OTRO COLOR PARA LA CÚPULA DEL CAPITOLIO FEDERAL
Guido Sosola
A finales de
agosto del presente año, diligenciando por sus adyacencias, fue que me percaté
del inapropiado cambio de color de la cúpula del Capitolio Federal de Caracas. Se dirá de un extraordinario deterioro que
así lo justifica, pero debemos aceptar que permitieron que se acumulara por
estas décadas de socialismo, incluso, negando los recursos correspondientes a
la Asamblea Nacional electa en 2015 a fin de restaurarla, en lugar de remodelar
la sede parlamentaria.
De un amarillo
tan llamativo, la cúpula pasó a un verde pálido que pronto se confunde en el
paisaje y no está de más conjeturar que es el propósito: el de subestimar una
de las instituciones fundamentales del país. Bajo el sol radiante o la
nubosidad que opaca, la cúpula se pierde en medio de la intensa buhonería de
los alrededores, esta vez de toldo para avalar un eufemismo: el emprendimiento;
y con los automóviles de privilegiados que ocupan el viejo boulevard entre San
Francisco y Las Monjas, la sede parece un rancho con varias manos de pintura
encima, inaccesible para visitarlo y, mucho menos, protestar agarrado de sus
rejas, posibilidad siempre abierta entre 1877 y 1999, negada en la presente
centuria.
Creo recordar
que la cúpula fue de color azul claro hasta 1962 o 1963, hasta que la pintaron
con ese amarillo tan llamativo, e, incluso, le pusieron unas horribles
rejillas. Por entonces, los sectores gobernantes podían transformar la ciudad
de acuerdo también a sus caprichos, porque no existía un régimen jurídico de
preservación del patrimonio histórico y arquitectónico del país, y, faltando
poco, con Pérez Jiménez quedó masificada la creencia de una capital que carecía
completamente de valiosos inmuebles y obras en general: perdimos el Colegio
Chávez, proveniente de la colonia; hubo la intención de reemplazar los bloques
de El Silencio, a finales de los cincuenta; o el noble edificio del Telégrafo
Nacional, en los sesenta, dio paso a una horrenda plaza pública de la que muy
después se apropió Lina Ron al lado de Santa Capilla, dizque de la revolución
como no la pudo construir Farruco Sesto en La Hoyada de dimensiones
extravagantes.
Las
modificaciones experimentadas por el centro histórico de Caracas, valga acotar,
no se hacen sentir por la consabida (auto)censura y el bloqueo informativo.
Además, algunas remodelaciones traen sendas chocolaterías de precios nada
populares, por ejemplo.
Fotografías: LB (CCS, 26/08, 12 y 20/10/2023. Es lugar es una suerte de mercado persa, fuente de trabajo para la vasta clientela oficial beneficiaria de la interesadas concesiones. Nefasto paisaje de desorden, subestimando la histórica edificación.
27/08/23:
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