convertidos en cronistas de la vida
familiar, pero también de la de una Venezuela que debe reconocerse a sí misma
en claro desafío al poder establecido que la versiona patológicamente.
Son los servicios de inteligencia los
que tienen el pulso de nuestra cotidianidad, y, como se evidenció en una
actividad realizada en las profundidades y alturas de La Vega, hacia el oeste
caraqueño, acompañando a Delsa Solórzano, poco le importó al motorizado
oficialista detenerse y desafiar a la muchedumbre opositora, videograbándola. Empero, excepto la útil difusión que los
legítimos partidos democráticos difunden, las redes extrañan el testimonio de
una sociedad que debe preservar, actualizar y defender la memoria
preservándose, actualizándose y defendiéndose a sí misma de las
interpretaciones interesadas del régimen.
Fotografías: LB, La Vega (Caracas, 07/10/2023).
14/11/2023: https://www.elnacional.com/opinion/dejar-testimonio-de-lo-hoy-vivido/




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