Nicomedes Febres Luces
Para el suscrito el ser fotógrafo es una de las profesiones más difíciles que existe por cuanto se necesita poseer una paciencia franciscana. Paciencia que creo que se me agotó mientras esperaba que mis pacientes parieran pues me instalaba al lado de todas ellas durante el trabajo de parto ya que la compañía del médico es el mejor tranquilizante para una parturienta. En mis otros saberes he sido más independiente y como he sido testigo de cómo trabajan muchos fotógrafos amigos, me asombra la paciencia que tienen para lograr una imagen que los deje satisfechos, pues es cierto que existe el “momento fotográfico”. De hecho, soy un admirador incondicional de los teléfonos digitales que tienen incorporados su cámara fotográfica pues me hacen casi todo el trabajo de conservación de la imagen. A veces me sonrío de lo mal fotógrafo que soy pues cada objeto que entra en mi casa es fotografiado y clasificado en mis archivos que son voluminosos, tanto los de las fotos en físico como en mis archivos digitales, habiendo días cuando he incorporado al banco de imágenes docenas de fotos. También he visto actuar a varios fotógrafos amigos, bien haciendo el registro de la colección o haciendo trabajos de campo y poseen una paciencia que se me agotó.
Era heroico realizar ilustraciones fotográficas a finales del siglo XIX y comienzos del XX por lo que se utilizaban fotograbados en planchas de metal o en piedras litográficas producto de dibujos de gran belleza y el Cojo Ilustrado, según recuerdo, fue el primer medio impreso en mostrar fotograbados hechos en Venezuela y luego de algunos años fueron apareciendo las primeras fotografías de los fotógrafos de la época.
En la foto una piedra litográfica revertida para que ustedes puedan apreciar las primeras imágenes de próceres civiles venezolanos de entonces.
01/06/2024:
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