LA VENEZUELA DEL TOBOSO
Luis Barragán
Cada vez más,
resulta difícil a los sectores oficialistas, beneficiarios inmediatos de la
situación generada en todo el presente siglo, edulcorar la catástrofe aún frente
a los grupos subalternos que tienen por único mandato y posibilidad el de
sobrevivir a través del ejercicio represivo y encubridor, excepto huyan al
extranjero. Caso éste en el que preferirían no colaborar más con el régimen, aunque
el oficio pudiera alcanzar otras dimensiones allende las fronteras, en
circunstancias más promisorias para las minorías domiciliadas en los paraísos
fiscales.
El libreto
electoral del régimen ha sido por siempre el mismo, poblado de eufemismos que
juran darle visos de novedad a la versión idílica que tienen del país en los
numerosos eventos plebiscitarios que ha acumulado para romper sus marcas ante
otros regímenes afines. Aquella envejecida consigna inaugural de la Venezuela que ahora es de todos, doblada
por lemas semejantes y acordes a los estudios de opinión, aterrizan en una
interpretación del país feliz y agradecido, dispuesto al combate en defensa del
socialismo que las grandes mayorías descubrieron, padeciéndolo, como una
radical experiencia desigualadora que contrasta radicalmente con los tiempos en
los que, al menos, hubo libertades para
quejarse.
Valga el
ejemplo, la data levantada en mayo del presente año, por el Observatorio
Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición (OVSAN), revela una realidad que
el lenguaje del poder oculta, banalizándola, representada por el ya clásico
emblema mesocrático del profesor de una extraordinaria formación técnica y académica
con un precario y lastimoso ingreso real que lo obliga a incursionar en la muy ruda
y competida – mas no competitiva - economía informal de preservar una mínima condición
física para ello. Y es que la muestra en cuestión, ilustra los varios rubros
del retroceso y las disparidades sociales en relación al aumento de las
enfermedades graves entre 2022 y 2024, la obvia disminución del consumo de agua
de acueducto a favor de la hervida por encarecimiento de la mineral, la
disminución y postergación de las remesas, el muy superior consumo de
carbohidratos en lugar de proteínas y frutas, el descenso de las bolsa
CLAP/gobierno como fuente principal de 80% en 2022 a 36% en 2024; y esto, evidenciado
por las llamadas reglas de afrontamiento que consiste en la búsqueda de otras
alternativas – agregaríamos – urgidas e improvisadas de sostenimiento familiar,
como la menor ingesta de los adultos en beneficio de los menores de edad en los
hogares, la venta de los electrodomésticos y el préstamo garantizado por bienes
muebles que ha significado el regreso triunfal de las casas de empeño, las
antiquísimas formas de cooperativismo entre vecinos y compañeros de labores, la
ya exhausta solidaridad familiar, y otras fórmulas de supervivencia que se
prefieren lícitas y legítimas, algo muy necesario de subrayar.
Todos los
comunicadores que sirven al sector público, se esfuerzan y mucho por una
narrativa resueltamente paradisiaca de la realidad antojada como la Dulcinea
capaz de asegurarles la quincena, forzados los servidores del sector privado a
disimularla, esquivarla, adjetivarla y asumirla de un modo tal que no peligre
la concesión radial y televisiva, o el suministro de papel periódico; no en
balde, existen términos de prohibido uso como “régimen”, “dictadura”, “sanciones
internacionales”, etc. A lo sumo, el reconocimiento de algún problema y gravedad
de la índole que fuera, obliga a todo oficialista y oficioso que se precie a
apelar al manido bloqueo y a tantear una escena de heroica resistencia.
Entonces, desde
las cumbres del poder establecido, la lírica es todavía redentora para los
suyos y persistentemente retadora para los críticos, aunque el cuestionamiento no
parta siquiera de los propósitos, metas y objetivos inalcanzados que trazaron
las diferentes ediciones del denominado Plan de la Patria, sino de la
inmediata, concreta y específica realidad social y económica derivada. La que,
por cierto, asoman los ventanales del edificio viejo de la Corte, en pleno
centro histórico y estratégico de la ciudad capital, sirviendo de dormitorio
para los más vulnerables, desfavorecidos, desiguales entre desiguales.
El aparato
propagandístico y publicitario del Estado, exhibe un desgaste únicamente
compensado por las limitaciones impuestas a una oposición censurada, pero
exponente de una esperanza que tiene por principal imaginario el de la unidad y
su genuina reconstrucción. Ésta, ha de
vivir la realidad, contándola y transformándola.
Fotografías: LB, vieja sede de la Corte Suprema de Justicia (CCS, 24/04/2024).
18/06/2024:
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