LA BUENA NOTICIA DE QUIENES SOMOS
(Mc
1, 14-20)
Enrique
Martínez Lozano
Con
narraciones diferentes –en la forma y en los personajes-, tanto Marcos como
Juan (a quien leíamos la semana pasada) inician el relato de la actividad
pública de Jesús con el tema del discipulado.
En
Juan, se ponía el acento en la búsqueda. Dos hombres se acercan a Jesús porque,
a tenor de sus palabras, hay algo en él que les ha cautivado y quieren
averiguar dónde "vive". A quienes se le acercan como buscadores, el
maestro de Nazaret les propone: "Venid y lo veréis", entrad, probad y
lo experimentaréis.
En
Marcos, el acento está puesto en el seguimiento. Puede sonar diferente, porque
el contexto ha cambiado, pero se trata del mismo mensaje, presentado ahora
desde otra perspectiva.
Para
empezar, aquí es Jesús quien toma la iniciativa, mientras que en el cuarto
evangelio, son los discípulos quienes dan el primer paso, manifestando su
actitud de búsqueda.
El
hecho de presentar a Jesús llamando tiene, para un lector que proviniera del
judaísmo, un hondo significado teológico. Así como en la Biblia hebrea era Yhwh
quien tomaba la iniciativa, llamando a la vida –a todos los seres- o a la
misión –en el caso de los profetas-, esa misma función corresponde a Jesús.
De
ese modo, Jesús es presentado como nuestro "maestro interior", la voz
de aquel mismo Anhelo que nos constituye y que se halla en el origen de toda
nuestra búsqueda, tal como veíamos en el comentario de la semana anterior.
Es
cierto que el "venid conmigo" puede leerse desde una perspectiva
mítica, dando lugar a una idea del "seguimiento" más o menos
heterónoma, como seguir o imitar a "otro".
Desde
una comprensión no-dual, sin embargo, esa misma expresión puede
"traducirse" como "venid adonde yo estoy", es decir,
"venid al territorio de la identidad compartida que es también el
vuestro".
Es
el "maestro interior" el que nos recuerda la voz del Anhelo y nos
reclama para que podamos encontrarnos con quienes realmente somos.
Ello
requiere, dice la narración, dejarlo todo. Ese "todo" no es otra cosa
que la identificación con el ego, como condición para abrirnos a nuestra verdad
más profunda.
Nos
hemos reducido al ego cada vez que hemos pensado que somos solo el yo
individual. Al hacer así, nos veremos a nosotros mismos y a toda la realidad a
través del "programa" característico del propio ego. Por eso, el
primer paso quizás sea comprender cómo funciona ese programa para, así, poder
desactivarlo. Subrayo algunos elementos que me parecen decisivos:
·
El ego es el "personaje", al que nos reducimos cuando nos pensamos
que somos solo el cuerpo-mente.
·
Si analizamos con cuidado, veremos que el ego es solo un haz de deseos y de
miedos: no hay otra cosa en él.
·
La creencia básica del ego puede formularse de este modo: "Estoy
separado".
·
El objetivo que pretende es solo asegurar su fortalecimiento y pervivencia,
frente a lo que considera su mayor enemigo: la anulación y la muerte.
·
La ley que lo mueve es la del deseo/aversión. El ego etiqueta todo lo que
sucede de acuerdo a estas categorías: agradable / desagradable. Lo que
pertenece al primer grupo suscita en él deseo; lo del segundo, rechazo.
·
Su programa elemental puede resumirse en dos palabras: defensa / ataque.
·
Tal programa ocasiona necesariamente enfrentamiento, miedo, culpa y
sufrimiento.
El
laberinto del ego se convierte en una pesadilla sin salida..., hasta que no nos
hagamos conscientes de la falsedad de su programa. Y la consciencia empieza con
la observación de su funcionamiento, con la toma de distancia de la mente.
Es
esa consciencia la que nos hace descubrir que el ego es solo una creación
(ficción) mental y que su primera creencia es radicalmente errónea: No somos
seres separados, sino más bien "formas" diferentes de una misma y
única Realidad.
Al
dejar de identificarnos con el ego, empezamos a ver: estamos
"siguiendo" a Jesús, estamos descubriendo que somos no-separados de
él, que compartimos su misma y única Identidad. Nos hemos
"convertido" y hemos palpado el "reino de Dios". Sin
ninguna duda, se trata, no de una, sino de la Buena Noticia.
¿Quiénes
somos?
·
Somos infinitamente más que el ego: somos Conciencia, Comprensión, Amor,
Gozo... (aunque nuestra mente no lo "sepa", del mismo modo que una
célula no "sabe" que es cuerpo).
·
Quienes somos no puede ser afectado por nada de lo que nos pueda ocurrir:
estamos siempre a salvo.
·
En ese nivel profundo de la identidad compartida, todo ser es absolutamente
inocente.
Nos
resistimos a vernos así, porque el "programa" grabado intensamente en
nuestro inconsciente, fruto del momento evolutivo de la especie y fruto de toda
la educación recibida –el programa del ego-, hace que nos hayamos reducido a su
propia percepción. Tendemos a mirar y entender la realidad de acuerdo con las
pautas del programa.
Y
el programa nos dice permanente e insistentemente que todo es imperfecto; que
el presente no está bien, y que tenemos que estar "pendientes" del
futuro.
Sabemos
que el ego es enemigo del presente, porque en él desaparece. Por eso huye
constantemente, refugiándose en la "ilusión" del futuro... que nunca
llegará. Pase lo que pase, el ego estará siempre insatisfecho, porque la
insatisfacción lo define.
Pues
bien, frente a los engaños y las trampas en que nos encierra el programa del
ego, la palabra de Jesús nos dice que "se ha cumplido el plazo" y que
"el reino de Dios está cerca". Todo está ya aquí y ahora. Basta
"salir" de la mente y de sus programas para "venir" a lo que
siempre hemos sido, la Identidad que habíamos "olvidado" y hacia la
que nos llama, una y otra vez, nuestro maestro interior.
Esa
es la Buena Noticia.
Fuente:
https://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/386-la-buena-noticia-de-quienes-somos.html
Cfr.
https://www.enriquemartinezlozano.com/
Ilustración: https://www.jw.org/de/bibliothek/buecher/jesus/dienst-in-galilaea/juenger-menschenfischer/
Reflexiones Padre Peraza: https://www.facebook.com/arperaza/videos/1052400339345047
Cardenal Porras: https://www.youtube.com/watch?v=EBN7EVBCq-I
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