MODESTO TRIBUTO A ANTONIO
MACHADO
Luis Barragán
Casi un mes después de cumplirse exactamente el
sesquicentenario de su nacimiento, es que podemos escribir sobre el bardo.
Inevitable hacerlo, aunque no cultivamos la poesía como quizá lo debimos hacer
– o deshacer enteramente - en el transcurso de la vida.
Lo descubrimos a través de Serrat, por aquella famosísima
canción que copaba la programación radial de la casa. Siendo niños de escuela,
quién sabe del accidente, porque el disco no estaba en la estantería hogareña,
escuchamos otro surco de un álbum de profundo tributo a Antonio Machado;
sencillo, quedamos de alguna manera definitivamente prendados, así la prioridad
fuese la escuela y sus recreos, o los paseos y juegos del vecindario.
A mamá le gustaba mucho Pablo Neruda y, ocurrió,
plagiamos en dos o cuatro ocasiones algunos de sus versos expeditos e
inmediatamente eficaces para redactar algunas cartas de amor, la propia, o la
de varios compañeritos incautos que precisaron de nuestros servicios para
diligenciar un poco más la emoción y los sentimientos que nos y los sorprendían
hacia las compañeritas de aula, por ejemplo. Claro está, emoción y sentimientos
harto inocentes que no estaban por encima de la pasión que experimentábamos
hacia el béisbol y sus héroes; en nuestro caso, un César Tovar, Víctor
Davalillo o Larry Howard del Caracas, inspiradores aun en la adversidad, en
denuesto activo del Magallanes, Clarence Gaston y el eterno repiqueo de la
Serie del Caribe.
Crecimos, e, inevitable, el sevillano se hizo parte
nuestra, y, con Aguilar Gorrondona, Tulio Chiossone, García de Enterría, o
Maduro Luyando (favor no confundir), se colaban las obras completas de don
Antonio, el hermano de Manuel. Por mucho grupo Tráfico o Guaire que hubiese, ciertamente
meritorios, indispensables a la vuelta de los años, poco podían competirle al
español, o a Borges, a Paz, a Dylan, a Cadenas, a Whitman, a Subero, en lecturas
febriles de biblioteca pública, o a Cecilia Ortíz y Carlos Ochoa que, por algún
motivo, en los años ya remotos, inadvertidamente llegaron y completaron nuestra
personal y limitadísima geografía poética.
Huelga comentar que éste presente no es igual al de
antes, y por aire, mar ni tierra, es posible que lleguen las novedades poéticas
de otro a este país, la del país mismo al de adentro, deslumbrando a los más
ingenuos muchachos, o, como fue el caso de don Antonio, que se hizo gigantescamente
estremecedor para abordar la guerra civil española, o decepcionante al
constatar que Serrat sólo lo fue con Ricard Miralles y María Gómez en el XX.
Sospechamos que a Bad Bunny, si es que todavía no lo consideran un intérprete
de la antigüedad, jamás podríamos confiarle que nos haga el favor de
transportar en su garganta a un Antonio Machado para una entrega rápida.
17/07/2025:
https://lapatilla.com/2025/08/17/luis-barragan-modesto-tributo-a-antonio-machado/
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